Demografía
La revista ‘The Economist’ les propone a sus lectores nunca jubilarse; estos son sus argumentos
El aumento de la expectativa de vida, con cada vez más probabilidades de vivir más años como pensionado, implica un cambio de mentalidad sobre esa etapa de la vida.
En medio del cambio demográfico, cuando la población de la tercera edad va en aumento, mientras que la cantidad de jóvenes disminuye, y con la creciente percepción de que la jubilación se presenta como una posibilidad remota para millones de ciudadanos, resulta notable que algunas personas que ya disfrutan de una pensión mensual continúen trabajando.
Claro, están los casos de pensionados con mesadas muy bajas que se ven forzados a trabajar, pero también están los que, pese a tener una pensión suficiente, se niegan a quedarse en la casa durmiendo hasta tarde o encontrándose con sus amigos para tomar café. The Economist menciona a Giorgio Armani, el magnate italiano que se niega a renunciar a su papel como director ejecutivo de su casa de modas a la edad de 89 años, y a Charlie Munger, el compañero de Warren Buffett en Berkshire Hathaway, quien trabajó para la poderosa empresa de inversiones hasta su fallecimiento, a finales del año pasado, a la edad de 99 años. El propio Buffett sigue trabajando y ya cuenta con 93 años.
En Colombia, ejemplo de esto son Luis Carlos Sarmiento, Arturo Calle y Mario Hernández, empresarios que siguen al frente de sus negocios y se niegan a quedarse solo compartiendo tiempo con los nietos.
Estas personas claramente no son la regla, sino la excepción, pero lo que sí es un hecho es que seguir siendo activo profesionalmente en la llamada tercera edad, no es un tema de unos pocos. Para muchas personas es muy complicado pasar, de un día para otro, del mundo de las reuniones, los objetivos, las tareas y demás ocupaciones a su espacio doméstico, sin tener ninguna tarea pendiente, más allá de llenar crucigramas o ver series en Netflix.
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The Economist señala que la estimulación intelectual tiende a mantener a raya la depresión y el deterioro cognitivo, mientras que el ocio tiende a marginar a las personas que por muchos años estuvieron en la jugada. “Las cosas han cambiado. La esperanza de vida está aumentando. Aunque los años de posjubilación, en la última etapa de la vida, se están alargando, no tienen por qué ser aburridos o implicar una vida carente de sentido. Si trabajó como abogado o médico por más de 32 años, puede empezar a dividir su tiempo entre algún hobby y una actividad de beneficencia. En vez de dedicarse a echar de menos el trabajo y a sufrir por falta de un propósito, lo que hay que hacer es buscarlo, por ejemplo, sirviendo de mentor de otros o ayudando en la creación de un emprendimiento”, señala la revista británica.
No obstante, indica que los pasatiempos con los amigos para algunos pensionados no es suficiente como reemplazo de la adrenalina que trae una agenda repleta de reuniones y hojas de Excel. Es más, para este tipo de personas, pasarse el día en funciones teatrales, exposiciones de arte o clases de yoga puede ser un sinsentido e incluso puede resultar un poco vergonzoso.
“Esto se debe a que hay una necesidad por ser útil. La adrenalina del trabajo, incluso en dosis significativamente menores que las del inicio de una carrera, puede actuar como un suero antienvejecimiento. Cada vez que al señor Armani le dicen que se retire y disfrute de los frutos de su trabajo, responde “absolutamente no”. En cambio, está claramente lleno de energía, participando en la gestión diaria del negocio, aprobando cada diseño, documento y cifra”, sostiene la publicación, e insiste por eso en que una persona jubilada que esté en la capacidad de seguir trabajando con algún tipo de producción intelectual, lo debe seguir haciendo.