Mariana Rodríguez Rodríguez, gerente General de HeLi Salud

Opinión

Liderar con dos corazones: el embarazo como escuela de liderazgo

El liderazgo femenino no debe medirse por su capacidad de imitar al masculino ni por sacrificar etapas vitales para no “perder vigencia”. El embarazo no resta, transforma.

Por: Mariana Rodríguez Rodríguez
4 de julio de 2025

Cuando una mujer lidera, lo hace desde múltiples dimensiones. Es estratega, gestora, visionaria, y muchas veces, también madre. El embarazo, lejos de ser una pausa en la carrera profesional o una “complicación” para el liderazgo, puede convertirse en una de las etapas más transformadoras para una líder. No porque haya que romantizarlo, sino porque enfrenta a la mujer a una de las experiencias más profundas de sensibilidad, fortaleza y toma de decisiones bajo presión.

El embarazo te obliga a mirar hacia adentro, a priorizar, a escuchar tu cuerpo y tus emociones, a tomar decisiones con perspectiva de futuro y a hacer espacio para una vida nueva mientras sigues sosteniendo las responsabilidades del día a día. ¿No es eso acaso el resumen de liderar?

Como médica, gerente de empresas de salud y madre, he vivido en carne propia esa intersección entre la gestación de un hijo y la de un proyecto empresarial. Ambas requieren paciencia, visión, cuidado, límites claros y una dosis de fe. Sin embargo, no deja de ser cierto que muchas mujeres líderes se enfrentan al miedo –propio y ajeno– de “no poder con todo”, de ser vistas como “menos disponibles” o “menos comprometidas” por el simple hecho de estar embarazadas.

Es urgente romper con ese paradigma. El liderazgo femenino no debe medirse por su capacidad de imitar al masculino ni por sacrificar etapas vitales para no “perder vigencia”. El embarazo no resta, transforma. Te enseña a liderar desde un lugar distinto, más empático, más estratégico. Aprendes a decir “no” sin culpa, a delegar con confianza, a anticiparte al cambio y a cuidar de ti como cuidas de tu equipo o de tu organización.

En esos meses, muchas líderes se reencuentran con su propósito. Hay decisiones que se vuelven más claras, batallas que se dejan de pelear y prioridades que se reordenan. Se aprende a ver el largo plazo con nuevos ojos, a gestionar el tiempo con inteligencia emocional y a construir equipos que funcionen con o sin tu presencia constante. El verdadero liderazgo no es el que depende del micromanagement, sino el que deja huella aún en la ausencia.

También se aprende a soltar. A confiar en que el mundo no se detiene sin nosotras, y que liderar con límites es más poderoso que liderar desde la extenuación. El embarazo nos enseña a liderar con humanidad, reconociendo que somos cuerpo, alma, emociones y mente. Que la vulnerabilidad, bien entendida, puede ser fuente de autoridad moral, de conexión y de inspiración.

A las empresas, les corresponde mucho más que “tolerar” el embarazo de una líder. Deben reconocerlo como una oportunidad para fortalecer su cultura de equidad, de corresponsabilidad y de desarrollo sostenible. Una organización que respeta y apoya el embarazo de sus lideresas está invirtiendo en capital humano con visión de largo plazo.

El mundo necesita más líderes que entiendan la vida, no solo los indicadores. Que abracen la complejidad, que no teman mostrar su humanidad. Y si hay un símbolo de humanidad, de fortaleza y de transformación profunda, ese es el embarazo.

Por eso, a todas las mujeres que están liderando con dos corazones, les digo: no están solas. Están abriendo camino. Están mostrando que se puede construir mientras se gesta, que el liderazgo también puede tener forma de vientre, ritmo de respiración pausada y una visión que trasciende los trimestres financieros.

Liderar embarazada no es una debilidad. Es un acto de coraje, de amor y de visión. Y como todo verdadero liderazgo, deja legado.

Mariana Rodríguez Rodríguez, gerente General de HeLi Salud

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