Marcela Santiago

Opinión

Bre-B, inclusión financiera y el reto pendiente: más allá de la interoperabilidad

El pasado 14 de julio, la industria financiera colombiana vivió un hito: el lanzamiento oficial de Bre-B, el sistema de pagos interoperables del Banco de la República que abre la puerta a una nueva etapa.

Por: Marcela Santiago
9 de agosto de 2025

Lograr que toda la banca tradicional y los actores digitales se pongan de acuerdo para habilitar transferencias inmediatas, sin importar la entidad, con la simplicidad de usar una ‘llave’ como el número de celular, cédula o correo, abre la puerta a una nueva etapa de libertad financiera en Colombia.

La interoperabilidad, que por años fue una aspiración, hoy es una realidad palpable que permite a los usuarios mover dinero entre bancos y billeteras digitales en segundos, 24/7, reduciendo fricciones, comisiones y eliminando barreras de entrada para muchos servicios. Pero como profesional y como emprendedora, me pregunto: ¿este avance tecnológico representa una verdadera transformación en inclusión financiera? La respuesta es matizada.

Un avance, pero el reto persiste

Nadie puede negar el logro de poner de acuerdo a los principales actores del sistema financiero para operar en una infraestructura común. Este cambio demuestra que la colaboración sí es posible en beneficio del usuario. Sin embargo, la inclusión financiera efectiva todavía está lejos de alcanzarse.

Según datos de la Superintendencia Financiera Colombia reporta un nivel de acceso bancario del 96,3 por ciento de adultos con al menos un producto financiero, pero este porcentaje cae al 65,6 por ciento en la ruralidad, y los niveles reales de uso activo rondan el 86 por ciento. La brecha es incluso más grande al hablar de crédito formal: apenas el 35,5 por ciento accede a crédito bancario, porcentaje que sube a la mitad si sumamos formas de crédito no bancarias.

En la práctica, muchos de los excluidos son adultos mayores, migrantes, personas de bajos recursos o habitantes de zonas apartadas, quienes siguen sin acceso a billeteras digitales, medios de pago electrónicos o la posibilidad real de aprovechar estos servicios. La infraestructura detrás de Bre-B es sólo una parte de la solución.

Hablar de libertad financiera va mucho más allá de poder transferir dinero en segundos. Implica dar herramientas y educación para que los usuarios tomen decisiones informadas, gestionen su patrimonio y accedan a todo el abanico de productos financieros de manera segura y confiable. Significa que un adulto mayor perdido frente a la tecnología, un migrante sin papeles, o un pequeño empresario rural separado por una brecha digital, puedan acceder y operar en igualdad de condiciones.

La interoperabilidad, por sí sola, no resuelve la desconfianza ni la falta de competencias digitales. Tampoco elimina obstáculos en el acceso a crédito, seguros, inversión y nuevas formas de ahorro. Para lograr una verdadera inclusión, hace falta contextualizar soluciones, humanizarlas y llevarlas hasta donde el usuario está, no esperar que sea él quien dé el primer paso.

El papel de las fintech en este reto

Por ejemplo, desde el rol de TumiPay como Fintech, tenemos el reto y la oportunidad de hacer que Bre-B no sea solo una autopista para quienes ya están dentro del sistema, sino también una puerta para quienes siempre han estado fuera. Esto implica adaptar nuestra plataforma y billetera digital para llegar a segmentaciones tradicionalmente excluidas: migrantes, microcomercios, sectores rurales, y adultos mayores.

El desafío no es técnico: se trata de diseñar productos con procesos simplificados, educación financiera a la medida y canales de atención personalizados. Para lograrlo, es necesario que tanto los bancos como las fintech trabajen en conjunto, impulsando alianzas con organizaciones sociales y el sector público para amplificar el impacto de la interoperabilidad.

Aquí algunas ideas que considero valiosas para avanzar en temas de inclusión:

Educación financiera y digital: diseñar talleres presenciales y recursos audiovisuales para capacitar a adultos mayores, mujeres rurales y migrantes sobre el acceso, uso y beneficios de los servicios digitales.

Innovación en autenticación: implementar mecanismos de verificación biométrica sencilla, que faciliten el registro y uso de Bre-B incluso para quienes carecen de experiencia digital.

Microcrédito y servicios personalizados: usar la data transaccional generada por plataformas interoperables para crear productos de microcrédito, ahorro y seguros especialmente diseñados para poblaciones de bajos ingresos.

Alianzas público-privadas: trabajar junto al Estado y organizaciones comunitarias para que la cobertura de internet, la conectividad y la infraestructura de pagos lleguen a las zonas más apartadas.

Acompañamiento humano y soporte: la tecnología es fundamental, pero la inclusión financiera es, ante todo, un proceso humano: atención personalizada, soporte en el registro y solución de problemas son tan importantes como la velocidad de la transacción.

Bre-B marca un antes y un después en la modernización de los pagos, pero la verdadera transformación será visible solo si los esfuerzos institucionales van acompañados de una visión de largo plazo, basada en adaptar la innovación tecnológica a las realidades y sueños de millones de colombianos.

Como fintech seguiremos apostando por integrar Bre-B en nuestra plataforma, pero también por hacer movimiento como potenciar nuestra billetera digital como herramienta para cerrar brechas y acercar la economía digital a quienes más lo necesitan. El camino por recorrer es largo: falta voluntad, creatividad y, sobre todo, trabajo conjunto entre la banca, las fintech y los gobiernos.

La interoperabilidad es solo un paso necesario, pero no suficiente. El reto pendiente sigue siendo la verdadera inclusión, esa que coloca a la persona, sea quien sea y esté donde esté, en el centro de la innovación financiera. Ese debe seguir siendo nuestro norte como país y como industria. ¿Te sumarías a esta causa?