
Opinión
Entre el miedo a ser reemplazado y la necesidad de sostener: el nuevo reto emocional del liderazgo
He acompañado líderes durante años, pero hoy veo un reto emocional más grande que nunca: el miedo a ser reemplazados, a no ser suficientes o a no poder mostrar vulnerabilidad.
Vivimos tiempos intensos. El avance vertiginoso de la inteligencia artificial, la incertidumbre económica y los cambios sociales han despertado un nuevo tipo de ansiedad laboral: la sensación de que seremos fácilmente reemplazables. En mis espacios de coaching, formaciones y acompañamiento a líderes, cada vez escucho más frases como: “¿Y si ya no soy suficiente?”, “¿Qué pasa si la máquina me supera?”, “¿Y si mostrar mis emociones me hace ver débil?”
Estas preguntas no son menores. Revelan una crisis silenciosa que se está incubando en muchas organizaciones: la falta de seguridad emocional y psicológica para transitar el cambio.
Un estudio reciente en Canadá muestra que el 50 % de los trabajadores cree que la IA amenaza su empleo. Y, al mismo tiempo, el 88 % de los ambientes laborales considerados emocionalmente saludables son aquellos donde se promueve la seguridad emocional y la transparencia. No se trata de eliminar la tecnología -eso sería irreal-, sino de cultivar entornos que acojan el miedo sin negarlo, y habiliten el pensamiento estratégico desde lo humano, no desde la reacción automática.
Cuando un profesional siente que no puede hablar de lo que le inquieta, cuando teme ser juzgado por estar confundido, ansioso o abrumado, comienza a actuar desde el silencio emocional. Y ese silencio (lejos de ser inofensivo) deteriora la innovación, la creatividad y, sobre todo, la salud mental colectiva, que se hace visible y palpable en el estado anímico de los equipos.
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En ese contexto, emerge con fuerza un concepto clave: la seguridad psicológica. Según Dilan Consulting y el estudio global de Workplace Options, el estrés, los conflictos interpersonales y la presión por rendimiento han convertido la seguridad psicológica en una necesidad empresarial, no en un beneficio opcional.
Pero ¿qué es la seguridad psicológica? Es la capacidad que tienen los integrantes de un equipo para expresarse sin temor a represalias. Significa poder decir: “No estoy bien”, “No entendí”, “Necesito ayuda”, “Esto me preocupa”… y saber que esa verdad no será castigada, burlada o invalidada, sino respetada.
Y es que liderar hoy, en un entorno incierto y cambiante, exige algo más que habilidades técnicas: exige crear culturas donde las personas no tengan que elegir entre ser competentes o ser auténticas. Donde no se mida el valor de un colaborador por cuán poco molesta o cuánto produce, sino por cuánto aporta desde su integridad emocional.
Pero incluso en los equipos que promueven la seguridad psicológica, hay un obstáculo cultural que todavía persiste: la resiliencia tóxica. Una de las trampas más comunes y peligrosas que hoy observo en líderes, equipos y consultantes es esta exigencia silenciosa de aguantar, aguantar, no quejarse, no aflojar. En mi libro Emociones: un mundo desconocido hacia la transformación, nombro con fuerza esta idea: cuando la resiliencia se convierte en una máscara, perdemos contacto con nuestra humanidad.
La resiliencia auténtica no es la que nos convierte en máquinas de productividad, sino la que nos permite caer, perder, procesar, pedir ayuda, aprender y levantarnos con más consciencia y menos culpa. No hay salud emocional sin espacio para la expresión emocional. Y no hay verdadero liderazgo sin humanidad.
Frente a estos desafíos, una herramienta se vuelve cada vez más valiosa: la asertividad emocional. Como lo he trabajado a lo largo de más de 25 años en procesos de formación y liderazgo, ser emocionalmente asertivos implica reconocer lo que sentimos, expresarlo con honestidad y respeto, para construir relaciones basadas en la escucha, no en la exigencia.
Esto no solo mejora el clima laboral. También protege contra el agotamiento, previene la deserción emocional de los talentos clave y promueve culturas más humanas, sostenibles y lúcidas. Porque en tiempos donde la productividad es un ídolo moderno, dar permiso a la pausa, al diálogo y al sentir es casi un acto revolucionario.
La inteligencia artificial podrá reemplazar tareas. Pero nunca reemplazará el poder de una conversación honesta, una contención genuina o un liderazgo que escucha con el corazón.
Si algo necesitamos hoy, es recordar que la tecnología no nos hace menos humanos… pero la falta de seguridad emocional, sí.
Por eso, si lideras un equipo, acompañas personas o simplemente estás atravesando tus propias dudas, no te exijas ser indestructible. Sé real.
Porque liderar desde la humanidad no es un lujo: es la nueva competencia estratégica del siglo XXI.
Luchy Mejía, master coach – Experta en emociones y CEO de Potencial Humano Integral