Natalia Jiménez Aristizábal

Opinión

La ola que redistribuirá la riqueza: ¿surfeas o naufragas?

Quien logre entrenar modelos con datos construirá ventajas competitivas casi imposibles de replicar. Quien no, quedará condenado a ser consumidor pasivo de tecnologías.

Por: Natalia Jiménez Aristizábal
21 de agosto de 2025

Estamos en el momento más emocionante, y también más brutal, de la historia reciente. La inteligencia artificial no es una moda pasajera ni una herramienta más: es la ola que está redistribuyendo la riqueza del mundo.

Como toda ola, no puedes detenerla.

O aprendes a surfeala con audacia.

O quedas atrapado bajo su fuerza.

Detrás del entusiasmo por la IA se esconden números inquietantes:

  • El 80 por ciento de los proyectos de inteligencia artificial fracasan.
  • El 42 por ciento de las empresas ya abandonaron la mayoría de sus iniciativas.
  • Apenas un 13 por ciento logra escalar soluciones con impacto real en el negocio.

Estos porcentajes no son fríos datos: son epitafios corporativos. Empresas que invirtieron millones sin entender que la IA no es un fin en sí mismo, sino un vehículo para resolver problemas reales.

Lo dijo Schumpeter: toda innovación destruye y crea al mismo tiempo. Mientras unas compañías naufragan en pilotos eternos y promesas incumplidas, otras —muchas nacidas hace apenas dos años— levantan rondas millonarias porque han sabido usar la IA para lo esencial: educación personalizada, agricultura de precisión, finanzas inclusivas, salud predictiva.

Se están derrumbando viejas estructuras y, en paralelo, nacen nuevos imperios.

El nuevo petróleo: datos con propósito

La riqueza del siglo XXI no está en los combustibles fósiles ni en el capital financiero tradicional, sino en los datos de calidad.

Pero no cualquier dato.

Los que importan son:

  • Relevantes: conectados con problemas reales.
  • Locales: que reflejen contextos propios.
  • Con propósito: diseñados para generar impacto positivo.

Quien logre entrenar modelos con esos datos construirá ventajas competitivas casi imposibles de replicar. Quien no, quedará condenado a ser consumidor pasivo de tecnologías diseñadas en Nueva York, Londres o Beijing.

Latinoamérica: ¿consumidor pasivo o protagonista?

Nuestra región enfrenta retos que son minas de oro para la innovación con IA:

  • Una educación rezagada que puede transformarse con tutores inteligentes.
  • Un sistema de salud saturado que puede ganar eficiencia prediciendo enfermedades.
  • Una Amazonía amenazada que puede protegerse anticipando la deforestación.
  • Una población excluida de la banca tradicional que puede acceder a crédito justo.

Colombia, con su creatividad, juventud y talento, tiene la posibilidad de dejar de ser usuario tardío y convertirse en protagonista de esta nueva era.

El mensaje incómodo

La ola no espera.

El futuro no lo escribirán los que se sientan a mirar desde la orilla, sino los que se atreven a experimentar, fallar y aprender rápido.

Las empresas que sobrevivan serán las que entiendan que la IA no es magia, sino disciplina: datos de calidad, talento diverso, propósito claro y agilidad radical.

Conclusión

Estamos en el inicio de la redistribución más grande de riqueza en siglos. Miles de compañías quebrarán. Otras nacerán como gigantes.

La pregunta no es si la ola de la IA te alcanzará.

La verdadera pregunta es: ¿vas a naufragar o a aprender a surfearla?

Natalia Jiménez Aristizábal, arquitecta de futuros, fundadora de Xaia Labs, consultora en exponencialidad e impacto, y conferencista internacional en tecnología e innovación.

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