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Opinión

Cuando ‘hacer una vaca’ se convierte en un símbolo de solidaridad que transforma vidas

Conocí una iniciativa que me recordó que ayudar no es solo dar, sino transformar. Una vaca en manos de mujeres campesinas no solo produce leche, sino también esperanza, autonomía y desarrollo para toda una comunidad.

Por: Diana Lorena Gómez
22 de julio de 2025

En el umbral de la solidaridad, donde ayudar al prójimo se convierte en una realidad tangible, conocí una iniciativa que trasciende la simple asistencia para crear verdaderos escenarios de emprendimiento, seguridad alimentaria y transformación para quienes hacen posible que cada día tengamos alimento en la mesa: nuestros campesinos.

En el campo colombiano coexisten dos historias, aunque rara vez las reconocemos como parte esencial de nuestra vida diaria. Una es la historia del conflicto: una larga batalla política y territorial que ha marcado el discurso del país. La otra, más silenciosa pero igualmente poderosa, es la historia de la resiliencia: la capacidad del campo para seguir produciendo con excelencia y diversidad, a pesar del olvido, la pobreza y la adversidad.

En este contexto, vale la pena recordar que más de nueve millones de personas se dedican a actividades agropecuarias en el país. Muchas de ellas viven en condiciones de vulnerabilidad, pero, aun así, hacen posible que el alimento llegue a nuestras casas. Entonces surge la pregunta: ¿cómo podemos cambiar esta historia y ayudar de manera efectiva?

Fue entonces cuando me hablaron de una idea que va más allá de lo asistencial: una propuesta verdaderamente transformadora. Me invitaron a “hacer una vaca”. Al principio pensé en la expresión popular de reunir dinero para cubrir una necesidad, pero esta vez era literal: una vaca de carne y leche, convertida en un símbolo de solidaridad que no solo ayuda, sino que transforma.

La iniciativa nace de Fundagán, una organización que, con bajo perfil pero profunda convicción, ha apostado durante años por la ganadería como fuente real de desarrollo rural y por la solidaridad como herramienta de cambio social. Más allá de ser la fundación del gremio ganadero en Colombia, Fundagán trabaja para fortalecer comunidades, especialmente aquellas que históricamente han sido marginadas.

Un ejemplo elocuente de este impacto es la historia de un grupo de mujeres en el área rural de Cubarral, Meta, que demuestra cómo una ayuda bien pensada puede convertirse en motor de desarrollo, dignidad y autonomía. Hace diez años, a estas mujeres les llegó una vaca. Un gesto que podría parecer simple, pero que fue el punto de partida para algo mucho mayor: la creación de la Asociación de Mujeres Campesinas Brisas de la Esperanza.

Desde entonces, emprendieron un camino de trabajo colectivo, solidaridad y empoderamiento. Hoy, gracias a su esfuerzo y compromiso, han establecido un punto de venta en el corazón del municipio, desde donde sustentan a más de diez familias con productos derivados de la leche. Su emprendimiento, ASMUC - Lácteos Mujeres de Cubarral, es un testimonio inspirador de cómo el apoyo inteligente puede transformar vidas y comunidades.

Comparto esta historia porque creo que “hacer una vaca” debe convertirse en un símbolo de transformación rural. Porque ayudar no siempre es caridad: a veces es justicia, y siempre es un acto de humanidad. Reconozcamos el valor inmenso de nuestros campesinos y hagamos parte de esas pequeñas acciones que, en manos correctas, cambian todo.

Diana Lorena Gómez, Vicepresidenta administrativa Banco Agrario