Rosmery Turbay del Círculo de Mujeres

Opinión

Un mapa sin islas es un país incompleto

Una sanandresana cuenta cómo le duele ver el mapa de Colombia, ya sea en prensa, noticieros o en libros, sin el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Esa ausencia, confiesa, es para ella una herida silenciosa. “La verdadera inclusión comienza en lo mínimo, un simple mapa, y repercute en lo simbólico”.

Por: Rosmery Turbay
19 de agosto de 2025

Hace unos días, cuando el país conmemoró la Batalla de Boyacá, con la tensión encendida en la frontera con Perú y la advertencia de acudir a instancias internacionales, noté algo que parece mínimo, pero que para mí significa mucho: ¿Cuántas veces ha ojeado una revista o un periódico y visto un mapa de Colombia? Yo, muchas. Y cada vez que lo veo, recuerdo de dónde vengo. Sigo siendo de esas personas que aman leer en físico, quizá porque me recuerda a las mañanas con mi papá, tomando tinto y hablando de las noticias.

Soy orgullosamente sanandresana, isleña, caribeña, y lo repito cada vez que puedo. Crecer frente a un mar infinito de posibilidades y rodeada de personas con distintos acentos, colores de piel, visiones y creencias me enseñó que la diversidad y el respeto no se declaran: se viven. Soy hija de funcionarios y egresada de colegio público, por lo que crecí entendiendo el valor de la educación de calidad y del servicio. Tal vez por eso, creo tanto en la educación como motor de transformación.

Desde niña aprendí el verdadero significado de comunidad. A miles de kilómetros del continente, el vecino ayuda, el amigo cuida y la comunidad abraza. Los amigos de tus padres se vuelven tíos, como hoy son los míos para mis hijos.

Recuerdo a mi profesora de Sociales ―que aún enseña con el mismo amor― guiándonos por la historia de Colombia, sus símbolos, su geografía y estructura de gobierno. Una y otra vez dibujamos el mapa del país: regiones, departamentos, capitales y allí estaba mi isla, pequeña pero presente; y en cada fecha patria salíamos a marchar por sus calles llenos de orgullo.

Con el tiempo comprendí la dimensión de ese ejercicio. En 2012, la Corte Internacional de Justicia falló a favor de Nicaragua y Colombia perdió cerca de 75.000 km² de mar: el meridiano 82 dejó de ser nuestro límite. El país entero nos miró entre reportajes, investigaciones, debates y también culpas, que ya no vale la pena reabrir.

Después la pandemia paralizó el turismo, nuestra principal fuente de ingresos. Y cuando parecía que comenzábamos a recuperarnos, en noviembre de 2020 llegaron los huracanes Eta e Iota, este último de categoría 5 y que destruyó el 95 por ciento de Providencia. Otra vez, todo un país se volcó en solidaridad y otra vez, poco a poco, la mirada se fue.

Hoy vivo en Barranquilla, ciudad que amo y desde la que puedo estar en mi isla en hora y media de vuelo. Cada vez que nos aproximamos, mis hijos se asoman emocionados a la ventana del avión en busca de la silueta del caballito de mar que tiene la isla, símbolo de la perseverancia y la adaptabilidad que nos definen.

Por esa razón me duele ver un mapa de Colombia en prensa, en noticieros, en libros, e incluso en paredes, sin el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina: esa ausencia mínima para algunos es para mí una herida silenciosa. La verdadera inclusión comienza en lo mínimo, un simple mapa, y repercute en lo simbólico.

Este año me llena de orgullo hacer parte del Círculo de Mujeres de Semana Dinero, un espacio que resalta el liderazgo femenino y la diversidad. Cuando recibí la revista impresa, preparé mi tinto, me senté a leer y vi mi foto junto a mujeres a quienes admiro y de las cuales aprendo. Y entonces vi un mapa de Colombia, pero mi isla no estaba.

Sé que no fue intencional, quizá fue solo un detalle que pasó inadvertido, pero la inclusión empieza por lo básico: dibujar el país completo. Gracias profesora Guillermina porque hoy soy yo quien enseña a mis hijos a dibujar nuestro país completo. Y gracias al equipo de Semana por escuchar mi llamado de isleña y abrirme este espacio. No es la primera vez que lo digo, pero sí la primera vez que me motivan a compartirlo en un medio de comunicación nacional.

Mi sueño es que algún día, en todas las publicaciones que se produzcan, el caballito de mar y sus dos islas hermanas aparezcan siempre junto al mapa continental. Porque no se trata solo de geografía: es identidad, pertenencia y el valor de cada pedazo de tierra y mar que hace a Colombia ser lo que es. ¿Me ayuda a cumplirlo? La próxima vez que tenga un mapa de nuestro país entre las manos, deténgase un momento y busque la silueta de las islas en el Caribe. Si no está, hágalo notar. Mientras tanto, yo seguiré diciendo de dónde vengo y soñando con que mi casa esté siempre presente en la suya.

Por Rosmery Turbay, vicerrectora de Bienestar en la Universidad de la Costa