Opinión

Síndrome del impostor en el liderazgo: silenciando esa voz para tomar el asiento que te mereces

El síndrome del impostor no desaparece con el éxito. Incluso quienes ocupan altos cargos enfrentan dudas internas, y propone formas de transformar esa inseguridad en una aliada a través del autoconocimiento, la validación personal y una mirada más compasiva hacia uno mismo.

Janeth Rodríguez
15 de mayo de 2025, 9:24 p. m.
No sorprende que sean las mujeres en posiciones de liderazgo quienes experimenten con mayor fuerza el síndrome del impostor.
No sorprende que sean las mujeres en posiciones de liderazgo quienes experimenten con mayor fuerza el síndrome del impostor. | Foto: 123rf

Recuerdo que cuando inicié mi carrera —hace ya muchos años, más de los que quisiera admitir— veía a los líderes como figuras casi inquebrantables. Se mostraban tan imponentes, tan seguros de sí mismos, como si tuvieran todas las respuestas en sus manos. Yo, en cambio, dudaba de cada paso que daba. Hoy, desde una posición de liderazgo, sonrío al pensar en esa Janeth del pasado y fantaseo con lo que le diría, aunque quizá no quisiera escucharlo: esa voz de duda nunca desaparece del todo. Aprende a susurrar en lugar de gritar, pero sigue ahí. La clave no está en silenciarla, sino en demostrarle quién manda: convivir con ella, desafiarla y, sobre todo, jamás permitirle que toque el volante.

El mito del éxito

Existe una paradoja curiosa: dicen que entre más rico se es, más grandes son las deudas; y —de igual manera— entre más “poder”, responsabilidades y liderazgo tienes, más crecen las dudas. La idea de que llegar a la cima trae certeza es un mito. En realidad, lo que se acumula es incertidumbre. A medida que avanzas, las decisiones se multiplican, y con ellas, las preguntas sobre si realmente estás tomando el camino correcto.

Esto no es solo una sensación personal: incluso algunas de las personas más influyentes del mundo lo reconocen. Michelle Obama, ex primera dama de Estados Unidos, lo expresó claramente: “Todavía tengo un poco de síndrome del impostor... No desaparece, ese sentimiento de que no deberías tomarme tan en serio. ¿Qué sé yo?”Por su parte, la Dra. Margaret Chan, exdirectora general de la Organización Mundial de la Salud, afirmó: “Hay una cantidad enorme de personas que piensan que soy una experta. ¿Cómo creen todo esto sobre mí? Estoy muy consciente de todas las cosas que no sé”.

Bajo la máscara del “impostor”

Irónicamente, los datos no dejan lugar a dudas: el síndrome del impostor no discrimina, ni siquiera entre quienes parecen indiscutiblemente “exitosos”. Un impresionante 71 % de los CEOs en EE. UU. ha experimentado síntomas de este síndrome en su rol, según Korn Ferry. En el caso de las mujeres ejecutivas, el 75 % ha sentido este peso a lo largo de su carrera, indica Forbes. En el Reino Unido, el 78% de los líderes empresariales lo ha vivido en carne propia, y un alarmante 59% incluso consideró dejar su puesto debido a esta inseguridad, de acuerdo con Home of Women in Business News.

Enfrentando al enemigo invisible

El síndrome del impostor no es solo un adversario silencioso; es una guerra interna que libramos día tras día, una batalla en la que las armas son nuestros propios pensamientos. Pero lo interesante es que la clave para ganar no está fuera de nosotros, sino dentro.

Cuando te sorprendas atrapado en esa espiral de autocrítica, recurre a un truco: reencuadra tu mente. Ese pequeño diálogo interno que te dice “No merezco estar aquí”, desafíalo con un simple “Sí, he trabajado para esto”. Es como un pequeño ajuste, un cambio de dirección en tu propia narrativa. A veces, solo necesitamos ver las cosas desde otro ángulo para recordar lo lejos que hemos llegado. Háblate como te hablaría tu mejor amigo, mírate como te ven quienes te admiran.

Por otro lado, la técnica de la evidencia personal es una aliada que nos permite reconocer nuestros logros y méritos. Cuando la duda nos asalta de imprevisto, es útil tomar un momento para recordar esos éxitos que casi hemos borrado de la memoria. Tienes más logros de los que crees, y a veces solo necesitas volver a verlos para callar esa voz que insiste en que no eres suficiente.

Desalojando a la impostora que habita en mí

No sorprende que sean las mujeres en posiciones de liderazgo quienes experimenten con mayor fuerza el síndrome del impostor. El sesgo de género parece ser, una vez más, esa chispa que aviva la llama de muchas de las inseguridades que han hecho de nuestra mente su hogar.

Por eso, si pudiera, le diría a esa Janeth del pasado que “sí puede”, que es más que suficiente y que el valor más poderoso es el que una se otorga a sí misma, sin esperar validación externa a cambio. Le diría que, al final, la única voz que importa es aquella que alzas para reclamar tu lugar en la mesa que, con tanto esfuerzo, has conquistado.

Janeth Rodríguez, vicepresidente de Revenue Latam en Infobip.

Noticias relacionadas