ECONOMÍA

Los impuestos no progresan

Según el diccionario de la lengua española “progresista” es la persona o colectividad que tiene ideas y actitudes avanzadas, y es sinónimo de avanzado, renovador y reformista.

5 de mayo de 2025, 3:45 p. m.
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Carpas instaladas en Bogotá con mensajes alusivos al Catatumbo | Foto: Alcaldía de Bogotá

Pues bien, a juzgar por las medidas tributarias adoptadas por el gobierno nacional para conjurar la crisis en el Catatumbo y por la reciente propuesta de incrementar las tasas de la mal llamada “autorretención” de impuesto de renta – que no es más que un anticipo en el pago del impuesto – puede afirmarse que esta tributación no es un dechado de progreso ni de avance ni de renovación.

Aún asumiendo que la declaratoria de conmoción interior se encuentra justificada – aspecto muy discutible – y que, por supuesto, el Estado requeriría de nuevos recursos para conjurar la crisis, es al menos decepcionante que se acuda al impuesto de timbre, que en mala hora no fue derogado, sino que su tarifa se había reducido al cero por ciento. Se trata de un fósil de décadas pasadas, totalmente antitécnico y regresivo, cuyo hecho generador a estas alturas del siglo XXI resulta anacrónico y no es siquiera un indicio de capacidad contributiva.

Mientras el impuesto fue aplicable, además del muy bajo recaudo que producía, hubo un consenso sobre el hecho de que este tributo constituía un obstáculo al comercio y una traba para desarrollo de actividades productivas, y por esa razón su tasa se redujo al cero por ciento. Ahora el Gobierno, en medio de un muy pobre desempeño de la economía, decidió acudir a un impuesto que, repetimos, produce muy pocos ingresos para el Estado y constituye una dificultad adicional para el desarrollo de las actividades económicas en general, que lo que requieren es una tributación que responda a resultados económicos positivos o de crecimiento.

Adicionalmente, el Gobierno decidió crear un impuesto a la venta y exportación de carbón y petróleo, sin ningún tipo de justificación o explicación – distinta al odio que este gobierno siente por la extracción de carbón y petróleo – sobre las razones que justifican que sean solo estas industrias las que deban financiar las medidas para conjurar las causas de la conmoción interior.

Para rematar, en medio de un lamentablemente comportamiento del recaudo de impuestos, que se debe obviamente a las dificultades económicas por las que atraviesan innumerables sectores, el gobierno se ha propuesto incrementar las tasas de autorretención de impuesto de renta, lo cual le asegura de manera irresponsable un gran problema de recaudo en el año 2026, a cambio de un mejor flujo de caja en el 2025.

Visto está que en materia de tributación los cambios no se caracterizan por ser el producto de ideas y actitudes avanzadas. En cambio, se echa mano de un impuesto de corte colonial; de un impuesto claramente inequitativo e injusto y de ideas irresponsables en materia de anticipos del impuesto de renta.

Las crisis deberían retar la creatividad del gobierno en materia tributaria, sobre la base de que no cualquier medida vale por más desesperada que sea la situación financiera del Estado y de que el gobierno de la gente exige, no soluciones fáciles, sino respeto a los principios constitucionales de igualdad, equidad y progresividad, aún en situaciones que sin duda son muy difíciles, pero de dudosa emergencia.