Juliana Rangel

Opinión

La deuda te hará libre: Desmitificando la mayor mentira financiera de nuestra generación

Nos enseñaron que “la deuda es mala” y esa idea se convirtió en un mandamiento financiero incuestionable. Pero, ¿y si esta creencia no solo es errónea, sino también una de las principales barreras que impiden a muchas personas construir verdadera libertad financiera?

Por: Juliana Rangel
25 de junio de 2025

Por generaciones, la idea de que la deuda es algo negativo ha sido una verdad indiscutible. En muchos hogares de clase media y trabajadora, endeudarse se asocia con irresponsabilidad, angustia financiera y un futuro incierto. En consecuencia, quienes caen en deudas suelen vivir con la urgencia de salir de ellas lo antes posible, incluso si eso significa sacrificar oportunidades valiosas. Pero, ¿y si el problema no es la deuda en sí, sino el propósito para el cual se adquiere?

En la vida cotidiana, especialmente entre los sectores populares y medios, endeudarse suele responder a una necesidad emocional antes que financiera. Es común ver personas adquiriendo créditos para comprar ropa de marca, viajar o adquirir bienes como autos o casas que, aunque representan símbolos de estatus, no generan ingresos. Estas decisiones no se toman con mentalidad estratégica, sino impulsadas por la necesidad de escapar —aunque sea momentáneamente— de una sensación persistente de escasez. Bajo esta óptica, la deuda se convierte en una cadena.

Además, existe una creencia profundamente arraigada: tener una casa o un carro es sinónimo de éxito. Muchas familias se endeudan durante décadas para pagar su vivienda o su vehículo, pensando que están invirtiendo en activos. Pero esto es un error conceptual. Un activo, por definición, es algo que pone dinero en tu bolsillo. Una casa propia o un carro, en cambio, lo sacan pues implica pagar mantenimiento, impuestos, seguros e imprevistos. No generan ingresos, y por tanto, no construyen riqueza. En estos casos, la deuda sí se vuelve una carga.

La visión cambia drásticamente cuando se observa la manera en que los empresarios y personas con mentalidad financiera sólida usan la deuda. Para ellos, el crédito no es un enemigo sino una herramienta. Se endeudan no para consumir, sino para construir. Usan la deuda para adquirir activos reales —negocios, inversiones, propiedades en arriendo— que generan ingresos. Y con esos ingresos pagan la deuda, reinvierten y les queda un excedente para sus gastos. No agrandan el hueco: construyen un edificio encima.

Quien tiene una mentalidad de abundancia no se angustia por la deuda buena. Sabe que está financiando su crecimiento. Los ricos reinvierten, crean nuevas fuentes de ingreso y dejan que el dinero trabaje por ellos. Es decir, hacen dinero sin dinero. ¿Cómo? Apalancándose en la deuda y en los bancos, especialmente cuando las tasas de intereses están bajas.

Un fenómeno interesante que he observado al trabajar con emprendedoras es que, aunque han utilizado la deuda para iniciar sus negocios, cargan con la culpa de estar endeudadas. Eso las consume al punto de convertir el pago del préstamo en su prioridad absoluta, relegando el crecimiento, la contratación o la innovación. El miedo a la deuda —más que la deuda en sí— les detiene. En lugar de construir riqueza, se enfocan en cerrar ciclos que, en realidad, apenas están comenzando.

Esta percepción negativa también tiene un efecto paralizante en situaciones de crisis. Cuando alguien pierde su empleo o atraviesa una emergencia y tiene deudas, suele correr a pagar todo con cualquier ingreso extra que reciba, quedándose sin recursos para comenzar de nuevo. Esto le condena a volver al punto cero, sin apalancamiento, sin opciones.

Mientras tanto, alguien con mentalidad empresarial, ante una quiebra no corre a pagar la deuda: busca crear algo nuevo que le permita volver a generar ingresos, y entonces sí, saldar sus obligaciones.

No se trata de glorificar el endeudamiento ni de ignorar los riesgos asociados al mal manejo financiero. La deuda mal usada puede ser destructiva. Lo que importa no es si tienes deuda, sino para qué la tienes. Si te endeudas para consumir, estás cavando un hoyo. Si te endeudas para producir, estás poniendo los cimientos de un futuro próspero.

En definitiva, la deuda no es mala por naturaleza. Es una herramienta poderosa que, bien utilizada, permite escalar sueños, construir empresas y generar libertad financiera. El verdadero problema no está en el crédito, sino en la mentalidad. Cambiar la creencia de que endeudarse es negativo puede ser el primer paso para salir de la rueda de la escasez y entrar en el ciclo virtuoso de la creación de riqueza.

Por Juliana Rangel, CEO de July Academy