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Revelan las extremas medidas de seguridad de Nicolás Maduro ante el miedo a un ataque de Estados Unidos
El líder del régimen estaría cambiando de hogar y de celular constantemente, en un intento de evitar ser localizado por la inteligencia estadounidense.
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El dictador venezolano Nicolás Maduro reforzó de manera significativa su esquema de seguridad personal ante el aumento de tensiones con Estados Unidos, según revelaron a The New York Times múltiples personas cercanas al Gobierno venezolano. Las fuentes describieron un clima interno dominado por el miedo marcado por la percepción de un riesgo creciente de incursiones militares o ataques de precisión ordenados por Washington.
De acuerdo con estas personas, Maduro comenzó a cambiar con frecuencia el lugar donde duerme e incluso ha sustituido camas y habitaciones para evitar patrones que puedan ser detectados. También alterna regularmente de teléfonos celulares para reducir la posibilidad de rastreo o interceptaciones.
Estas prácticas, que existían de manera intermitente, se intensificaron desde septiembre, cuando Estados Unidos concentró buques de guerra en el Caribe y empezó a atacar embarcaciones que el Gobierno de Donald Trump acusa de traficar drogas desde Venezuela.
Otro eje central del refuerzo de seguridad ha sido la ampliación del rol de Cuba, uno de los principales aliados políticos y de inteligencia del chavismo. Las fuentes citadas por el Times aseguran que Maduro incrementó la presencia de guardaespaldas cubanos en su equipo de seguridad inmediata e incorporó más agentes de contraespionaje de ese país al ejército venezolano, con el objetivo de disminuir el riesgo de traiciones internas.

A pesar de estas medidas, el mandatario intenta proyectar hacia la opinión pública una imagen de normalidad: aparece en eventos sin previo aviso, publica videos propagandísticos y sube al escenario para bailar en actos oficiales. La escena más reciente ocurrió durante una reunión política en Caracas, donde improvisó una aparición, habló de “rumba” en tono festivo y bailó mientras un francotirador custodiaba el área.
Estas intervenciones, sin embargo, sustituyeron parcialmente a las transmisiones en directo y a la participación en actos programados, que han disminuido de forma notable en las últimas semanas.
El aumento de la seguridad responde a un contexto de presión creciente. Washington acusa al dictador venezolano de encabezar un cártel “narcoterrorista” y sostiene que una parte de la actual presencia militar estadounidense en el Caribe apunta hacia un cambio de gobierno.
Si bien Trump ha alternado el lenguaje de amenaza con gestos diplomáticos, incluida una conversación telefónica reciente con Maduro, el Times reporta que los enviados de ambos gobiernos discutieron este año posibles escenarios para que el mandatario venezolano dejara el cargo, después de haber ignorado los resultados de las elecciones presidenciales del año pasado.

Esa negociación no prosperó, lo que llevó a Washington a intensificar su presión militar, reforzando la percepción de vulnerabilidad dentro del círculo íntimo de Maduro. Siete personas cercanas al Gobierno venezolano confirmaron al Times que el temor por un ataque o un intento de extracción ha crecido de manera sostenida. Todas hablaron bajo condición de anonimato, ya sea por miedo a represalias o porque no estaban autorizadas a ofrecer declaraciones públicas.
En paralelo a las medidas de seguridad personal, Maduro incrementó su exposición mediática en los espacios controlados por el Gobierno, dirigiéndose casi a diario al país mediante mensajes pregrabados o apariciones espontáneas. El Ministerio de Comunicación de Venezuela no respondió a las solicitudes de comentarios enviadas para el reportaje del Times.
Mientras Estados Unidos mantiene su presencia militar en el Caribe y acusa al mandatario de permitir estructuras criminales en territorio venezolano, Maduro busca consolidar la percepción de que aún controla la situación.
Las medidas adoptadas, desde el cambio constante de ubicación hasta el incremento del personal cubano en su seguridad, muestran hasta qué punto el riesgo de un ataque externo se convirtió en una preocupación central para el líder venezolano.



