Sector Privado
En medio de tensiones con el Ejecutivo, empresarios piden unidad y presentan propuestas para el país
El empresariado colombiano se reunió en el Congreso de la Andi, sin la asistencia del Gobierno nacional. Pese a que ambos coinciden en la problemática que hay que enfrentar, sigue la tensión.

Las mil empresas colombianas más grandes en 2024 generaron ingresos por 1.183 billones de pesos, según estadísticas presentadas recientemente por la Supersociedades. En términos de ganancias, no les fue mal, el consumo sigue impulsado y el papel de las compañías en la sociedad pesa, aunque no siempre se reconozca.
La coyuntura no deja de inquietar. La economía creció 2,1 por ciento en el segundo trimestre, desacelerándose frente al 2,7 por ciento del primero. A ello se suma la incertidumbre por las tensiones entre sector privado y público, evidenciada en el Congreso de la Andi, que se realizó sin la presencia del Gobierno nacional.
El presidente Gustavo Petro no fue invitado –a petición de él mismo–, según contó Bruce Mac Master, cabeza del gremio. Y los funcionarios del gabinete decidieron sumarse a la ausencia. Pero el evento era justamente para poner sobre la mesa las dificultades y las posibles soluciones.
Los empresarios propusieron ideas para impulsar un crecimiento de largo plazo, según Mac Master, quien presentó un decálogo con miras a 2026. El presidente Petro, desde Sotaquirá, Boyacá, marcó distancia al afirmar: “Es el campesinado, no los patrones”, aludiendo a su ausencia en el Congreso de la Andi.
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La defensa del empresariado como motor del país fue generalizada. El presidente de la Corte Constitucional, Jorge Enrique Ibáñez, lo vinculó con los derechos humanos y recordó que el tribunal considera a las empresas clave para alcanzar el pleno empleo.

Pero mientras se resuelven las diferencias, el reloj corre. Colombia se ha ido rezagando en desarrollo, con altos niveles de desigualdad, pobreza y violencia. Pero lo más preocupante, según el mensaje de Sergio Díaz-Granados, presidente de CAF, es que “envejecimos sin solucionar problemas claves como la pobreza y la seguridad”.
A esa realidad, el precandidato presidencial Juan Daniel Oviedo le agregó la premisa, según la cual, esta sería la última generación que podría sacar al país del atraso social. Es decir, solo habría unos 25 años para lograrlo y el indicador de pobreza está en 31,8 por ciento, según el Dane.
Se requiere atacar la informalidad, tema que fue abordado por el analista internacional Santiago Levy, quien catalogó como “una inmensa tragedia” el hecho de que el país no sea productivo, siendo, como lo es, uno de los que tiene una población más trabajadora en términos de horas.

El diagnóstico en el mercado laboral ha sido reiterado, pero las reglamentaciones siguen haciéndose como parches, lo que cada vez enreda más. Es así como “la formalización tiene desincentivos. Por ello predomina el empleo por cuenta propia y el informal”, dijo Levy, al manifestar que “un país no puede vivir con el esfuerzo del 3 por ciento de sus empresas, cuando el 90 por ciento están rezagadas”.
Son “empresitas que no crecen”, porque si lo hacen, las ahoga la carga tributaria y el costo de la nómina con una seguridad social inflexible. Esas circunstancias hacen que, en general, en América Latina, uno de cada dos trabaje por cuenta propia, mientras que en Estados Unidos el promedio es de uno por cada 10.

Los directivos de las empresas están revisando esas cuentas para decidir inversiones, mientras que el capital extranjero ha frenado el interés en proyectos a largo plazo. En Colombia, en 2024, la inversión extranjera directa cayó 15,2 por ciento a 14.234 millones de dólares, por la menor asignación a minería y petróleo, según Corficolombiana.
LAS EMPRESAS SIGUEN
Aunque hay diferencias en los resultados de las empresas según los sectores, en general quienes las dirigen coinciden en que no es posible seguir adelante sin la alianza natural entre lo público y lo privado.
Rafael Álvarez, gerente general de Alquería, afirma que al final el camino es la integralidad. “Lo que muchas veces no nos deja avanzar es ver los temas por separado, pero cuando la apuesta es invertir para 10, 20 o 50 años, la mirada tiene que ser holística”.

Eso es lo que lleva a Jaime Murra, presidente del Grupo Diana, a enfocarse en la formalidad, pues “es lo que puede hacer al país fuerte. Crear condiciones para que nazcan más empresas y las existentes crezcan debe ser la prioridad de cualquier gobierno y política pública”.

Desde todos los frentes había ideas. Algunos, como Levy, piden enfoques más globales y menos ajustes políticamente correctos. Citan la reforma pensional, que evitó subir la edad de cotización pese al aumento en la longevidad.
Carolina Espitia, presidenta de Alpina, manifestó que, a pesar del entorno de dificultades, las empresas siguen navegando. En su caso, reconoció que hay una reactivación en el consumo. No obstante, el fantasma de la incertidumbre amenaza, porque, en materia de inversiones, los impactos se verán en los años venideros.
Espitia confirma, sin embargo, que le están apostando a la inversión “porque el consumo de hoy nos está mostrando el camino de la reactivación. Los síntomas son buenos”.

El gerente de Alquería, por su parte, está apostándole a ventas cercanas a los 2 billones de pesos en este año: “Sería el doble del tamaño que teníamos hace 4 años, y sin perder el alma, porque a la par estamos cambiando la vida de cientos de familias campesinas”. Pero se requiere poner el pedal para que el campo sea productivo.
Ahí vuelve a surgir el principal componente para que el panorama cambie: el recurso humano, que en lo rural no encuentra oportunidades. Recomponer lo que está fuera de lugar en Colombia implica mover muchas fichas. Por ejemplo, la de las relaciones comerciales con Estados Unidos, que implican recursos por 14.900 millones de dólares en exportaciones.
Las regiones también deben ser más activas en la ola para sacar adelante al país con el motor empresarial.

El debate que propició la Andi puso sobre el tapete todas las propuestas, en las cuales se descarta algún interés de los empresarios por irse de Colombia. Así lo manifestó Luis Carlos Sarmiento Angulo, quien fue galardonado en el evento con la orden al mérito empresarial, por los 70 años que lleva creando empresa.
“Todo lo que he construido se lo debo a Colombia. Ni en los momentos más difíciles sopesé la idea de irme del país. Todo lo descarrilado puede volver a tomar su rumbo”, afirmó.