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Tu crítico interno no tiene la última palabra
Descubra cómo cambiar la relación con su diálogo interno y tomar el control de su narrativa personal.
Esa voz interna que te dice “no eres suficiente” o “¿quién te crees que eres para intentar eso?”… ¿Te suena familiar? Es el crítico interno, ese compañero invisible que todas llevamos dentro y que, aunque a veces parece tener buenas intenciones, suele convertirse en un freno más que en un aliado.
Pero aquí viene algo que aprendí de una mentora y que transformó mi relación con esa voz: le puse nombre. La mía se llama Maruja. No es un nombre de villana, porque mi diálogo interno no es malo. Maruja, como todos los críticos internos, no solo busca peligros; también es una fuente de ideas, oportunidades y recordatorios importantes. Y enseñarles a mis alumnas a ponerle nombre a su diálogo interno es una de las primeras herramientas que les comparto para resignificarlo.
La neurociencia detrás del crítico interno
Desde el punto de vista de la neurociencia, el crítico interno es una voz que surge de las redes neuronales asociadas a la autoevaluación y la regulación social. Nuestro cerebro está programado para protegernos, y esa voz a menudo intenta prevenir errores o rechazos. Pero hay un problema: el cerebro no siempre distingue entre un peligro real y uno imaginario, así que esa voz puede exagerar, haciéndonos dudar de nosotras mismas cuando más necesitamos confianza.
El resultado es un constante estado de alerta emocional que activa el sistema de amenaza. Esto no solo genera estrés, sino que también limita nuestra creatividad y capacidad de tomar decisiones. En otras palabras, cuando el crítico interno habla demasiado fuerte, nuestro cerebro está ocupado defendiéndose en lugar de avanzar.
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Resignificando al crítico interno
Aquí es donde entra la posibilidad de resignificar. En lugar de tratar a tu crítico interno como un enemigo, ¿qué tal si lo ves como un compañero que, aunque a veces se pone intenso, tiene buenas intenciones? Dale un nombre amable, como el de una amiga o un personaje que te haga sonreír. Ese simple acto cambia la forma en que interactúas con esa voz.
Por ejemplo, cuando Maruja empieza con sus discursos de “esto va a salir mal”, yo le respondo: “Gracias por preocuparte, pero tengo esto bajo control.” Esta conversación no solo me recuerda que su intención es protegerme, sino que también me da el poder de decidir si quiero escucharla o no.
Estrategias para apagar al crítico interno
Si esa voz se está haciendo demasiado fuerte, aquí tienes algunas herramientas prácticas para manejarla:
- Ponle nombre y personalidad: Ponerle un nombre a tu crítico interno crea distancia emocional y te ayuda a verlo con más ligereza. Elige un nombre que te haga sentir cercana, no que lo convierta en un antagonista.
- Cambia el diálogo interno:Responde con curiosidad en lugar de juicio. Cuando tu crítico diga: “No puedes hacerlo”, contesta: “¿Por qué no? ¿Qué puedo aprender si lo intento?” Este cambio de tono rompe el ciclo de autocrítica destructiva.
- Usa el humor: A veces, la mejor manera de apagar esa voz es reírte con ella. Si tu crítico interno empieza con sus discursos de siempre, dile algo como: “Gracias, Maruja, pero hoy no necesito tu opinión.” El humor puede ser un antídoto poderoso contra el perfeccionismo.
- Practica la autocompasión:La autocompasión no es indulgencia; es reconocer que estás haciendo lo mejor que puedes con las herramientas que tienes. Pregúntate: “¿Qué le diría a una amiga si estuviera en esta situación?” Luego, dirige esas palabras a ti misma.
Transformar al crítico en un aliado
Una de mis alumnas nombró a su crítico interno “Sofi” porque le recordaba a una amiga que siempre le decía las cosas con honestidad, pero con cariño. Al hacerlo, Sofi dejó de ser una amenaza y se convirtió en una guía suave. Cuando esa voz aparecía diciendo: “Esto no te va a salir bien”, ella aprendió a responder: “Gracias, Sofi, ya me lo dijiste, pero voy a intentarlo de todas formas.”
Esa simple práctica cambió su relación con su crítico interno y, en consecuencia, su capacidad de tomar decisiones importantes con más confianza y claridad.
Una nueva relación contigo misma
El crítico interno no tiene que desaparecer; simplemente necesita aprender su lugar. Puede ser una guía constructiva en lugar de un juez implacable. La próxima vez que esa voz te ataque, respira, reconoce su intención, y recuerda que tienes el poder de decidir cómo responder.
La pregunta no es si puedes silenciar a tu crítico interno, sino cómo puedes convertirlo en un aliado. Dale un nombre, háblale con humor y usa sus mensajes para crecer. Porque al final del día, tú tienes la última palabra.
Hoy, pregúntate: “¿Qué puedo aprender de lo que mi crítico interno me está diciendo?” Y recuerda que esa voz no define quién eres; tú sí.
Por: Gloria Alzate, CEO de CREíDAS y Coaching & Mentoring