
Opinión
SOAT: más que un requisito, un salvavidas en carretera
La columna expone cómo un seguro obligatorio transformó la atención de urgencias viales en Colombia y salvó millones de vidas. Advierte sobre los riesgos del fraude y la evasión que lo debilitan.
Hace algunas décadas, en Colombia, un accidente de tránsito podía significar una sentencia de muerte. No necesariamente por la gravedad del impacto, sino por la falta de atención médica. Las víctimas llegaban a clínicas y hospitales, pero si no podían pagar, simplemente no eran atendidas. Muchos murieron esperando ayuda; otros quedaron con secuelas irreversibles por no recibir atención oportuna.
Fue en ese contexto que nació el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), un instrumento de carácter social y solidario que transformó radicalmente la atención de urgencias viales en el país. Desde su reglamentación en 1987, el SOAT ha sido un salvavidas para millones de colombianos.
El SOAT cubre gastos médicos, quirúrgicos, farmacéuticos y hospitalarios, además de indemnizaciones por incapacidad permanente o muerte. Su función social es clara: garantizar atención inmediata sin importar quién tuvo la culpa del accidente. Y su impacto ha sido profundo. En los últimos años, ha contribuido al fortalecimiento de la infraestructura de urgencias y ha sido clave en la planificación de la seguridad vial nacional.
Sin embargo, enfrenta hoy dos grandes amenazas. La primera es el fraude. En su venta, los estafadores utilizan páginas falsas, redes sociales y canales no autorizados para ofrecer pólizas inexistentes, dejando a miles de conductores desprotegidos. El segundo tipo de fraude es más complejo y silencioso: el uso indebido del SOAT por parte de algunas organizaciones o personas que atienden múltiples pacientes con una sola póliza. Clínicas y prestadores de servicios médicos han sido señalados por facturar procedimientos innecesarios o por atender a personas no cubiertas por el seguro, lo que genera una sobrecarga insostenible para el sistema.
La segunda amenaza es la evasión masiva. Según el Registro Único Nacional de Tránsito (RUNT), el 47 por ciento del parque automotor nacional circula sin SOAT vigente; esto equivale aproximadamente a 8,1 millones de vehículos sin seguro.
Si el SOAT salva vidas, garantiza atención médica inmediata, aporta al sistema de salud y fortalece la seguridad vial, ¿por qué no cuidarlo como sociedad? Así como en salud se habla de inmunidad de rebaño, en movilidad podría hablarse de una protección colectiva. Si todos los vehículos contaran con SOAT vigente, el sistema sería más sostenible, las clínicas estarían mejor financiadas y las víctimas de accidentes tendrían atención garantizada sin demoras ni trámites. Los recursos que hoy se destinan a atender accidentes de vehículos sin seguro podrían invertirse en programas de seguridad vial, educación ciudadana e infraestructura preventiva. La evasión no solo pone en riesgo vidas, también desvía recursos que podrían salvarlas.
Comprar el SOAT no es solo cumplir una norma. Es un acto de responsabilidad social. Es proteger a la familia, a los peatones, a los pasajeros y a uno mismo. Cada póliza vigente es una promesa de auxilio, una red invisible que cuida a todos. Porque cuando se elige la legalidad, se elige la vida.
Nathalia López Bernal, vicepresidenta de VML Holding