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Isagen apuesta por la energía solar con ambicioso proyecto en los Llanos Orientales
Camilo Marulanda, presidente de la compañía, anuncia billonarias inversiones para que su portafolio, en una década, sea mitad hídrico y mitad solar. Según él, en los últimos cinco años solo ha entrado el 20 por ciento de la oferta que se esperaba. “Hay un rezago grande”.

En medio de una situación apremiante en el sector de la energía, pues las curvas de demanda y de oferta se acercan y, de no entrar nuevos proyectos, podrían coincidir en los próximos años, uno de los jugadores más importantes de generación de energía avanza en su estrategia de consolidación, con una mirada de largo plazo.
Se trata de Isagen, actualmente en manos de uno de los fondos de inversión más grandes del mundo: Brookfield. Aunque el año pasado fue complejo para la empresa por el fenómeno de El Niño, que le trajo presión comercial y financiera porque tuvo que comprar energía en bolsa a precios muy altos para cumplir los contratos, ahora afina su estrategia hacia adelante.
El objetivo es adquirir proyectos solares en fusiones y adquisiciones para sumar 1.000 megavatios más a su portafolio en tres años (2025, 2026 y 2027) y completar 3.000 megavatios adicionales en los próximos diez años. “El año pasado ya tomamos acciones y compromisos contractuales para casi 500 megas más”, explica Camilo Marulanda, presidente de Isagen.
Agrega que el país necesita energía nueva, proyectos nuevos, lo que coincide con su visión de oportunidad de Colombia de largo plazo, institucional, de negocio y de marco normativo, “y si uno cree en eso, hay que, a pesar de la turbulencia, desarrollar proyectos y comprar empresas. Hemos sido muy activos en tres campos: comprar activos que ya están operando, proyectos que están listos para empezar a construirse y puntos de conexión”, dice Marulanda.
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Con este plan, la adición de los compromisos por cerca de 500 megavatios del año pasado sumó inversiones por 450 millones de dólares, y lo que resta superará los 1.000 millones de dólares.
Hoy en día, Isagen tiene cerca de 3.200 megavatios de capacidad (3.000 por hidroeléctricas y 200 solares). En tres años los solares deberían subir a 1.200 y en una década la composición de su portafolio debería ser de 3.000 en hidroeléctricas y 3.000 solares.
Además, explica una situación técnica que podría abrir una oportunidad inédita en otro marco de negocios. Según Marulanda, casi la totalidad de la nueva capacidad que se viene adicionando en Colombia corresponde a plantas solares, lo que trae una limitación en momentos en que la demanda es más alta, entre las seis de la tarde y las nueve de la noche, pues esas plantas no entran al sistema.
Con una nueva realidad: cualquier proyecto hidrotérmico, inclusive eólico, que no esté en construcción se demora entre tres y cuatro años por lo menos, situación que provocará un descalce en las horas más críticas de la demanda hacia futuro. “Estamos viendo el tema de baterías como una gran oportunidad para llenar esa franja de demanda con los recursos que tenemos hoy, que son esas plantas solares. Estamos desarrollando (indica Marulanda) un primer piloto en los Llanos Orientales, que, si es exitoso, será como la bala de plata que nos va a ayudar a solucionar los temas de suministro en el país en el mediano plazo”.
El plan piloto se está desarrollando en una planta solar que se llama Llanos, de 40 megavatios, en Puerto Gaitán, Meta. Pero no solo abarcaría plantas solares, sino las llamadas filo de agua, es decir, las hidroeléctricas que generan con la caída del agua y no tienen embalses, como una manera también de guardar energía durante el día para poder suplir esa demanda en la hora pico.
El plan de Isagen se conoce en un momento crítico para el sector por un aumento de la demanda, mientras que la oferta no crece. Según Marulanda, en los últimos cinco años solo ha entrado el 20 por ciento de la oferta que se esperaba. “Eso quiere decir que solo uno de cada cinco proyectos que el mercado esperaba entró. Entonces, hay un rezago grande. Eso pone las cuentas del balance entre oferta y demanda en una situación muy precaria a futuro”.
Señala que hay una discusión constructiva con el ministro de Minas y Energía, Edwin Palma, para ponerse de acuerdo en temas que le preocupan al Gobierno (como las ventas de energía en bolsa), pero también en la expansión del sistema.
Hay un decreto para comentarios sobre limitar las ventas de las plantas hidroeléctricas al 5 por ciento en bolsa y habilitar unos contratos flexibles. Pero para Marulanda surge un eje en la situación: “Creo que al final la problemática es que no estamos teniendo suficiente inversión ni suficiente oferta. La necesidad de expansión de la generación es inminente, tan rápido como 2026 y 2027, pues ya la oferta va a ser inferior a la demanda”.
Y, añade, al final los precios altos son el resultado de muy poca oferta y hay que dar unas señales de largo plazo para traer la inversión. “Estas son inversiones a 30, a 50 años. Ha habido mucha inestabilidad regulatoria y mucha turbulencia que ha espantado a algunos de los agentes”.
Ante la subasta de energía que ha anunciado el Gobierno, Marulanda manifiesta: “La visión particular de Isagen es que nos gusta Colombia, esta es nuestra casa, creemos en el país y sus instituciones, vimos una oportunidad de mercado y seguimos invirtiendo y trabajando. Pero hacia adelante, para presentarnos en nuevas subastas de expansión, se requiere que esas condiciones sean atractivas y medianamente estables, porque no podemos estar pensando en un cambio regulatorio cada tres meses. Eso desanima y espanta las inversiones en el sector”.
No le gusta el término apagón, pues, dice, es “como si se estuviera metiendo susto y esa no es la idea”. Insiste en que Colombia necesita nueva oferta entrando a finales del próximo año y asegura que la discusión debe abarcar no solo cómo se atrae más inversión, sino también cómo se asegura que la ejecución de esos proyectos se lleve a cabo.
“Lo que ha pasado en los últimos años es que hay un gran porcentaje de proyectos que no se terminan construyendo. Hemos visto que también es complejo desarrollarlos y se demoran”.
Para él, lo que se necesita es una subasta por capacidad “extremadamente exitosa”, que traiga “muchísima gente que quiera invertir en el país y apuntarle a lo que yo llamo una sobre instalación. Ese espacio entre la oferta y la demanda hoy está entre el 2 y el 1,5 por ciento, y eso es muy apretado; cuando hay cualquier sequía, los precios de bolsa suben mucho porque no hay oferta. Pero en la medida en que ese colchón entre y la oferta crezca, esas volatilidades van a ser menores y los precios van a terminar hacia abajo, que es la idea y lo que todos estamos persiguiendo”.
Marulanda puso tres elementos de discusión en la mesa. El primero, La Guajira, de donde se esperaban entre 2.500 y 3.000 megavatios entre solares y eólicos, es decir, cerca del 15 por ciento de la oferta nacional, que suma unos 20.000 megavatios.
“La Guajira es un departamento con unas complejidades muy grandes, sociales, de seguridad, de presencia institucional. Hay un tema de pobreza extrema que hace que desarrollar un proyecto allá sea muy complejo. Esos proyectos debían haber entrado ya hace más de tres años, y ha habido demoras en procesos de consultas previas, de licenciamiento ambiental, tanto en las líneas como en los proyectos de generación, que han hecho que varias empresas hayan decidido abandonar esas iniciativas”, afirma.
Ese ha sido el caso de Enel o Energía de Portugal, que no solo abortaron los proyectos, sino que perdieron inversiones iniciales muy altas. Ahora, Ecopetrol anunció que entrará a desarrollar proyectos renovables. “Es una apuesta que tiene sus riesgos y que no va a ser inmediata”, dice Marulanda, quien estima que entrarían a funcionar, en el mejor de los casos, dentro de tres o cuatro años.

El segundo, los proyectos en el resto del país, en especial los solares, que, a su juicio, presentan menos dificultades desde lo ambiental y lo social, pero tiene una preocupación. “Hemos perdido tracción, como país, atrayendo inversiones, porque lo que uno veía hace unos años era muchas empresas viniendo a invertir y a desarrollar proyectos, y hoy ahí todo el mundo está esperando tener más claridad regulatoria para poder iniciar esas inversiones”.
Y, finalmente, la subasta. Considera que ese va a ser “un termómetro muy importante”, porque, añade, es cuando los agentes se comprometen a invertir y a desarrollar los proyectos. “Lo que estamos viendo de la subasta anterior es que muchos de los proyectos, a pesar de que tienen compromisos con el sistema, todavía no se están construyendo. Entonces, al final hay que ser exitosos en la subasta, pero que los proyectos se desarrollen y entre esa energía nueva al sistema”.
3.000 megavatios solares será la capacidad que tendrá Isagen en diez años. Se sumarán a los 3.000 hídricos que posee.