Opinión
La diversidad debe ser un habilitador para alcanzar objetivos estratégicos
En las organizaciones, la inclusión y diversidad se están viendo como una cuota a cumplir, cuando en realidad es una ventaja competitiva. La clave está en gestionar el talento de acuerdo con las estrategias de cada negocio.
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La diversidad no es una moda ni una tendencia pasajera. Es una realidad que, aunque quizás no se hubiera definido explícitamente con un nombre, ha estado siempre presente en nuestra humanidad. Cuando hablamos de diversidad, nos referimos a las diferencias que nos hacen únicos, tanto las visibles como las que no podemos percibir a simple vista. Por tanto, no debería ser objeto de cuestionamiento, sino fluir en un mundo que, por su propia naturaleza, es diverso.
Me pregunto por qué la diversidad y la inclusión generan tanta controversia y son tan criticadas. La respuesta radica, a mi juicio, en el enfoque que se les ha otorgado.
Concentrémonos en el contexto de las organizaciones, donde la inclusión ha generado un gran debate por considerarla una cuota a cumplir. La veo como una ventaja competitiva. La clave está en gestionar ese talento de acuerdo con las estrategias de cada negocio.
Si el enfoque es la homogeneidad y la rapidez en la ejecución, podría parecer que los talentos más convergentes son una opción viable. Pero si lo que se busca es creatividad e innovación, la diversidad se convierte en un motor esencial. Todo depende de las intenciones y los objetivos que tengamos.
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A menudo, operamos en piloto automático y tendemos a seleccionar o movilizar personas que por nuestros propios sesgos se asemejan a nosotros mismos o a unos modelos preexistentes, en lugar de abrirnos a las mentalidades heterogéneas que pueden enriquecer nuestras perspectivas. Quiero ser enfática: no se trata de sacrificar la competitividad ni de aumentar costos en nombre de propósitos altruistas. Al contrario, la diversidad debe ser un habilitador para alcanzar los objetivos estratégicos. Si ponemos el ejemplo de un proceso de selección, en el marco de la diversidad e inclusión siempre debería elegirse al más competente para los fines pretendidos.
Es importante aclarar que este concepto no se limita a las discapacidades, a la inclusión de mujeres o de personas de determinadas comunidades o culturas. Se trata de reconocer nuestra autenticidad, nuestros talentos únicos y, como asunto central, de respetarnos con ese equipaje con el que fuimos dotados y saber usar u orientar esas capacidades a donde más agreguen valor.
El enfoque que prevalece es el de la diversidad e inclusión como dificultades, en lugar de oportunidades. Nos enfocamos más en lo que es distinto que en los puntos de convergencia. Pero el verdadero problema no está en la diferencia, sino en las barreras que hemos construido para no otorgarle un lugar válido.
Démosle una mirada al tema más allá de las organizaciones. Si observamos desafíos globales como la desigualdad, el cambio climático y las crisis sociales, la necesidad de una respuesta colectiva y diversa nunca había sido tan urgente.
La forma en que gestionamos nuestras diferencias hoy determinará el tipo de mundo que dejaremos a las futuras generaciones. En un entorno de polarización y exclusión, cómo transformar y evolucionar nuestra forma de pensar más hacía la colaboración e interdependencia, donde cada voz importe y cada perspectiva valga.
¿Cómo vamos a responder a este llamado en un momento en que el mundo más lo necesita? ¿Qué camino queremos elegir? Ser parte activa del cambio o permanecer indiferentes.
Que la mayor discapacidad no sea la falta de sensibilidad y nuestra indiferencia. No debemos permitir que la falta de comprensión y la inacción sean parte de nuestro legado.
Todos deberíamos tener un espacio en el mundo, brindar más confianza a aquellos niños con talentos únicos y a jóvenes que dudan de sí mismos por no tener suficientes recursos, y alentar más a las mujeres para arriesgarse en campos históricamente masculinizados.
Si queremos trascender, nuestro papel debería contemplar esta visual. Invito a cada una de ustedes a ser parte activa de una historia en la que cada persona, sin importar su origen, cultura o talentos, sea incluida y valorada.
Cada día es una nueva oportunidad para iniciar una acción que cambie el mundo ¿Cuál será su primer paso?
*Por Yukari Sawaki, gerente de Desarrollo Humano y Organizacional de Negocio Cárnicos – Grupo Nutresa