Antioquia

El lío judicial en Medellín por la muerte de una perrita avaluada en 45 millones de pesos: esta es la historia que compromete a reconocida veterinaria

La muerte de una perra raza pomerania teacup, llamada Mua y avaluada en 45 millones de pesos, tiene en aprietos a una veterinaria de Medellín. Los dueños del animal llevaron el caso a la Fiscalía. Esta es la historia.

12 de abril de 2025, 4:39 a. m.
ED 2231
NAC-PERRO LUJO | Foto: SEMANA

La vida de la abogada Lina Ochoa en los últimos meses ha sido un torbellino de emociones. A mediados de 2024 cumplió uno de sus sueños, al adquirir una pequeña y encantadora perrita pomerania teacup, la cual había deseado por mucho tiempo. Sin embargo, la felicidad fue efímera cuando su “hija” sufrió un quebranto de salud, aparentemente menor, y falleció días después en una reconocida veterinaria de Medellín. No era la primera vez que Lina deseaba una mascota.

En su hogar, en una exclusiva zona de El Poblado, en Medellín, la abogada vive con su esposo, Julio César Rivera, y con sus ‘hijas’ Bubuá, Coffee, Lulú, Zoé y Niña. Las dos primeras son raza pomerania común, que pueden alcanzar hasta 3 kilos de peso, y las dos últimas son pomerania teacup, que pueden alcanzar máximo un peso de 1,5 kilos. Y Niña, que es una perra rescatada de un basurero en Armenia, donde era sometida a abusos sexuales y otros maltratos físicos.

La llegada de Mua

Era el 28 de mayo de 2024. Lina María transfirió 1.500 dólares. A cambio, recibió un documento de acuerdo de venta con las instrucciones del proceso. En inglés, decía que, una vez hecho el pago, debía esperar entre tres y ocho semanas la entrega de su pequeña. La mascota procedía de Corea del Sur, donde había nacido el 1 de marzo de 2024 a través de un procedimiento de inseminación artificial.

El animal, decía también el acuerdo de compra, iba a viajar en la zona de carga del avión, pero en un dispositivo adecuado, con la temperatura necesaria para mantenerlo con vida y con suministro de agua acondicionado a sus necesidades.

Mua, la perrita que murió en una veterinaria de Medellín. | Foto: SUMINISTRADO A SEMANA

Los otros 3.500 dólares debía transferirlos una vez le confirmaran la reserva del vuelo desde Corea hacia Atlanta a su nombre. Solo bastaba esperar a que se surtiera en Corea todo el trámite de vacunación, protocolos de higiene, y de exportación para trasladar el animal a Estados Unidos y, posteriormente, a Medellín. Todo estaba listo para la llegada de la pequeña a la que quiso llamar Mua: “Mi único amor”.

El 11 de julio de 2024, Mua por fin llegó a la capital antioqueña después de pasar por Atlanta. Los costos de traslado e importación los asumió Lina y los calculó en aproximadamente 45 millones de pesos entre el valor de la mascota, los tiquetes de traslado a Medellín y el mantenimiento de la persona que lo haría, que es otra de sus mejores amigas.

“Dejó tirado todo en la oficina, fue al aeropuerto y la recibió como si hubiera llegado su hija. Cada minuto cogía a su perrita y le decía: “Eres hermosa, eres divina, espectacular, una reina””, contó Luisa M. Vélez, su amiga. Fueron días de absoluta felicidad, tanto que, en Colombia, Mua fue incluso llevada hasta la playa.

La pesadilla

Pero el 6 de marzo de 2025, la corta vida de Mua y la de Lina cambiaron. El animal sufrió una fractura transversal de radio y uña derecha. La abogada consultó con un amigo veterinario y le recomendó, según sus palabras, a los mejores de la ciudad: la Clínica Veterinaria San Lucas. Lina buscó en internet quiénes eran los médicos y no dudó en llevar a su pequeña para que la atendieran.

Allí le dijeron que debía someterla a una intervención quirúrgica para aliviar el daño. Y así lo hizo. “Abracé al médico, le dije que muchas gracias, realmente estaba muy tranquila porque me la iban a ayudar y le pedí que me la cuidara”, dijo Lina.

Sin embargo, durante el proceso de recuperación, Mua comenzó a presentar síntomas que Lina nunca le había visto, los cuales se agudizaron durante el séptimo día de tratamiento ambulatorio. “Aunque se suponía que iba a estar bajo monitoreo solo tres días, continué llevándola a la veterinaria y el domingo ya estaba respirando agitada. Le dije a una auxiliar: “Mira, está agitada, no es normal que respire así””.

Mua llegó a Medellín el 11 de julio de 2024. | Foto: SUMINISTRADO A SEMANA

Según Lina, por recomendación médica, la perrita, de 27 centímetros de tamaño y 1,5 kilos de peso, que había sido llevada por una fractura, ahora debía ser sometida a una nebulización. Pasó ese día y en la noche, cuando volvió a llevar a su mascota a la clínica veterinaria, recibió una noticia que le cayó como un baldado de agua fría: “El médico me dijo que tenía que dejarla hospitalizada”.

A partir de ese momento, Lina se fue para su casa, pero sintió que todo fue confusión. “A las 5:16 de la mañana me llamaron para decirme que le iban a hacer un ecofast (ecografía especializada) y que le encontraron líquido en los pulmones, que la iban a remitir a neumología”.

Y minutos después recibió otra dura noticia: “Me dijo que Mua había entrado en paro, que si autorizaba la reanimación. Fue una llamada absurda. Salí de mi casa en pijama, llegué a la clínica a las 6 a.m., tiré ese carro como pude, llegué a la puerta y había dos personas más. Me dijeron: “Declarada muerta a las 5:58””. Su reacción quedó grabada en las cámaras de seguridad del lugar. Lina se alteró, ingresó al baño de la clínica y volvió a salir. Tomó con sus manos una caneca de basura y la arrojó contra el suelo mientras reclamaba airada por su pequeña Mua.

“Me volví como una loca, empecé a reclamar el cuerpo a los gritos. Entré en llanto, sentí que el alma mía se estaba desgarrando cuando me dijeron que mi perrita se había muerto. Me la entregaron en una cobija azul, estaba morada, totalmente rígida”, describió. “¡El dolor que me causa recordar eso!”, dijo Lina entre lágrimas.

Con el cuerpo de Mua, Lina buscó un médico veterinario forense y sometió el cadáver a un informe pericial de necropsia que estuvo en manos de Julio César Aguirre Ramírez, quien es el decano de la facultad de medicina veterinaria de una importante universidad de Medellín, y quien cuenta con una formación académica de lujo, que incluye un doctorado en ciencias veterinarias y varias especializaciones en administración, ciencias forenses y docencia.

El informe sobre la muerte de Mua, que fue entregado el 7 de abril, arroja 11 conclusiones, pero una de ellas es diciente: “causa básica de muerte: CB01&XT5R Edema pulmonar agudo”. El experto, además, hizo dos recomendaciones para llegar a una conclusión sobre lo ocurrido con Mua: “Complementar este análisis con estudios histopatológicos, especialmente del tejido pulmonar, renal y cerebral, para sustentar con mayor certeza el mecanismo fisiopatológico del deceso y establecer correlaciones precisas con el tratamiento recibido”.

Este es un extracto del reporte de la necropsia realizada a Mua. Con este y otros documentos, los dueños esperan que el proceso avance en la Fiscalía.
Este es un extracto del reporte de la necropsia realizada a Mua. Con este y otros documentos, los dueños esperan que el proceso avance en la Fiscalía. | Foto: gettyimages/ SUMINISTRADO A SEMANA

Lina está dispuesta a ir más allá, por lo que decidió, primero, mantener el cadáver de Mua bajo refrigeración en un centro clínico veterinario para evitar su descomposición, también tomó acciones legales y denunció penalmente en Fiscalía a las personas que, en su consideración, tuvieron algún papel en el tratamiento de Mua.

Los cargos de los que los señala son dos: maltrato animal, por considerar que su perrita no recibió el tratamiento necesario, y falsedad en documento privado. “Cambiaron la historia clínica, inicialmente me entregaron una y luego añadieron datos que no estaban en la primera como para justificar que actuaron bien, pero no lo hicieron”, explicó.

E interpuso una denuncia disciplinaria ante el Consejo Profesional de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de Colombia en la que señala a seis médicos con nombre y tarjeta profesional y a otros tres de manera parcial.

SEMANA visitó la Clínica Veterinaria San Lucas y habló con Verónica Hoyos Solís, médica veterinaria y zootecnista que lidera el equipo de 75 personas en esa empresa, quien negó las acusaciones y, por el contrario, dijo que están siendo “víctimas de una calumnia y de acoso cibernético” por los mensajes que han recibido en sus plataformas digitales.

“Un día antes de la muerte, la tutora la trae y acá se le reporta que la perrita tenía moco, respiraba con dificultad y secreción nasal. Si Lina hubiera reportados esos síntomas antes, en una valoración preanestésica se le hubieran tomado placas radiográficas y hubiera sido valorada por neumología”, explicó la doctora Verónica Hoyos.

“Eso era un cuadro respiratorio normal. Empezó con un proceso agudo y se fue descompensando, generando un edema pulmonar. Se comienza el protocolo de reanimación y termina finalmente con la muerte de la paciente”, agregó la médica veterinaria. “¿Qué espero yo? No quiero una indemnización, no necesito dinero, solo quiero justicia. Me sentiría plena y tranquila con una sanción severa, no como se ve en los antecedentes, donde sancionan a los médicos hasta 45 días. Eso es decirle a un médico, vaya de vacaciones y vuelva”, puntualizó Lina.

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