Raquel Bernal 
Rectora Universidad de los Andes

Opinión

La educación en la era de la incertidumbre

Debemos procurar por medio de nuevos modelos educativos que la IA aumente las capacidades humanas en lugar de sustituirlas. Para lograrlo, es crucial desarrollar competencias profundamente humanas como empatía, colaboración, creatividad, sensibilidad, pensamiento crítico, inteligencia emocional y resiliencia.

Por: Raquel Bernal
16 de julio de 2025

El futuro es siempre incierto, pero el nivel de incertidumbre actual es mayor que en cualquier otro momento de nuestra historia. No solo desconocemos el futuro, sino que las proyecciones basadas en el pasado son cada vez menos confiables. Esto se debe a grandes transformaciones: tecnologías disruptivas, cambio climático, crisis democráticas, desconfianza institucional, guerras y conflictos. La velocidad y profundidad de estos cambios desafían nuestra capacidad de adaptación y planeación.

Eric Emerson, expresidente de Google, considera que en un año los programadores serán reemplazados por programadores de IA. Hoy, alrededor del 20 por ciento de la programación la realiza la máquina a través del automejoramiento recursivo. En tres a cinco años, se alcanzará la IA General, un sistema más inteligente que cualquier humano. En seis años, según los expertos de Silicon Valley, llegaremos a la Super IA: máquinas más inteligentes que todos los humanos juntos. Un escenario que parece ciencia ficción, pero que avanza a pasos agigantados.

El sector educativo debe preparar a las personas para esta nueva era. No solo para sus trabajos, sino también para su vida personal, la democracia y su relación con las máquinas. Un reto monumental que exige una educación integral.

La velocidad del cambio tecnológico hará muy difícil lograr una formación permanentemente actualizada en IA, computación cuántica y otras tecnologías por su rapidez de ajuste. Además, debemos procurar por medio de nuevos modelos educativos que la IA aumente las capacidades humanas en lugar de sustituirlas. Para lograrlo, es crucial desarrollar competencias profundamente humanas como empatía, colaboración, creatividad, sensibilidad, pensamiento crítico, inteligencia emocional y resiliencia.

Puedo imaginar un futuro distópico en el que muchas tareas del trabajo se han automatizado y otras tantas en el hogar están en manos de robots, dejando a las personas tiempo para el esparcimiento y el cultivo del ser. Un retorno a los oficios básicos podría ser una vía para reconectar con el espíritu, el planeta y los demás: artesanía, carpintería, pintura, agricultura, las artes y el placer del aprendizaje sin propósito laboral. Proyectos de vida más gratificantes y acordes al bienestar personal que se basan en una oferta renovada y de alta calidad de ocupaciones técnicas.

En estos escenarios posibles, estoy convencida de que las artes, humanidades y ciencias sociales serán esenciales, fortaleciendo lo más humano del ser humano. Las nuevas formas de aprender combinarán saberes ancestrales, alianzas con empresas, gobiernos, universidades y organizaciones civiles. Las universidades deberán replantear su operación, dispuestas a experimentar, arriesgarse y adaptarse. Deben centrarse en el aprendiz, no en la institución, y mantener un enfoque innegociable en la formación de buenos ciudadanos y seres humanos integrales.

Raquel Bernal, rectora de la Universidad de los Andes