Agroindustria
Cultivadores de sacha inchi enfrentan dificultades por expectativas no cumplidas con nueva fórmula de la bienestarina
Son más de 900 familias, muchas de las cuales hicieron sustitución de cultivos. En el ICBF respondieron que van a empezar a comprar.
En diciembre de 2022, el presidente Gustavo Petro afirmó haber instruido al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) para que dejara de adquirir ingredientes importados destinados a la producción de bienestarina, un alimento esencial para los niños de poblaciones vulnerables. El argumento del mandatario es que esos insumos se tenían que lograr en el territorio nacional. “Hoy la bienestarina debe estar costándonos ‘un ojo de la cara’ por estar importándola, cuando el territorio puede dar la alimentación. Si el Estado ayuda, eleva la rentabilidad de los productos que se pueden conseguir en el territorio”, insistió.
Como resultado, se planteó cambiar la fórmula de la bienestarina y en diciembre del año pasado se lanzó un piloto para producir este suplemento nutricional con harina de yuca y de sacha inchi, ambos cultivados en el país. La idea es que la segunda remplace el aceite de harina de linaza, el cual se trae del exterior.
Para realizar el cambio de la fórmula y empezar a usar la sacha inchi se generó gran expectativa entre los productores de este alimento, también conocido como el maní de los incas, el cual se cultivaba tradicionalmente en la amazonía peruana, colombiana y ecuatoriana y que en el país ha sido una apuesta de sustitución de cultivos ilícitos.
“A finales del año pasado vendimos algo para los pilotos y esto generó gran expectativa porque si se remplazara toda la producción actual de bienestarina se requerirían unas 150 toneladas, incluso la Agencia de Cooperación Internacional del Gobierno de Corea, Koica, entró a financiar proyectos de sacha inchi”, dice Nanny Katharina Bahnsen, presidente de GMSacha Inchi, firma que promueve este cultivo en el país y lo industrializa para exportación.
Agrega que, ante el lanzamiento de la bienestarina con los nuevos ingredientes (bautizada Bienestarina®️ Más Nuestra), el cual se hizo diciembre de 2023 en la planta del Icbf en Sabanagrande (Atlántico), muchos cultivadores confiaron en que el Gobierno iba a acelerar sus compras y empezaron a aumentar sus siembras, pero después de la venta inicial, el tema se quedó quieto.
Bahnsen dice que hoy más de 950 familias están afectadas porque tienen su producción retenida, de ellas 700 hicieron sustitución de cultivos ilícitos en el Putumayo por sacha inchi con dinero de Koica y manejado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC); otras 95 familias del sur de córdoba hicieron sustitución con Colombia Sostenible. Con el mismo programa cultivaron otras 65 familias de Caucasia.
En el ICBF respondieron que en diciembre de 2023 compraron 120 kilos de almendra de sacha inchi que fueron utilizados para realizar las primeras pruebas de producción hasta el mes de febrero. “Entre marzo y mayo se ejecutaron las pruebas de estabilidad necesarias para obtener el registro sanitario expedido por el Invima”, aseguraron en un comunicado.
Agregaron que en julio de este año iniciaron la compra masiva de la almendra de sacha inchi para dar continuidad a la producción a gran escala de Bienestarina®️ Más Nuestra. La idea es adquirir 12 toneladas entre septiembre, octubre y noviembre. Indicaron, además, que Ingredion Colombia S.A., la multinacional estadounidense que desde hace más de 22 años tiene el contrato para la fabricación de la bienestarina, realizó la compra de 1.200 kilogramos de almendra de sacha inchi a la Cooperativa Multiactiva de Agronegocios del Putumayo (Coomultiagrop) en el mes de julio.
Pese a lo anterior, los cultivadores siguen preocupados porque dicen que ellos pensaban que el proceso de pruebas iba a ser más rápido y que se iba a necesitar más producto, pues los 1.200 kilos que ya les compraron equivalen a unos 800 kilos de harina de sacha inchi, que es lo que se usa para la bienestarina y que ellos se habían preparado para producir 2,5 toneladas de harina mensuales para atender la demanda de este año.
“La sacha se empieza a dar siete meses después de cultivada, de ahí que todos estos agricultores hoy estén preocupados porque no tienen a quién venderle y es además un mensaje negativo para todos aquellos que decidieron sustituir cultivos ilícitos”, insiste esta empresaria y dice que mientras se aceleran las compras del Gobierno piden el apoyo del sector privado para que compre la sacha inchi nacional, un producto que cuenta con propiedades alimenticias que se consideran excepcionales, pues contiene uno de los niveles más altos de omega-3 de un vegetal. De hecho, hoy es un alimento de moda, así como un insumo clave para la industria cosmética.