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No es solo tecnología: el gran desafío de la banca está en el enfoque

Por: Iván Herrera, Customer Advisory Manager en SAS Colombia.

7 de julio de 2025, 5:16 p. m.
redes y finanzas
Imagen de referencia, no corresponde al caso en mención. | Foto: Getty Images

Durante los últimos años, el sector financiero ha estado a la vanguardia en la adopción de tecnología. Ha digitalizado canales, automatizado procesos y explorado herramientas como la inteligencia artificial con gran interés. Sin embargo, algo esencial se ha perdido en el camino: el enfoque.

Hoy vemos bancos con múltiples pilotos de IA, pruebas de concepto en blockchain, estrategias de open finance y equipos de analítica en crecimiento, pero aún así, muchos no logran materializar mejoras reales en productividad, rentabilidad o experiencia del cliente.

¿Qué está fallando?

Desde mi experiencia, no es la tecnología. Es la falta de una visión integral que conecte la adopción tecnológica con el modelo de negocio, la cultura organizacional y, sobre todo, con una definición clara del valor que se quiere generar.

Un estudio global de Economist Impact, respaldado por SAS, reveló que el 99 % de los bancos ya ha iniciado implementaciones de IA, pero más del 50 % aún no logra capturar beneficios financieros concretos. Y no sorprende. Porque implementar tecnología sin propósito es como construir un edificio sin planos: puede levantarse, pero no necesariamente será útil, sostenible o habitable.

Este mismo debate quedó reflejado en la reciente Convención Bancaria de Asobancaria, donde se insistió en que la transformación digital debe estar alineada con el negocio y con la confianza del cliente. La banca colombiana ha avanzado en digitalización y regulación, pero aún enfrenta retos para consolidar un uso estratégico y responsable de tecnologías avanzadas como la IA.

Las tecnologías emergentes —analítica en tiempo real, automatización inteligente, modelos predictivos— son poderosas, pero no mágicas. Funcionan cuando se insertan con claridad en una estrategia de transformación bien diseñada, con datos gobernados, liderazgo comprometido y equipos capaces de aprender en el proceso.

Más allá de adoptar tecnología, el verdadero reto para la banca es definir el para qué. ¿Queremos procesos más rápidos o relaciones más humanas? ¿Queremos optimizar el riesgo o personalizar la oferta? ¿Queremos automatizar decisiones o empoderar equipos?

He visto entidades que priorizan menos iniciativas, pero las hacen bien. Que conectan TI y negocio desde el primer día. Que invierten tanto en tecnología como en talento. Que entienden que innovar no es perseguir modas, sino resolver mejor las necesidades de los clientes. En ese camino, las alianzas con partners estratégicos juegan un rol clave, no solo para acelerar la adopción, sino para traducir la tecnología en soluciones personalizadas, escalables y alineadas con la realidad de cada banco.

Hoy más que nunca, los bancos tienen la oportunidad —y la responsabilidad— de ser actores de cambio. No se trata solo de avanzar tecnológicamente, sino de hacerlo con propósito, con ética y con impacto real.

La banca del futuro no será la que tenga más tecnología, sino la que sepa usarla mejor. Y para eso, el enfoque lo es todo.