Opinión
Ya no se trata de mover carga, se trata de movernos juntos
Necesitamos dejar de ver la logística como un gasto inevitable y empezar a verla como un eje estratégico que puede ser optimizado desde la colaboración.

Colombia enfrenta un reto estructural en su competitividad logística. Según el Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial, ocupamos el puesto 99 entre 139 países. En términos de costos, el Banco Interamericano de Desarrollo estima que nuestros gastos logísticos representan entre el 13% y 15% del valor del producto, frente a un promedio latinoamericano del 8%. Esto significa que, antes de competir por precio, calidad o innovación, ya estamos corriendo con una desventaja que impacta nuestros márgenes, nuestra capacidad exportadora y, sobre todo, nuestra sostenibilidad como país industrial.
Exportar desde Colombia cuesta más. Por ejemplo, transportar una tonelada de carga de Bogotá a Cartagena puede superar los USD 90, un costo significativamente más alto que en países como México o Brasil, donde existen estructuras más colaborativas. Esta realidad nos debe llevar a preguntarnos no solo por qué es así, sino qué podemos hacer distinto para cambiarla.
La colaboración es el motor que puede cambiar nuestras rutas y nuestros resultados
La forma más poderosa de reducir costos sin sacrificar servicio es optimizar el uso de los vehículos. Y la herramienta más efectiva para lograrlo es compensar la carga: aprovechar el retorno de cada trayecto para no mover camiones vacíos. El reto es que ninguna empresa, por sí sola, tiene carga constante en ambas direcciones. Pero si comenzamos a ver más allá de nuestras fronteras organizacionales, si reconocemos que otras compañías tienen necesidades logísticas que pueden complementarse con las nuestras, el panorama cambia por completo.
En lugar de operar rutas unidireccionales, podemos construir vueltas redondas entre compañías, logrando eficiencias que pueden traducirse en reducciones de hasta un 25% en el costo por metro cúbico transportado. Esta no es una hipótesis: lo hemos vivido. Sabemos que es posible.
Colaborar no es ceder terreno, es multiplicar capacidades
Para que esto funcione, necesitamos un cambio de mentalidad: dejar de ver la logística como un gasto inevitable y empezar a verla como un eje estratégico que puede ser optimizado desde la colaboración. Se trata de compartir información, identificar rutas comunes, coordinar calendarios y, sobre todo, generar confianza. Porque cuando construimos relaciones con propósito, todos ganamos: las empresas, los proveedores logísticos, los clientes y el país.
No se trata solo de tecnología o infraestructura. Se trata de sentarnos entre líderes a preguntarnos cómo podemos ayudarnos mutuamente. Una empresa de alimentos puede tener una ruta de ida; una farmacéutica, la de regreso. Una compañía industrial puede tener capacidad instalada los lunes, otra los jueves. Si logramos tejer esa red, podríamos no solo reducir costos, sino hacer más sostenible, ágil y resiliente toda la cadena de suministro nacional.
La transformación que necesita Colombia comienza con un acuerdo entre nosotros
Este no es un llamado romántico a la cooperación: es un llamado estratégico, realista y urgente. No podemos seguir perdiendo competitividad por operar de forma fragmentada. La compensación de carga es una de las soluciones más inmediatas, alcanzables y efectivas para cambiar el modelo actual. Pero requiere de nosotros un compromiso: pensar en colectivo, sumar capacidades, abrir conversaciones y compartir rutas.
La invitación es sencilla pero poderosa: pongamos la logística en el centro de nuestra estrategia de país. Aprovechemos la inteligencia colectiva, construyamos confianza entre empresas y avancemos hacia un modelo donde el transporte deje de ser una barrera y se convierta en un motor para exportar más, llegar más lejos y hacerlo juntos.
Hacer equipo también es estrategia. Y Colombia lo necesita ahora
Somos un país con talento, con sectores productivos fuertes, con empresarios valientes y con el deseo de trascender. Lo que hoy nos separa no es la falta de recursos, sino la falta de diálogo entre actores que podrían complementarse. Si cambiamos eso, cambiaremos la historia de nuestra logística. Y con ella, la historia de nuestra competitividad.
Este es el momento de actuar. No solos, sino juntos. Porque la transformación que soñamos no llega por inercia. Llega cuando los líderes deciden colaborar, y convertir cada ruta compartida en una victoria compartida.
En un país donde la logística representa hasta el 15% del costo del producto, cada alianza estratégica entre empresas es una decisión de rentabilidad, no solo de eficiencia.
Por Angélica De la Peña Serna, vicepresidente comercial en Tractocar Logistics