Oriente Medio
El pacificador: Así es como Donald Trump logró pactar el acuerdo entre Israel y Hamás para la liberación de rehenes israelís
Israel y Hamás firmaron el cese al fuego tras 15 meses de guerra en Gaza. Decenas de secuestrados podrán volver a casa y el conflicto se podría reconfigurar. Este fue el crucial papel que desempeñó Donald Trump.
Cuando Donald Trump dijo en un debate presidencial que él podía “detener las guerras con una llamada telefónica”, la afirmación generó un gran revuelo y no pocos comentarios sobre su exceso de fe. Sin embargo, apenas unos días antes de tomar posesión de su cargo como presidente de Estados Unidos, él fue el encargado de darle al mundo quizás la primera noticia positiva en el sangriento conflicto que se vive en Oriente Medio: un cese al fuego que permitirá que los secuestrados israelíes vuelvan a casa.
Hace una semana, tras meses de negociaciones y una férrea intervención de Estados Unidos, Israel y Hamás firmaron un acuerdo que puso en pausa las hostilidades, tras cerca de 15 meses de guerra que han dejado más de 46.000 muertos. Si bien se ha reiterado que fue un esfuerzo gigante de ambas partes y de los demás actores involucrados, Donald Trump fue el personaje clave.
Trump ha sido desde siempre uno de los amigos más leales que ha tenido Israel. En su primera administración tomó la decisión de llevar a Jerusalén la embajada de Estados Unidos, con lo cual reconoció a esa ciudad, sagrada para varias religiones, entre ellas la musulmana, como la capital del Estado judío.
Tras el salvaje ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, el magnate cerró aún más filas hacia ese país. Su ascenso al poder promete cambiar el estatus de este conflicto. Por ejemplo, unas semanas antes de su posesión, dijo que si dicho evento llegaba y Hamás no hubiera liberado a los rehenes, “desataría el infierno”. Y a los pocos días se firmó el acuerdo.
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Aunque varias agencias certificaron que fue mérito también del Gobierno Biden, otros medios como The Washington Post explicaron que Trump mandó un emisario de su confianza para presionar al Estado judío a firmar el documento. Steve Witkoff, el enviado del mandatario, fue hasta Israel y habló con el primer ministro Benjamin Netanyahu personalmente para que diera su aval en un diálogo catalogado como “agresivo”, según el medio israelí Haaretz.
“Witkoff ha obligado a Israel a aceptar un plan que Netanyahu había rechazado repetidamente durante el último medio año”, aseguró Haaretz sobre la labor del emisario de Trump, que, sin importar que en Israel estaban en pleno shabat, hizo que Netanyahu se sentara a hablar con él. “En una inusual desviación de la práctica oficial, el primer ministro se presentó en su oficina para una reunión con el emisario, quien luego regresó a Qatar para sellar el acuerdo”, contó el medio. Israel luego negó esa tesis, pero el pacto ya estaba firmado.
Pese a su carácter guerrerista e impulsivo, la realidad es que Trump como mediador tuvo un efecto trascendental; y los organismos internacionales han tenido que salir a reconocerlo. “Hubo una gran contribución de la diplomacia vigorosa de quien entonces era presidente electo de Estados Unidos”, aseguró el secretario general de la ONU, António Guterres, quien dijo que antes de la intervención del mandatario “las negociaciones se estancaron. Y de repente ocurrió”.
Pero el mandatario israelí no muestra sentirse presionado por Trump y sí muy apoyado. El sábado, horas antes de que comenzara la tregua, hizo una alocución. En sus palabras, aseguró que Israel estaba reconfigurando el orden mundial y aseguró que su Gobierno se reserva “el derecho de reanudar la guerra” en Gaza con el apoyo de Estados Unidos, en caso de que el cese al fuego fracase.
“Si debemos volver a luchar, lo haremos de maneras nuevas y contundentes”, aseguró el primer ministro tras el anuncio del cese al fuego y agregó que la campaña de Israel en Gaza no había terminado. Netanyahu también dijo que el acuerdo se había dado pensando en sus ciudadanos presos por Hamás. “Les prometo que alcanzaremos todos nuestros objetivos y traeremos de vuelta a todos los rehenes. Con este acuerdo, traeremos de vuelta a 33 de nuestros hermanos y hermanas, la mayoría vivos”, afirmó.
Testigos del horror
Hasta ahora, parece que el acuerdo ha sido un éxito, a pesar de los serios retrasos que tuvo para su firma. Hamás liberó a tres mujeres israelíes que habían sido secuestradas en sus casas en los ataques del 7 de octubre. Ellas fueron Romi Gonen, Emily Damari y Doron Steinbrecher, que fueron intercambiadas por 90 prisioneros palestinos que estaban presos en territorio del Estado judío.
Aún se espera que en las próximas semanas el grupo terrorista propalestino libere alrededor de 30 personas más que están en su poder, mientras que Israel soltaría a unos 1.000 prisioneros más. Todo mientras se han conocido detalles de cómo es el escabroso cautiverio en el que viven los rehenes en Gaza.
“Doy gracias a Dios, a mi familia, a mis padres, a los amigos más cercanos que tengo en este mundo. He vuelto a vivir”, aseguró Emily Damari, de 28 años, en su cuenta de Instagram, y quien estuvo más de 15 meses privada de la libertad. “Soy la más feliz del mundo simplemente por existir”, dijo la mujer, que, según se pudo ver en fotografías, le fueron amputados dos dedos cuando fue raptada de su kibutz en Israel.
Con el pasar de los días, se supo que las tres mujeres a veces recibían ayuda médica, pero pasaban largos periodos sin luz natural, confinadas en espacios subterráneos, algunas veces en los infames túneles construidos por Hamás o en varios departamentos. En general, fueron movidas constantemente por las tropas del grupo terrorista.
Su lugar de cautiverio ha desatado polémica. “Las secuestradas liberadas, Romi, Emily y Doron, estaban retenidas en refugios de las Naciones Unidas en Gaza, que estaban destinados a civiles. La ONU se niega a condenar a Hamás por esconder rehenes en espacios civiles”, aseguró el Gobierno israelí, ya que las mismas mujeres confirmaron que estuvieron en albergues de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), la cual controla la actividad de Naciones Unidas en la Franja de Gaza. Esas tareas incluyen el control de los refugios, las escuelas, la entrega de alimentos y muchas veces la sanidad, y ha sido denunciada como aliada de Hamás.
Durante los 471 días que estuvieron secuestradas en Gaza, no estuvieron totalmente aisladas de lo que ocurría en el mundo: tuvieron acceso a televisión y radio, y por ellos se enteraron de la masacre del 7 de octubre. También pudieron seguir el sufrimiento y clamor de sus familias por su liberación. “Vimos su lucha; escuchamos a nuestras familias luchando por nosotras”, relataron al medio local israelí N12.
“Estábamos aterrorizadas durante la transición de las manos de los terroristas a la Cruz Roja”, contó al medio israelí una de las liberadas sobre cómo fue salir del refugio para ser llevadas a la libertad, asegurando que enfrentaron a una multitud en Gaza que fue bastante hostil con ellas. Luego, finalmente, pudieron reunirse con sus familias, en imágenes en las que se les vio rengueando hacia ellas entre lágrimas.
Posteriormente, se les hicieron todos los exámenes de salud, ya que no se sabe a qué clase de maltratos fueron sometidas. Se espera que terminen su recuperación en los próximos días y se puedan conocer más detalles para entender la vida de los secuestrados en poder de Hamás en Gaza.
El acuerdo se mantiene a pesar de las mismas dudas de que este vaya a permanecer en el tiempo. El mismo Donald Trump aseguró: “No tengo confianza. No es nuestra guerra, es su guerra”. Mientras tanto, Israel aceptó que violó el cese al fuego para dar de baja a un integrante la Yihad Islámica en Gaza. Por ahora, permanecen las condiciones mínimas para que el acuerdo siga siendo una realidad y se liberen paulatinamente las decenas de personas que anhelan recobrar la libertad.