Economía
Radiografía del envejecimiento acelerado en Colombia. La población mayor a 65 años crece. ¿Qué implicaciones tiene?
El ritmo de envejecimiento en el país sería similar al de Japón, reconocido como uno de los procesos más rápidos de senectud de la historia reciente. Análisis de Corficolombiana.

El envejecimiento de la población en Colombia es una realidad que, todo parece indicar, va más rápido de lo que se esperaba hace unos años.
A pesar de que hoy, la edad mediana de Colombia es de 32 años, con 9 % de la población mayor a 65 años, en línea con el promedio mundial y esta situación podría brindar ciertas ventajas comparativas, como la mayor disponibilidad de mano de obra y destacados niveles de consumo, el panorama es complejo.
Según un informe de Corficolombiana, mientras en 2024 aproximadamente uno de cada diez colombianos era mayor a 65 años, en 2050 lo será uno de cada cinco y en 2070 uno de cada tres. De estos últimos, cerca de la mitad tendría más de 75 años, reflejando una mayor representatividad de la población adulta mayor.
“Colombia enfrenta una transición demográfica acelerada y similar a la de Japón, pero en un contexto de bajos ingresos, alta desigualdad, baja cobertura pensional y limitaciones fiscales, que agravan los desafíos económicos, sociales y de equidad asociados al envejecimiento poblacional”, advierte el análisis.
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Agrega que, mientras la edad promedio aumentó 12 años entre 1950 y 2024 (alcanzando los 74 años), el próximo incremento de 12 años ocurriría en solo 30 años. “Este ritmo de envejecimiento sería similar al de Japón, ampliamente reconocido como uno de los procesos de envejecimiento más rápidos de la historia reciente”, afirma el estudio de Corficolombiana, que este martes, 22 de julio, tendrá un evento en Bogotá en el que se analizará este panorama.
Los nacimientos en 2024 fueron 31 % menores a los registrados en 2019 (antes de la pandemia); es decir, dejaron de nacer tres bebés por cada diez nacimientos. Mientras entre 2014 y 2019 el promedio de nacimientos por año fue 655.000, en 2024 fue 445.000. La aceleración en la caída de la natalidad tras la pandemia es un fenómeno regional y de economías emergentes, pero Colombia ha liderado esta tendencia.
Aunque los nacimientos ya venían disminuyendo en todos los países de la región antes de la pandemia, el caso de Perú, frente al de Colombia, es representativo. Perú, dice el estudio, ha experimentado la mayor disminución en la natalidad tras la pandemia, con un promedio anualizado de -5,5 % entre 2019 y 2023, seguido de cerca por Colombia (-5,4 %).
Sin embargo, Colombia fue el país que mostró el mayor cambio en su tasa de caída, pasando de -0,7 % entre 2015 y 2019 a -5,4 % después de la pandemia, lo que representa una aceleración de 4,7 puntos porcentuales, mientras que en Perú fue de 2,7 puntos.

La fuerte reducción en la natalidad llevará al envejecimiento acelerado de la población. Los menores nacimientos, dice el informe, implicarán una reducción gradual en la población joven colombiana, lo que se reflejará en un incremento sostenido en la participación de los adultos mayores en el total poblacional, en un aumento tanto de la edad promedio y en una mayor tasa de dependencia, así como en una eventual caída de la población total. A esto se suma que el segundo componente que determina la edad de la población también ha estado en aumento; la esperanza de vida habría pasado de 71 años en 2000 a 77 años en 2024, y el Dane anticipa que superaría los 85 años en 2070.
Sin embargo, además de una posible reducción de la población activa, el envejecimiento laboral puede disminuir la productividad por dos razones: la primera, la Tasa Global de Participación cae cerca de la edad de retiro; y la segunda, los trabajadores mayores tienden a laborar menos horas.
Este proceso de envejecimiento se divide en cuatro etapas: la primera, una fase caracterizada por alta mortalidad y fecundidad; la segunda, una etapa en la que la mortalidad disminuye mientras la fecundidad se mantiene elevada, lo que acelera el crecimiento poblacional; la tercera, una fase de baja mortalidad y fecundidad moderada, con un aumento rápido de la población; y, la última, un periodo de baja mortalidad y fecundidad, en el que el crecimiento poblacional se estabiliza o disminuye.
“Existe una relación inversa entre la tasa de fertilidad y el nivel de desarrollo económico. A medida que una economía avanza y mejora en educación y clase media, el costo de oportunidad de tener hijos aumenta. Factores como la mayor participación femenina en el trabajo, el retraso en la maternidad, nuevas aspiraciones personales, el acceso a anticonceptivos y los altos costos de crianza influyen en la decisión de tener menos hijos”, señala el informe.
Explica el estudio que Colombia se había consolidado en la tercera fase del proceso de transición demográfica en el periodo prepandemia. “Las tasas de fecundidad en Colombia, que se mantuvieron elevadas en la primera mitad del siglo, descendieron gradualmente en la segunda mitad del siglo XX y en las décadas prepandemia. En particular, las mujeres pasaron de tener, en promedio, 6,2 hijos entre 1965 y 1970, a 1,83 hijos en la década de 2010, una tasa inferior al nivel de reemplazo. Por tanto, la caída ligera y gradual de los nacimientos antes de la pandemia estaba alineada con el proceso de desarrollo del país y la entrada a la cuarta fase de envejecimiento. Los factores estructurales, vinculados al mayor desarrollo económico, serían coherentes con la caída de nacimientos en el país de 0,7 % anual entre 2015 y 2019”.

¿Por qué se ha llegado a este nivel?
Todo indica que la pandemia marcó un punto de inflexión y aceleró la caída en los nacimientos, especialmente en Colombia, probablemente por factores coyunturales.
“Aunque aún no hay evidencia concluyente por lo reciente del fenómeno, la literatura lo asocia con factores económicos y sociales temporales. El aumento del costo de vida y la incertidumbre elevan el costo de oportunidad de tener hijos. Entre 2021 y 2024, la inflación promedio en Colombia fue del 8 %, más del doble que entre 2010 y 2019; la vivienda nueva subió un 8,6 % anual, superando la inflación. Estos aumentos encarecen la crianza y reducen la previsibilidad de ingresos. Además, entre 2021 y 2024 el índice de incertidumbre de la Política Económica de Fedesarrollo (2025) fue 109 puntos básicos (86 %) superior al promedio de la década anterior, dificultando decisiones de largo plazo como formar una familia”, afirma Corficolombiana.
El cambio en las preferencias también podría influir en este resultado, explica el informe. En 2024, el gasto real en recreación y cultura fue el doble que en 2019, mientras que en otras categorías creció solo un 18 %, lo que sugiere una mayor prioridad por el consumo presente frente a los costos de la crianza. Además, la reducción de interacciones sociales ha dificultado la formación de parejas estables: los divorcios en Colombia aumentaron un 43% en la última década, de acuerdo con la Registraduría Nacional del Estado Civil, lo que desincentiva la decisión de tener hijos.
Así mismo, otro factor puede estar acelerando la tendencia de envejecimiento en Colombia: la migración, advierte Corficolombiana, y lo explica: según el Dane, el saldo migratorio internacional, habría alcanzado un máximo de 700.000 personas en 2019, asociado principalmente a la mayor llegada de la población desde Venezuela, principalmente familias que se establecían de forma duradera en el país, lo que favorecía el ritmo de nacimientos.
Sin embargo, de acuerdo con el Dane, este flujo se habría reducido considerablemente tras la pandemia, pasando a estar por debajo de los 100.000 en 2024. Más aún, según cifras de Migración Colombia, en 2024 cerca de 315.000 colombianos, equivalente a la población de Armenia, habrían salido del país.
Este proceso de envejecimiento trae consigo grandes desafíos, pues podría afectar no solo el crecimiento económico de largo plazo, sino también el ingreso per cápita. Además de una posible reducción de la población activa, el envejecimiento laboral puede disminuir la productividad por dos razones: la Tasa Global de Participación (TGP) cae cerca de la edad de retiro y los trabajadores mayores tienden a laborar menos horas. “Con base en cifras del Dane para diciembre de 2024 calculamos que entre los 36 y 40 años, la TGP es del 85 % y se trabajan 46 horas semanales en promedio; entre los 56 y 60 años, estos valores bajan al 63 % y 43 horas. Así, incluso con una fuerza laboral del mismo tamaño, una mayor edad promedio podría reducir la producción per cápita”.
El envejecimiento, añade el estudio, también plantea retos significativos en términos de equidad. El sistema pensional que ha regido en las últimas décadas ha mantenido la alta desigualdad en el país, en la medida en que solo los trabajadores formales, en promedio con mayores ingresos y educación que los informales, reciban una pensión. Esta realidad acentúa las brechas de acceso a servicios, ingresos y oportunidades dentro del grupo de personas mayores.
Finalmente, dentro de las oportunidades están las que se crean con la denominada economía plateada. “Los adultos mayores obtendrán una participación dentro de la población total, y, por tanto, tendrán una mayor relevancia en el consumo del país. Este segmento poblacional no solo demanda una mayor provisión de servicios de salud y cuidados de larga duración, sino que también representa un mercado en crecimiento para sectores como la vivienda adaptada, la tecnología asistida, los servicios financieros, la movilidad, el turismo especializado y el entretenimiento”, concluye el informe.