Ver crecer la empresa es confirmar que la rentabilidad es posible cuando se prioriza el bien común y las relaciones de equidad con los grupos de interés.

Opinión

Nuestro propósito va más allá de generar utilidades

Con una trayectoria marcada por el liderazgo empático y la equidad, Liliana Restrepo Arenas comparte su visión de empresa con propósito y de legado para Colombia.

Por: Liliana Restrepo Arenas
27 de agosto de 2025

Nací en un hogar numeroso, con 12 hijos, donde me enseñaron a compartir y cooperar. Fui la primera mujer de mi familia con un título profesional. Estudiaba Economía de noche y trabajaba de día. Eso me enseñó a ser disciplinada e independiente, y a soñar con construir algo propio.

Ese sueño tomó forma en 1977, cuando mi esposo (Alfredo Hoyos Mazuera) y yo fundamos Frisby, convencidos de que nuestra labor iba más allá de generar utilidades. Desde sus inicios, esta empresa ha sido construida a partir del amor, lo que se tradujo en nuestro propósito superior: alimentar con amor para contribuir al desarrollo del ser humano y transformar positivamente la sociedad.

Cuando asumí la presidencia, en 2020, tras la partida de mi compañero de vida, lo hice en medio de la tristeza, pero con la certeza de honrar el camino que habíamos recorrido juntos.

Nuestro propósito también se manifiesta en la Fundación Frisby, la cual creamos hace 45 años para apoyar la educación. Uno de nuestros mayores logros ha sido el Instituto Tecnológico de Dosquebradas Alfredo Hoyos Mazuera, que ha formado a más de 700 niños.

Ver crecer la empresa es confirmar que la rentabilidad es posible cuando se prioriza el bien común y las relaciones de equidad con los grupos de interés. Esa convicción nos llevó a fundar la Universidad Frisby, un programa corporativo que le apuesta a la formación como motor de cambio. No solo capacitamos en lo técnico, también formamos en valores, liderazgo y desarrollo personal.

Miles de colaboradores han pasado por ella, y ver cómo su vida cambia, la manera en que sus familias se benefician, es una de mis mayores satisfacciones. Impactar en la sociedad es dejar una huella positiva que transforme vidas. No se trata de dar empleo, sino de crear oportunidades, inspirar, formar y cuidar.

Ser empresaria en Colombia ha sido retador. Varias veces tuve que demostrar mi capacidad con hechos. En el camino he comprendido que lo femenino posee una fuerza única: inteligencia afectiva, ética del cuidado, intuición y un liderazgo empático. Desde mi hogar, aprendí a integrar esas fortalezas y a promover espacios para que otras brillen también.

Ser referente implica abrir puertas. Me motiva apoyar a mujeres dentro de Frisby para que asuman cargos de liderazgo. También participo en espacios gremiales y educativos que impulsan vocaciones femeninas.

Honores como haber sido parte de las 100 Mujeres Poderosas de Forbes Colombia en cuatro ocasiones los asumo como una oportunidad para visibilizar que las empresas pueden ser motores de desarrollo con alma. Y los recibo en nombre de todas las mujeres que trabajan con pasión. Es una invitación a seguir construyendo desde el ejemplo y con coherencia.

Mi legado va más allá de Frisby. Aspiro a ser recordada como una ciudadana que sirvió a Colombia, que sembró semillas de esperanza y que ayudó a otros a crecer. Amo profundamente a mi país. Trabajo todos los días para que, mediante el desarrollo de nuestra conciencia, lo hagamos crecer.