Opinión
Invertir en pequeño, ganar en grande: el poder de las inversiones a largo plazo
Es hora de desmontar el mito de que se necesita mucho dinero para poder invertir. Incluso con montos pequeños es posible construir grandes resultados con el mejor aliado financiero: el tiempo.

Entre las creencias limitantes que más frenan a las personas al invertir, destaca una en particular: que se requiere mucho capital para comenzar. Como mentora de finanzas, escucho con frecuencia frases como: “cuando tenga más dinero, entonces sí voy a invertir”, “con tan poquito no vale la pena”. Esta visión no sólo es errónea, también posterga decisiones clave que podrían estar generando excelentes resultados en el largo plazo.
En realidad, el verdadero poder de invertir no radica en el monto inicial, sino en la constancia y disciplina. Así como en la salud física, donde ir al gimnasio una vez al año durante cuatro horas no tiene el mismo efecto que hacer 30 minutos de ejercicio cada día, en las finanzas personales es más efectivo invertir pequeñas cantidades de forma consistente que esperar a reunir una gran suma para hacer una sola inversión.
Gracias al interés compuesto —una herramienta fundamental en el crecimiento patrimonial—, incluso los montos pequeños pueden transformarse en cifras significativas con el tiempo. Lo que muchas personas ignoran es que invertir 50, 100 o 1.000 dólares hoy y repetirlo mes a mes, durante años, tiene un impacto exponencial. No es una metáfora, es una función matemática. El capital trabaja, crece y se multiplica, especialmente cuando se le da lo que más necesita: tiempo.
Sin embargo, la mayoría descarta esta posibilidad por considerar “insuficiente” el dinero que podrían invertir ahora. Se enfocan en un punto ideal del futuro —cuando tengan 10 mil, 50 mil o 100 mil dólares disponibles— y posponen su entrada al mundo de las inversiones. ¿El resultado? Se pierden años valiosos de crecimiento financiero y de aprendizaje.
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Esta tendencia se acentúa aún más cuando hablamos de las mujeres. Veo con preocupación que a escala global, las mujeres invierten menos que los hombres. Ingresamos más tarde al mundo de las inversiones, lo hacemos con menor frecuencia y con montos más bajos, y en muchas ocasiones, delegamos esas decisiones. Lo cual no quiere decir que nos falte capacidad, criterio o disciplina —todo lo contrario—, sino que responde a una narrativa históricamente excluyente: que invertir es difícil, riesgoso, reservado para quienes tienen dinero o conocimientos especializados.
El informe de Aviva de 2023 reveló que el 37% de las mujeres encuestadas no invierten en absoluto, en comparación con el 24% de los hombres. Las principales razones citadas por las mujeres incluyen la falta de dinero disponible para invertir (45%), la percepción de que la inversión es demasiado arriesgada (18%) y la creencia de que es demasiado complicada (10%). Estos son datos del Reino Unido. Si esta es la tendencia en el mundo industrializado, en Latinoamérica, y particularmente en Colombia, la brecha se profundiza más.
La buena noticia es que hoy existen múltiples vehículos de inversión que permiten comenzar con montos accesibles: Fondos indexados, carteras colectivas, ETF’s, acciones de bajo valor, etc. Lo que antes era exclusivo de grandes capitales, hoy está al alcance de cualquier persona con una planificación básica, un objetivo claro y disposición para aprender.
Para muchas mujeres profesionales que ya han alcanzado cierta estabilidad laboral y buscan dar el siguiente paso hacia su libertad financiera, adoptar este cambio de mentalidad resulta fundamental. No se trata de esperar “el momento perfecto” —que rara vez llega—, sino de diseñar un plan realista, empezar con lo que se tiene y construir el hábito.
Invertir no es un privilegio reservado para quienes ya tienen resuelta su vida económica. Es, por el contrario, una de las herramientas que permite construir esa vida. Y como todo lo importante, comienza con un primer paso. Lo más determinante no es cuánto se invierte, sino tomar la decisión de hacerlo y convertir esa decisión en un hábito de por vida.
En tiempos donde la información está al alcance y existen canales de entrada cada vez más democratizados, seguir creyendo que “no tengo suficiente para invertir” es quedarse anclado a una idea del pasado. Lo que realmente marca la diferencia no es el tamaño de la inversión, sino la mentalidad que la impulsa. Y esa, afortunadamente, sí está en nuestras manos.
Por: Juliana Rangel, fundadora de July Academy