Opinión
Retos y desafíos de las mujeres en la vida corporativa
En el ámbito corporativo, las mujeres se destacan con un estilo de liderazgo empático y colaborativo. Se resalta la importancia de políticas de equidad y la inclusión femenina como estrategias clave para el crecimiento empresarial y la sostenibilidad.

Marzo se ha convertido en un mes emblemático para reflexionar sobre el papel de la mujer en diferentes ámbitos de la sociedad. Sin embargo, más allá de las efemérides, hablar del liderazgo femenino en el entorno corporativo implica abordar una realidad cotidiana, hecha de avances, obstáculos y decisiones que transforman no solo empresas, sino también estructuras culturales.
Mi experiencia profesional —que comenzó en un mundo de finanzas dominado por hombres y ha evolucionado hasta asumir el liderazgo de dos filiales de una compañía biofarmacéutica— me ha enseñado que los mayores desafíos para las mujeres no son únicamente estructurales, sino también simbólicos. En mis inicios, el principal reto fue construir mi propio estilo de liderazgo sin tener referentes femeninos visibles. Escuché frases que revelaban sesgos arraigados, como “eres demasiado fuerte para ser mujer” o “te falta pensamiento estratégico”. Elegí responder con hechos, convencida de que el talento no tiene género.
Hoy, en la empresa que lidero, trabajamos para cambiar esa narrativa. En América Latina, más del 65% de nuestros cargos directivos están ocupados por mujeres. Esto no es fruto del azar, sino de una estrategia deliberada para impulsar el talento femenino en todos los niveles. Tampoco se trata únicamente de cumplir una cuota o sumar a una estadística; es comprender que cuando una mujer lidera, abre caminos para muchas más.
Uno de los mayores desafíos que enfrentamos como mujeres en el entorno corporativo es la persistencia de estereotipos que aún definen lo que significa ser “una buena líder”. Durante mucho tiempo, los modelos de liderazgo estuvieron diseñados en función de valores y comportamientos tradicionalmente masculinos. Cambiar esa visión implica reconocer que el liderazgo femenino no es una adaptación, sino una propuesta con identidad propia: más empática, más colaborativa, más consciente de su impacto.
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La sostenibilidad, por ejemplo, es un área donde las mujeres han demostrado ser agentes clave de transformación. Estudios recientes revelan que la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo tiene un impacto positivo en los indicadores Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés). A lo largo de mi trayectoria he visto cómo la diversidad de género en las empresas enriquece la capacidad para diseñar estrategias de sostenibilidad más humanas y efectivas.
Esto cobra especial relevancia cuando estamos en una industria, como la farmacéutica, que depende de nuestro trabajo diario para ayudar a los pacientes a superar enfermedades graves o salvar vidas. Proyectos como ESSENCE, liderado por mujeres de Bristol Myers Squibb en Colombia y Argentina, han demostrado que es posible reducir inequidades en salud mediante la inclusión de pacientes históricamente excluidos de ensayos clínicos.
La sostenibilidad también tiene una dimensión interna: construir entornos donde las mujeres puedan crecer, desarrollarse y sentirse valoradas. Para lograrlo, necesitamos políticas reales de equidad de género, espacios seguros para compartir experiencias y modelos de mentoría que impulsen el potencial femenino. En ese sentido, propuestas que promuevan el desarrollo y retención del talento femenino son fundamentales para consolidar este cambio.
El camino no ha sido fácil. Conciliar la vida personal con las exigencias profesionales sigue siendo una de las barreras más complejas para muchas mujeres. A esto se suman las brechas salariales, la falta de representación en juntas directivas y los sesgos inconscientes que aún persisten en muchos procesos de selección y promoción. Sin embargo, también es cierto que hoy contamos con más herramientas, más aliados y más conciencia colectiva para seguir avanzando.
Las mujeres en el mundo corporativo no solo representan un cambio de paradigma, representan una oportunidad. La inclusión femenina no es un gesto simbólico ni una obligación normativa; es una estrategia inteligente que mejora la rentabilidad, enriquece la innovación y construye empresas más resilientes.
Desde mi lugar, sigo comprometida con generar impacto. No solo como líder, sino como mentora, como impulsora de nuevas generaciones, como alguien que cree firmemente que el futuro será más justo si todas las voces tienen un lugar en la mesa.
A las jóvenes que hoy dudan si avanzar en sus carreras por temor a los estereotipos, les digo: ¡sí se puede! La ciencia, la tecnología y los espacios de decisión necesitan su mirada. El talento femenino ya no es la excepción. Es, cada vez más, el motor del cambio.
Lupita León, general manager, Bristol Myers Squibb Colombia & Perú.