Opinión

Calidad y pertinencia: dos pendientes de la educación en Colombia

Se necesita no solo de maestros con vocación y con una preparación pertinente, sino de instituciones con una infraestructura física y tecnológica que permita tener ambientes de aprendizaje propicios.

Gloria Figueroa Ortiz
10 de abril de 2025, 4:18 p. m.
El maestro debe ser de acompañante, mentor, coach para la vida, aprendiz permanente y generador de ambientes socioemocionalmente seguros.
El maestro debe ser de acompañante, mentor, coach para la vida, aprendiz permanente y generador de ambientes socioemocionalmente seguros. | Foto: Corporación Educativa San José de Las Vegas

En Colombia es bien sabido que los resultados en educación no han sido los esperados, a pesar de grandes esfuerzos que han impulsado mejoras. Continuamos por debajo del promedio mundial al compararnos en las pruebas Pisa (Program for International Student Assessment), impulsadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo económico (OCDE), que mide el desarrollo de los países en diversas perspectivas, entre ellas la educación.

¿Pero qué es lo que ha andado tan mal por tantos años y no se ha podido mejorar? ¿Por qué se dan esas diferencias tan marcadas en los resultados de los colegios públicos y privados del país? ¿Por qué hay algunos colegios en Colombia que sí logran resultados que compiten con los mejores colegios del mundo?

Hay muchas razones para responder: la falta de oportunidades, la pobreza, el sistema, la economía, la política y otras más que usualmente generalizamos. Sin embargo, los invito a focalizarnos en la calidad y pertinencia de la educación.

¿Conocen ejemplos de educadores que aun teniendo pocos recursos impulsan la vida de sus estudiantes? ¿Han visto jóvenes que tienen un maestro que los alienta y los lleva a la cima a pesar de la adversidad? Como estos, hay muchos ejemplos de inspiración, pero no podemos esperar a que la excepción sea la que nos saque del sitio en el que estamos. Una calidad educativa baja es una bola de nieve que debemos parar.

Vale la pena pensar en dos factores y grandes pilares que hacen la diferencia en la calidad de la educación.

1. Preparación y formación de los maestros

Mucho se habla de impulsar las carreras STEM, de tecnologías digitales combinadas con la ciencia para las oportunidades laborales del mundo. ¿Pero de qué sirven si no tenemos maestros con vocación y una preparación pertinente?

Los maestros, en su gran mayoría, siguen enseñando lo que aprendieron, y pocos han logrado articular su experiencia con el cambio de metodología, de generaciones y de contexto global. Aún una gran cantidad de educadores siguen habituados a sus planeaciones y sus mismos conocimientos, desconociendo en muchas ocasiones que sus estudiantes vienen con grandes aprendizajes del entorno digital y físico al que están expuestos.

Precisamente, un reto sobre la pertinencia de la educación es entender el contexto, momento y espacio en que acompañamos procesos de educación de acuerdo con la edad. Entender que el rol de maestro debe ser de acompañante, mentor, coach para la vida, aprendiz permanente y generador de ambientes socioemocionalmente seguros. Es vital que el sistema educativo rodee a los estudiantes y sus maestros de las competencias, los recursos y las oportunidades necesarias para acceder a experiencias de aprendizaje, sin importar el sitio donde se den: urbano o rural; lo que con seguridad hará una gran diferencia.

2. Infraestructura física y tecnológica que ofrezca ambientes de aprendizajes propicios y que traigan oportunidades

El acceso a internet, a software con ambientes para el desarrollo de competencias académicas, y espacios que inviten al aprendizaje colaborativo y con reflexión individual, son aspectos fundamentales para la educación de hoy desde cualquier parte del país, combinado con un maestro inspirador para el uso pertinente de ello.

Un punto que resta oportunidad es ver cómo cada candidato a la alcaldía, gobernación o presidencia cree que construyendo colegios traerá soluciones a la educación. Si ya tenemos tantas instituciones educativas con tan mala infraestructura, ¿por qué no mejorarlas? ¿Por qué no dejar huella en el mejoramiento de espacios educativos y profundizar en la experiencia de aprendizaje que se lleve a cabo en el colegio, de tal manera que impactemos en la calidad? No es necesaria la foto del colegio nuevo con el nombre que quedará para la historia del ego, debería ser la huella de transformación de vidas lo que importe en la impronta de los gobernantes.

Es verdad que las políticas y el sistema educativo tienen grandes retos. Tenemos una legislación educativa del siglo pasado, que ha intentado actualizarse pero que sigue basada en tiempos e ideas antiguas de poder en la educación. Hoy se hace necesario ampliar la visión: impulsar una administración diferente en el sector, pero, sobre todo, contar con la voluntad política de todos los que hacemos parte de la educación para reconocer que como administradores y maestros somos responsables de los bajos resultados de la educación, y que en la misma medida tenemos la posibilidad de impulsar en nuestros niños, niñas y jóvenes lo mejor de sí para aportar a un mundo mejor y más desarrollado, produciendo un impacto económico, social y ambiental.

Gloria Figueroa Ortiz, directora general de la Corporación Educativa San José de Las Vegas