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Juan Daniel Oviedo se despacha en SEMANA contra el Gobierno Petro y habla de “autodestrucción”. Lea la entrevista
El exdirector del Dane no es tan optimista de que se haya alejado el fantasma de la recesión. Cree que hay una idea de inducir a una crisis y piensa que instrumentalizar las herramientas de infraestructura pública como un mecanismo de tener prospectiva de votos para el 2026, es un elemento “supremamente peligroso para el país”.
SEMANA: ¿Cómo ha sido su experiencia en el Concejo? ¿Con qué se ha encontrado?
JUAN DANIEL OVIEDO: Ha sido una cosa supremamente nueva, porque yo llego al ejercicio del control político, a través del segundo lugar que logramos, gracias a 616.902 votos, en la contienda por la Alcaldía de Bogotá. Es una institución que tiene un rol supremamente importante en donde, desafortunadamente, empezamos embarrándola con el tema de las garantías de la oposición.
Quedamos en la comisión de gobierno, que maneja los temas de seguridad y de articulación entre todas las entidades y la política social, clave para este ejercicio de oposición constructiva.
Estamos haciendo equipo y pensando en tres preguntas. Una, ¿quién gobierna el espacio público en Bogotá? Esa respuesta está difícil de encontrar y ahí hay una oportunidad de resolver cómo podemos plantear un modelo de gobernanza para la ciudad. Segundo, queremos hablar de salud mental con un enfoque preventivo. Y, en tercer lugar, queremos sacar adelante nuestra iniciativa de Bogotá 24 horas, porque creemos que Bogotá necesita instrumentos de reactivación económica, según los indicadores que estamos analizando.
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SEMANA: ¿Cree que el Gobierno nacional está escuchando a los colombianos?
J.D.O.: No, no lo está haciendo. Desafortunadamente, la ideologización del gobierno ha llegado a un nivel tal que no estamos escuchando. Es decir, yo creo que hay tantas personas que, por fuera de las diferencias ideológicas que tenemos con el presidente Gustavo Petro, queremos aportar a que Colombia tenga un repunte en su actividad económica que sea incluyente, que podamos contribuir a la resolución del problema de pobreza, que insistentemente estamos llamando la atención sobre la importancia de estos temas, pero no sucede nada.
La infraestructura es muy importante para lograr que la economía colombiana repunte, después de este remezón que vimos en el año 2023 es la obra pública y es el incentivo al sector constructor en el país, pero como está el prejuicio de que ayudar a los constructores es simplemente ayudar a que se enriquezcan, se enceguecen y no muestran que eso es más vivienda para más familias en el país y más competitividad por una mejor infraestructura logística que tengamos.
Ahí es donde decimos, no están escuchando. El país ya ha visto cómo estas dos variables son fundamentales para la reactivación económica, pero el Gobierno no quiere escuchar.
Y me parece que hay como una idea de inducir una crisis, porque ahora estamos hablando de que el presidente quiere la reforma, pero quiere lanzar en Tumaco la construcción pública de vivienda de interés social. ¿Cómo vamos a garantizar la idoneidad de los contratistas de esas viviendas de interés social en Tumaco? ¿Cómo vamos a ver la ejecución de esos recursos? Y, sobre todo, ¿cómo vamos a ver la selección de esas familias que se van a beneficiar? Entonces, yo creo que instrumentalizar las herramientas de infraestructura pública como un mecanismo de tener llamémoslo así, prospectiva de votos para el 2026, es un elemento supremamente peligroso para el país.
SEMANA: ¿Es verdad que el presidente le dijo que se quedara en el DANE?
J.D.O.: Sí, claro. Yo estuve a punto de quedarme. Estuve ilusionado, conversamos y desafortunadamente el proceso de empalme fue el que se convirtió en una cosa reveladora. Así que yo dije, aquí no hay orden, hay desorden, y, sobre todo, no voy a tener una línea directa con el presidente.
Si el DANE es el mensajero, porque uno es un mensajero de la realidad del país, lo peor que le puede pasar a uno como mensajero es que le pongan mensajero del mensajero. Entonces en ese momento dije, no, mejor me aparto, y el tema catastro multipropósito fue un factor en el que yo no iba a formar parte de un partido. Es un modelo que no gobierna que deshace un modelo que yo estoy convencido que era el camino para resolver el tema de catastro en el país.
SEMANA: ¿Cuál es su posición hoy frente al gobierno del presidente Gustavo Petro?
J.D.O.: Yo creo que la oposición es clara, es una posición de oposición. El país tiene que poder entender que es haciendo cosas que verdaderamente podemos transformar nuestra sociedad y no quedándonos en el discurso, creo que algo que es supremamente importante en Colombia que se ha visibilizado a lo largo de este último año y medio es que las instituciones quieren ser escuchadas. El sector privado quiere ser escuchado en un discurso serio que los ajustes a la política social del país son necesarios, pero no pueden ser una herramienta de autodestrucción de algo que hemos venido consolidando por más de 30 años de vigencia de la Constitución Política del 91 y de esos desarrollos institucionales de servicios públicos domiciliarios, de salud, de régimen pensional, de régimen laboral y educación.
Que es mejor construir sobre lo construido que pensar en destruir simplemente para implementar un nuevo modelo. Necesitamos unir esfuerzos alrededor de la política económica y desafortunadamente no hemos tenido eco con nuestras invitaciones a construir un modelo de reactivación económica que verdaderamente resuelva el problema de pobreza que tenemos en el país.
SEMANA: ¿Cómo recibió la salida del Director de Planeación?
J.D.O.: Un dolor tremendo porque el profe Jorge Iván fue clave y nos acompañó en el DANE en el comité expertos de pobreza y estuve interactuando con él muchísimo en la actualización de la metodología de estratificación. Es una persona maravillosa. Qué pesar que el presidente desperdicie ese talento tan importante sobre todo porque el Plan de Desarrollo necesita que el DNP tenga una visión prospectiva y qué mejor que la que tiene él sobre ese cierre de brechas territoriales que es tan importante en nuestra sociedad.
SEMANA: El Indicador de Seguimiento a la Economía en noviembre dio un aire porque veníamos de un tercer trimestre negativo y octubre también negativo. ¿Se alejó el fantasma de la recesión?
J.D.O.: Yo no soy tan optimista en ese sentido y eso lo planteamos directamente al presidente inmediatamente él sale a decir que Colombia ha logrado una senda estable de crecimiento sostenible solo con ese dato de noviembre.
Hay que recordar que ese dato de noviembre es el resultado de un efecto base y el noviembre de 2022 el sector de comercio, transporte, de servicios de comida tuvo un remezón muy importante precisamente porque se fueron desmantelando todas las medidas de extensión de IVA a los servicios turísticos, a los tiquetes que estaban estimulando ese sector, pero cuando se empieza a ver que el pasaje está saliendo muy caro y el hotel se careció de un mes para otro, entonces el sector tuvo un frenazo en noviembre del 2022 que cuando lo comparamos con noviembre del 2023 lleva a ese crecimiento. Y por eso le hacíamos pedagogía al presidente y a todo el país: si en agosto del 2022 la economía colombiana fue capaz de generar 100 pesos, en el mes en el que se posesionó el presidente Gustavo Petro, cuando nosotros veíamos los resultados de noviembre de 2023 la economía estaba generando 99,5 pesos es decir menos que en agosto de 2022.
Eso lo que demuestra es que ese número de noviembre no nos aleja el fantasma de la recesión, sino que nos confirma que no hemos sacado cabeza de la capacidad productiva que teníamos en el momento en el que el presidente asumió las riendas del país.
SEMANA: Toca un tema muy importante que es el efecto base de comparación con los periodos anteriores y hay una preocupación y es que el primer trimestre del 2023 fue muy bueno cuando nos comparemos con el primer trimestre de este año, ¿qué va a pasar?
J.D.O.: Lo que ya nos muestra el dato de diciembre de desempleo, vamos a empezar a una senda creciente de desempleo sobre todo en las principales ciudades del país. Es importante resaltar nuevamente, el Gobierno sale y dice redujimos la tasa de desempleo entre diciembre del 2022 y diciembre del 2023 pero una herramienta que produce la misma oficina estadística del DANE, que son los datos desestacionalizados, muestra que hemos destruido puestos de trabajo desde julio de 2023 durante cinco meses consecutivos.
Cada mes estamos teniendo menos población ocupada y más personas en desempleo. Eso significa que vamos a tener un primer trimestre en el que las cifras de manufactura comercio, servicios y la ausencia de la presencia de obra pública con los datos del sector constructor para la nueva política de vivienda de interés social, pues no vamos a tener unos datos muy positivos.
SEMANA: ¿Cómo aprender los motores de crecimiento? Construcción, obras civiles y vivienda, pero sobre todo con inversión…
J.D.O.: En ese punto hay que entender que el presupuesto público no solamente debe ir a las políticas de asistencia social que promueve el gobierno del presidente Gustavo Petro sino que también necesitamos que el país entienda y el Gobierno entienda que lograr incentivos sectoriales al sector productivo para hacer frente al efecto que está generando la tasa de interés es fundamental. No puede suceder que, si a finales de 2019 el país era capaz de invertir 100 pesos, en el último trimestre del cual tenemos información que es el tercer trimestre de 2023 el país esté invirtiendo apenas 72 pesos; es decir, hay 28 pesos que no se están introduciendo a la economía con ese efecto multiplicador que es el de la inversión, el de las edificaciones, el de la obra pública de la importación de maquinarias y desafortunadamente estamos viendo a un sector público que está comiendo, gastando incluso más de lo que estaban gastando en tiempos de pandemia cuando era necesario que el sector público gastara para hacer incentivos a la reactivación de la economía.
SEMANA: El gobierno tiene los recursos, pero el que ejecutan es el sector privado. ¿Están satanizando el sector privado? ¿Se perdió esa confianza entre el gobierno y el sector privado?
J.D.O.: No podamos hablar en pasado, pero es que el mensaje es muy preocupante. Si todo ese estereotipo negativo que el presidente ha querido implementar alrededor del régimen de concesiones, de asumir que concesionar infraestructura de gran escala las vías 4G o 5G -las concesiones de quinta generación- que se están planteando, asumiendo que eso es enriquecer a los privados y no establecer el beneficio económico y social que genera esa infraestructura, pues es un tema que tiene desalentados a los inversionistas en materia de infraestructura y esperamos que podamos retomar el rumbo de decir nos necesitamos unos y otros para garantizar que esa conversación fluida en el régimen de concesiones de infraestructura pública y en el diálogo con el sector de edificador o el sector de construcción genere unos efectos multiplicadores sobre el sector manufacturero, sobre el sector servicios y, sobre todo, sobre el empleo de las principales ciudades del país.
SEMANA: ¿Cómo está el consumo?
J.D.O.: Había hecho un cálculo que me parece súper interesante. Hablemos de arepas. Para ponerlo en forma sencilla los hogares que en 2019 consumíamos 100 arepas, en pandemia en 2020 solo consumimos 91 arepas, en 2022 consumimos 119 arepas -es decir la economía colombiana se recuperó de la pandemia gracias al consumo privado- y en 2023 en el último dato que tenemos disponible consumimos las mismas 119 arepas. Los hogares y los consumidores privados nos apretamos el cinturón y dejamos de salir tanto al restaurante, dejamos de comprar tanta ropa, dejamos de comprar electrodomésticos porque nos subieron la tasa de interés, el crecimiento bajó y, por consiguiente, ajustamos el consumo.
Pero el Gobierno, que también come arepas porque no todo lo que hace el Gobierno es inversión también es consumo, el Gobierno nacional consumía 100 arepas en 2019 gracias a que estuvo presente la pandemia consumió solo 97 más que las que consumimos los consumidores privados, pero entonces en 2022 pasó a consumir 106 arepas y, en 2023, 108.
Vemos un mal ejemplo porque el consumo público, no la inversión pública sino el consumo público, creció cuando necesitábamos que todos apretáramos el cinturón para lograr que el ajuste de tasas de interés a la baja sucediera más rápido. Pero cuando estamos hablando de un elemento fundamental, como es la inversión pública en el sector de obras civiles, si se construían 100 kilómetros de carretera en 2019, en 2023 ese sector solamente está construyendo 54 kilómetros de carretera.
Es decir, la obra pública está funcionando a media marcha. Y el que gobierna la obra pública es el que tiene la billetera, que es el Gobierno nacional y los gobiernos locales. Los gobiernos locales, empezando, el alcalde Carlos Fernando Galán, no ha salido a decir: “voy a hacer una nueva vía o voy a hacer un nuevo puente”, porque estamos en un plan de infraestructura en la ciudad que se heredó de la visión de largo plazo de los últimos cuatro años. Entonces las autoridades locales no van a poder salir a hacer obra pública tan rápido cuando el gobierno ya lleva año y medio y esperaríamos que estuviera prendiendo el desarrollo de obra pública e infraestructura de alta dimensión desde comienzos de este año para contrarrestar este efecto.
Esto es lo que explica por qué la inversión está cayendo, porque desafortunadamente la inversión en Colombia tiene un componente público muy importante.
SEMANA: Después de dos años de crecimiento significativo, 2021-2022, se habla del ajuste y lo que llaman el aterrizaje. ¿Qué tan suave va a ser? ¿O será forzoso y con mucha turbulencia?
J.D.O.: Creo que la preocupación más importante y lo triste de todo eso, es que se sabía que iba a pasar eso. En todos los países de la OCDE, el Banco Mundial, el FMI habían dicho eso. En pandemia y en la recuperación de la pandemia teníamos que poner a la gente a comer, a gastar, porque teníamos la forma más fácil de reactivar la economía. Y, con los elementos de inflación de costos, eso nos iba a generar una presión inflacionaria que los bancos centrales iban a frenar con la tasa de interés y la tasa de interés iba a afectar la inversión.
Entonces, la fórmula, que a veces no le gusta al Gobierno nacional que existan esas fórmulas, era apretemos el cinturón, dejemos de consumir, consumir tantas arepas y usemos parte del presupuesto para dar incentivos a la inversión. Ayudemos a los empresarios que quieran importar maquinaria para optimizar sus procesos. Lancemos proyectos de infraestructura con una TIR que pueda cerrar con las tasas de interés que se encuentran vigentes. Definamos apoyos sectoriales específicos, como el sector de servicios especializados o apalancado en tecnologías de información y comunicaciones. Y esas recomendaciones están en todos los documentos de política pública de la OECD, del Banco Mundial.
Pero aquí no, seguimos gastando. Una reforma tributaria que es impresionante. Nominalmente, la economía puede crecer en 2023 algo del 10 % porque sumémosle el 1 real al 9,28 % de inflación, pero el recaudo tributario creció a más del 20 %, un recaudo sin cumplir la meta. Afortunadamente. Pero el recaudo tributario creció al doble de lo que nominalmente creció la economía colombiana. Y que esos recursos no estén incentivando la inversión a través de las obras civiles es un despilfarro y es un desacierto muy importante del gobierno nacional.
SEMANA: A propósito del tema tributario, algunos advierten una preocupación fiscal y el Gobierno anuncia una nueva reforma tributaria…
J.D.O.: Preocupante, preocupante porque el Gobierno lo sabía desde el momento de radicar la reforma tributaria, que no era el momento para los impuestos saludables porque estábamos en un entorno inflacionario de alimentos. El peso de las salchichas y de las bebidas azucaradas no es el peso que tienen los arriendos o los servicios públicos, pero hoy en día es evidente que son los hogares pobres los que están sacando más plata de su presupuesto para comprar la gaseosa, para comprar las salchichas porque desafortunadamente eso es lo más costo eficiente para poder alimentar a cuatro o cinco personas en un lugar que se encuentra en situación de pobreza y vulnerabilidad.
La Corte Constitucional había sido clara en su doctrina de que lo que querían hacer de la no deducibilidad de las regalías se iba a cambiar, entonces hicieron la reforma, cuentas alegres de que iban a recibir ese recaudo. La realidad cayó de su propio peso la Corte Constitucional falló en derecho. Soy fan número uno de la Corte Constitucional porque es la representación de que las instituciones, los sistemas de pesos y contrapesos funcionan. Como analista económico de un noticiero, lo decía: este es el momento para que pongamos a más personas naturales a tributar y no pensemos en los diez salarios mínimos sino bajemos a los ocho salarios mínimos, pensemos en cómo las personas naturales afortunadas del país pueden tributar más recursos, desde esa perspectiva para alivianar la carga en la tributación de empresas. No lo hicieron y ahora algo que es deseable porque es necesario que el país reflexione que tiene que rebalancear la carga tributaria hacia las personas naturales afortunadas y disminuir la del sector empresarial, el Gobierno perdió la legitimidad o la gobernabilidad tributaria para esa reforma. Va a ser muy difícil que después de todas las maromas que va a haber en el sector empresarial y después de todas las maromas que va a hacer el gobierno nacional para que se apruebe la reforma a la salud en el Senado -y todos ya entendemos que son maromas- vaya a existir la posibilidad de que esas mismas herramientas se utilicen para aprobar una reforma tributaria.
Entonces conceptualmente sí es importante ajustar el régimen de tributación de personas naturales para alivianar la carga del sector empresarial, pero hoy ya es muy tarde.
SEMANA: Y el ministro de Salud dice que hay que hacer una tributaria pagada por los empresarios para el tema de la salud…
J.D.O.: Ya el ministro de Hacienda dijo lo que tenía que decir. Es un contrasentido hablar de esos temas.
SEMANA: ¿El trámite de las reformas a la salud, la pensional, la laboral pueden afectar el crecimiento de la economía?
J.D.O.: Creo que el PIB de administración pública, defensa, salud y educación va a verse afectado por la lógica de las reformas, sobre todo porque vamos a tener la posibilidad de que el devengo de los recursos con esta figura del anticipo, pues sea mucho más rápida y, por consiguiente, la cifra del valor agregado de ese sector pueda acelerarse, pueda crecer. Pero el efecto que van a generar esas reformas es frente a la confianza. Es un activo fundamental para ese país en este momento porque está demostrado a nivel global que más confianza, es más productividad y menos desigualdad y eso se le está olvidando al presidente Gustavo Petro: más confianza es menos desigualdad y más productividad. El Ministerio de Salud tiene mil personas, la Secretaría de Salud de Bogotá tiene 5.000 personas y el Gobierno nacional quiere que mil personas administren el giro directo a todos los hospitales del país. Desafortunadamente, hay que decirlo contundentemente, eso va a ser caótico y va a generar una desconfianza tremenda para los inversionistas que va a afectar la dinámica de crecimiento de la economía que es en donde más necesitamos avanzar, en la inversión.
SEMANA: ¿Transición energética sin petróleo ni gas, pero con Venezuela?
J.D.O.: Esa es una de las cosas que más me duele porque yo digo en tono jocoso que soy el hombre del gas. Mi tesis de doctorado es sobre desregulación de mercados de gas natural y parte de los planteamientos de mi tesis se aplicó en Francia y en la Unión Europea desde el punto de vista regulatorio. Y que Colombia le dé la espalda a su propio gas cuando internacionalmente el gas natural ha sido declarado un combustible de transición energética, es el peor desacierto que podemos tener en este momento.
Varias cosas: cuatro veces más costoso puede ser el gas natural de Venezuela. Hablan de que hay un gasoducto, pero ese gasoducto no funciona y, claro, ir a sacar petróleo de Venezuela puede ser un buen negocio, no ideologicemos el tema entonces que Ecopetrol se asocie con empresas venezolanas o multinacionales para ir a sacar el petróleo de Venezuela o el gas de Venezuela puede ser una buena línea de negocio porque todos esos pozos en Venezuela y sobre todo en los yacimientos de Maracaibo están en una etapa en la que ya es solo ir y poner una manguerita y sacar.
Entonces es muy costo eficiente, pero la incertidumbre política, pues tiene muchos pozos abandonados y muchos yacimientos abandonados. ¿Pero no seguir explorando las oportunidades de gas offshore que tenemos aquí en Colombia? Que digan sobre el carbón, transición energética más acelerada, es natural porque el mundo nos lo está pidiendo y las sociedades avanzadas están cerrando la puerta al carbón. Pero al gas natural con lo competitivo que puede ser, decir que vamos a seguir explorando, que vamos a seguir aprovechando el gas y que el gas entra a la matriz energética del transporte de carga pesada en el país, porque recuerde que el 95 % de la carga del país todavía se mueve en carretera y se mueve en tractomulas que no necesariamente tienen acceso al biodiesel menos contaminante por temas de costos. Pero lograr que el país tuviera una apuesta clara de que todas esas tractomulas del país se mueven a gas natural no solo resuelve un problema ambiental, tanto que queremos ser la potencia mundial de vida, y dejamos solo a la deforestación como la principal fuente de emisión de material particulado, porque la segunda es el transporte de carga.
Perder esa oportunidad simplemente porque queremos contribuir al bienestar de la humanidad y del planeta, cuando nuestros aportes a esos efectos y a esas emisiones es mínimo, pues es un contrasentido.
SEMANA: Pero además se le presentó un problema al gobierno, porque con las sanciones que efectivamente Estados Unidos puede aplicar a Venezuela, pues nos podemos quedar sin el pan y sin el queso…
J.D.O.: Ahí es como el sentido de la oposición que yo practico frente al gobierno nacional. Si yo soy de dato mata relato, pero lo que vemos es a un gobierno con relatos matando datos. Tenemos el caso ahí al lado, tenemos la tecnología, tenemos las oportunidades, que sirve de backup para toda la energía sostenible solar, porque los parques solares, la energía eólica eso implica tener una capacidad de generación de energía de respaldo. Y qué mejor que el gas natural de Colombia, estando en el segundo lugar de respaldo de esa energía, la energía sostenible que debemos y que ojalá sigamos trabajando para que Colombia tenga una matriz energética mucho más limpia, como es el propósito del gobierno nacional y de toda la sociedad.
SEMANA: ¿Qué tanto hay de populismo en las propuestas del gobierno?
J.D.O.: Yo creo que es bastante. Yo creo que es bastante porque siempre el discurso está alrededor de un cambio que todos queremos. Pero en el que siempre el gobierno está victimizando a las personas. Cuando en realidad las personas, nosotros como habitantes del país, no queremos ser victimizados. Nosotros no queremos que nos vean como víctimas de un sistema del neoliberalismo.
Sí, porque el presidente dice que yo soy neoliberal. No. Nosotros lo que queremos. Es que nos resuelvan los problemas. Y hoy, cada vez más, Colombia ha avanzado a una situación en la que somos más conscientes de cuáles son los problemas. Y hoy Colombia, todas las personas en el bus, en el mercado, saben que la inflación es un problema y la entienden y saben por qué. Entonces, hoy en día lo que nosotros queremos es soluciones. Y las soluciones se construyen con decisiones, no con discursos o con relatos. Entonces, esa es la manifestación del populismo. Matar con un relato esos datos que son la expresión de las necesidades que tenemos como habitantes de Bogotá y de todo el país.
SEMANA: Hace unos días hubo un estudio del Ministerio de Hacienda donde dijo que el exceso de utilidades es culpable de la inflación. ¿Qué opina sobre ese pronunciamiento?
J.D.O.: Es una expresión de la ideologización de la realidad. ¿Qué hay detrás de todo esto? Hay una reflexión muy importante a nivel de las economías avanzadas de decir, obviamente, las economías avanzadas, las economías de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, nunca habían visto en tiempos recientes un brote inflacionario tan fuerte como el que generó la reactivación de la economía después de la pandemia.
Entonces, empezaron a decir qué puede haber detrás de la lentitud de la disminución de la inflación. Y cuando nosotros vamos al deflactor del PIB, que es la división entre el PIB valorado a precios corrientes y a pesos constantes, y el deflactor del PIB es un promedio de precios de lo que se produce en el país, no es el deflactor de lo que se consume porque nosotros consumimos cosas importadas. Primer elemento a tener en cuenta.
Entonces, el deflactor del PIB es una aproximación de inflación, pero no es la medida de inflación. ¿Y qué le pasó a Colombia? Que en la producción, en su PIB, la reactivación después de la pandemia tuvo un brinco muy positivo y saludable de las exportaciones.
Y no fueron las exportaciones minero energéticas. Fueron las exportaciones agropecuarias. Empezamos a exportar carne, empezamos a exportar manufacturas con valor agregado. Y eso lo estaban comprando a un muy buen precio. Entonces, la rentabilidad de las exportaciones creció.
Pero las ganancias de las empresas exportadoras no generan inflación porque esos bienes y esos servicios no nos los estamos comiendo nosotros. Entonces, es natural que las empresas hayan incrementado sus ganancias porque buena parte de la recuperación de la economía estuvo asociada a una redinamización exportadora.
Entonces, Dos, ¿qué pasó? La historia está a mitad de camino. En Estados Unidos y en las sociedades avanzadas se dan cuenta de que, dentro del deflactor del PIB, recuerde que el PIB no solo es cómo producimos cosas en la agricultura, la manufactura, la construcción, en los servicios, sino esa plata que se deriva de esas cosas. Cómo nos la comemos, consumo, cómo la invertimos, cómo la exportamos o la importamos.
Pero al mismo tiempo, la identidad del PIB nos dice cómo esa plata paga salarios, contribuye a las ganancias de las empresas y se convierte en impuestos y subsidios.
Entonces, el peso de las ganancias, que es el excedente bruto de explotación, en Colombia creció. Pero eso no puede ser un argumento para decir simplemente que las ganancias de las empresas son las culpables de la inflación.
Lo que sí hicieron en Estados Unidos, en Canadá, en el Reino Unido y en otros países avanzados es que esa hipótesis o esa sospecha se contrastó individualmente con los datos de cada una de las empresas.
Y pudieron ver cómo en algunos sectores económicos hubo una rigidez a la hora del volumen exorbitante de esas ganancias. Y pudieron decir: la lentitud de la disminución de la inflación en Estados Unidos o en el Reino Unido pudo estar asociada a que hubo una rigidez de esas ganancias que no ajustaron los precios de venta final y, por consiguiente, pudo haber una contribución a la inflación.
Pero eso en Colombia es un tema completamente distinto, porque la mayor rentabilidad de las empresas en Colombia se debió fue a la rentabilidad de la vocación exportadora. Y eso no se comió ni se vendió aquí en Colombia, se lo comieron otros países.
Entonces es irresponsable y sobre todo porque ese documento que produjo el Ministerio de Hacienda es casi el copiar-pegar de un documento que produjo la Secretaría de Trabajo de México con ese tono también del discurso y de la ideología del gobierno que se ha hecho.
Y eso es lo que tenemos en México en ese momento. Y se dan esas sospechas de decir que las ganancias de los empresarios fueron los culpables de la inflación.
Creo que es supremamente difícil y doloroso que ese tipo de argumentos sucedan. Creo que la misma viceministra de Hacienda tuvo que salir a rectificar, a decir que no se estaban hablando de esos temas. Y pues es supremamente decepcionante. Y cuando lo que necesitamos es ayudar a las empresas para que tengamos más inversión privada.
Sacamos discursos de echarles la culpa de los dolores que sienten quiénes. Las personas. Entonces nuevamente la metodología del discurso es las personas son víctimas. ¿Quiénes son los victimarios? Las empresas. No puede ser.
SEMANA: ¿Cómo está viendo el tema de la inflación? ¿Es la velocidad de reducción que se espera? Hay muchas presiones además que están sobre la inflación...
J.D.O.: No es la velocidad que esperábamos. El Banco de la República en su informe de política monetaria de finales del año pasado de octubre, planteaba que la inflación en 2024 podía estar alrededor del 4 %. El Gobierno en la actualización del marco de gasto habla del 6 %. Y aquí hay un elemento fundamental y es la indexación que genera el salario mínimo sobre los servicios.
Cuando vemos nosotros las cifras que también tuve la oportunidad de compartirlas en una gráfica en redes sociales, vemos la caída de la inflación, pero la inflación de servicios todavía está en el 9,3 %. Y en la inflación de servicios hay que reconocer que dos de cada tres pesos que gastan los hogares se van en servicios. En arriendo, en electricidad, en agua, en peluquería, en el corrientazo, porque eso es un servicio que se entiende como servido a la mesa.
Entonces ahí la indexación del salario mínimo y el incremento que tuvo el salario mínimo va a generar una rigidez muy importante en la reducción de la inflación. Ojalá eso no sucediera.
Pero mi hipótesis es que va a ejercer una presión y va a ser mucho más lenta la reducción de la inflación. Y, por consiguiente, va a ser menos probable que el Banco de la República sea más audaz en la reducción de las tasas de interés que necesitamos para reactivar, sobre todo, la inversión privada.
SEMANA: ¿Le pareció tímida la reducción en la tasa de 25 puntos básicos de la Junta del Banco de la República de su más reciente reunión?
J.D.O.: No, me pareció sensato. Me pareció sensato precisamente porque el componente de indexación sobre los servicios requiere un compás de tiempo para entender si se dio efectivamente o no. Entonces yo creo que es una decisión prudente. Un mensaje de que sí existe un espacio a que el Banco de la República reduzca las tasas de interés, sobre todo, porque ha hecho muy bien su tarea. La inflación de demanda que teníamos se contuvo. Los jugadores, nosotros, dejamos de sacar la tarjeta de crédito y nos comimos las mismas arepas. 119 en 2023, que nos comimos en 2022. Entonces hicimos la tarea. Reducimos el componente de demanda. El mundo nos ha ayudado a reducir el componente de oferta. Los precios internacionales de los fertilizantes, el 94% los importamos, la mayoría de Rusia y Ucrania, están volviendo a niveles de 2019 y 2018. Y eso es lo que ha permitido que los alimentos sean más baratos. Y el dólar también ayudó.
SEMANA: Hay dos cosas que preocupan en materia de inflación. El fenómeno de El Niño y que aumenten los precios del diésel. ¿Qué tanto nos pueden pegar esos aumentos?
J.D.O.: El fenómeno de El Niño tiene dos momentos. Un poco desde la experiencia del DANE, seguramente en enero vamos a tener un efecto de que la previsión de esa sequía tan importante lleva a que los agricultores digan "recojamos lo que haya antes de que se queme y antes de que se pierda".
Entonces hay una recolección de cosecha anticipada. Vamos con los datos de empleo que publicó el DANE en donde el empleo agropecuario crece, precisamente porque estamos llamando a las mujeres, a los trabajadores familiares sin remuneración a que por favor se vinculen a la actividad de recoger anticipadamente.
Seguramente esa abundancia de algunos productos agropecuarios en los primeros meses del año por la recolección anticipada de cosechas, pues quién va a poder sembrar o iniciar cosechas. Con esa sequía que vamos a tener tan fuerte hasta abril o mayo, entonces seguramente el coletazo del fenómeno de El Niño hacia mayo o junio va a ser que tengamos una escasez de productos agropecuarios, que seguramente va a ejercer una presión sobre la inflación. Y en el tema del diésel yo creo que ahí hay un pulso que yo no estoy tan seguro que el Gobierno quiera dar porque los transportadores de carga ejercen una presión de lobby muy importante. Entonces aquí lo que veríamos es un incremento de los fletes y, por consiguiente, un encarecimiento de todo el componente de transporte. De todos los alimentos y de todas las cosas manufacturadas que consumimos en el país.
SEMANA: El desempleo desastacionalizado ha venido subiendo en los últimos meses del año pasado, ya en doble dígito. ¿Ese bajo crecimiento se está viendo reflejado en el desempleo?
J.D.O.: Ya se está viendo reflejado. Cuando vemos el análisis de mercado laboral de diciembre, vemos cómo el sector manufacturero está destruyendo puestos de trabajo. Y eso le está pegando, por ejemplo, a Bogotá muy duro. Bogotá ha perdido su vocación manufacturera. Y en materia de generación de empleo, qué empleo estamos generando. Pues el típico de los servicios administrativos. Servicios de limpieza, servicios de seguridad. Una señal: el empleo doméstico cae. Es una señal que si los hogares ajustan su demanda de empleo doméstico es porque los presupuestos están apretados. Lo aprendimos de la pandemia. Vemos que el sector constructor no está generando empleo. Y que lo único que generó empleo en diciembre, significativamente, fueron 272.000 puestos de trabajo en hombres en las actividades de comercio. Y eso tiene un componente cíclico. Estacional. Entonces, cuando vemos las cosechas anticipadas, cuando vemos el cierre del ciclo positivo de las actividades de comercio, vamos a seguir viendo un deterioro del mercado laboral. Con un componente crítico: y es que el país no ha logrado volver a incorporar a una gran cantidad de mujeres que se quedaron dedicadas a oficios del hogar, como consecuencia de la pandemia y que se encuentran fuera de la fuerza de trabajo. Entonces, en 2024 no sólo habrá la presión de personas saliendo al desempleo, sino que muchas personas que estaban fuera de la fuerza de trabajo van a decir: "No, la situación está fregada. Yo quiero trabajar". Y se van a encontrar con la puerta cerrada y eso que se llama la fuerza de trabajo potencial que va a ejercer una presión muy importante alcista para el desempleo.
SEMANA. Ese nivel de desempleo, si se comparara con la población de un municipio, ¿cuál sería?
J.D.O.: El desempleo son 2,33 millones de personas y ese número puede ser tres veces Soacha. Tres Soachas. Es mucha gente. Y lo preocupante, que nuevamente afecta más a las mujeres. De 2,33 millones de personas desempleadas, 1,23 son mujeres. Y lo que primero vamos a ajustar en la economía, como resultado del bajo crecimiento va a ser el empleo en el comercio. El empleo en las actividades de servicios. Y tristemente vemos una dinámica de empleo manufacturero que no habíamos visto si no cuando estábamos en 2008, 2009, 2011.
Hemos tenido un retroceso tremendo en el empleo manufacturero. Recordemos que más de dos terceras partes de las personas que alzan la mano para trabajar solo tienen hasta bachillerato en Colombia.
Pensar que el desempleo se resuelve sin actividades manufactureras que es donde hay más oportunidades de que el trabajo mecánico no requiera una calificación adicional, como educación post media o una formación técnica, tecnológica universitaria. Dos terceras partes de la gente que busca trabajo en Colombia lo único que ha tenido a lo sumo es bachillerato.
Entonces aquí tenemos una dificultad, muy importante, en donde siempre y desde el DANE le dije al país: el problema del empleo en Colombia tiene que cambiar de paradigma. Todo el mundo está esperando a que el gobierno nacional. El presidente diga cuál va a ser la fórmula para recuperar el empleo. Pero hoy lo que necesitamos es que los alcaldes se pongan la camiseta.
Y por eso nuestra invitación vehemente en el ejercicio de oposición constructiva al alcalde Carlos Fernando Galán, pilas dónde está la reactivación económica. Dónde están los estímulos para generar empleo.
Que lo preocupante de Bogotá es que en el último trimestre sacó a más personas al desempleo, cuando en promedio las 13 ciudades más grandes del país siguieron disminuyendo el desempleo. Bogotá está dando una señal de alerta que puede generar unos problemas. Y que requiere la caja de herramientas de los alcaldes. Aquí ese tema va a ser realmente importante porque tal vez va a ser la forma de ver liderazgos locales que quieren resolver el problema del empleo. Porque en Bogotá, si no resolvemos el tema del empleo, por más pilo que sea el secretario de Integración Social, que lo admiro muchísimo, Roberto Ángulo, la política de asistencia social no va a resolver el tema de pobreza. Porque en Bogotá tenemos al 28,1% de la población pobre. De ellos 8,1% en insuficiencia alimentaria. Pero cuando vemos a las personas de las que ya no se habla, que son los migrantes, en Bogotá no es el 8% de migrantes que están en insuficiencia alimentaria. Es el 32,7%. Cuatro veces más. Entonces, la población migrante y esas personas en una ciudad como Bogotá, necesitan poder trabajar. Necesitamos generar trabajo. Necesitamos generar oportunidades para que las familias, generando ese ingreso, puedan resolver el tema de insuficiencia alimentaria o de pobreza en una ciudad como Bogotá que estaba acostumbrada a ver máximo al 3,5% o 3,6% de su gente en insuficiencia alimentaria. Ahora estamos a más del doble, 8,1%.
Es el empleo y son las iniciativas locales de reactivación las que verdaderamente pueden dar esto. Y ahí es donde tenemos una preocupación muy importante.
SEMANA: ¿Por qué?
J.D.O.: Porque el Gobierno nacional haciéndoles el feo a los alcaldes y a los gobernadores. Entonces ahí volvemos nuevamente a decir es como si quisiéramos tener una crisis inducida porque el problema de empleo del país se resuelve desde lo local. Y ahí no estamos viendo una articulación del presidente con alcaldes y gobernadores alrededor de ese propósito.
J.D.O.: ¿Y está roto ese canal de comunicación?
SEMANA: Yo creo que en Bogotá está perdido. Soy pesimista porque el presidente seguramente ya hizo cuentas y su visión política y su interés de que su visión política siga gobernando en el país. Requiere votos. Y en Bogotá, el presidente pasó de tener dos millones doscientos sesenta mil votos que obtuvo en la segunda vuelta presidencial el candidato y hoy presidente, Gustavo Petro, a solo tener 570.000.
El presidente sabe que Bogotá no está dentro de sus cuentas para la posibilidad de continuidad del progresismo porque las dos fuerzas determinantes, las dos fuerzas políticas Carlos Fernando Galán y Juan Daniel Oviedo teníamos un mensaje totalmente contrapuesto frente a las visiones del progresismo en Bogotá.
Entonces, ahí es donde decimos que el presidente no va a voltear a mirar a Bogotá. Y eso es supremamente triste porque es instrumentalizar la visión de desarrollo del país que habíamos procurado que se construyera con un elemento de articulación entre lo nacional y lo local. Qué mejor que el presidente Gustavo Petro, con su discurso de cambio, que su primera reforma hubiera sido cómo vamos a reformar el Sistema General de Participación, cómo vamos a fortalecer la autonomía fiscal y tributaria de las regiones. Y cómo vamos a construir un modelo de empoderamiento regional que nos permita cerrar las brechas y las inequidades tan injustas que tiene el país, entre, por ejemplo, Bogotá, como unidad administrativa. Cundinamarca. Antioquia. Valle y Santander y el resto del país, en pobreza.
SEMANA: ¿Ha seguido el fenómeno de la migración de colombianos hacia otros países?
J.D.O.: Qué bueno que haga esa pregunta, porque yo no he podido encontrar cifras de migración y creo que es importante que hablemos más de eso. No solo de la migración saliente, sino de qué está pasando con la migración venezolana.
Yo creo que un estudio reciente, cuando estaba en campaña para la Alcaldía de Bogotá, que les preguntaron a los jóvenes y casi la mitad de los jóvenes estaba tratando de buscar oportunidades para irse a trabajar en otra parte del planeta. Entonces, no creo que vaya a ser un efecto como crítico a la hora de generar un desbalance pero al mismo tiempo hay que reconocer que el entorno global está resentido. Entonces no es que estemos en una situación excepcional, que en Bogotá y en Colombia haya un frenazo de la economía, como lo estamos viendo en este momento.
No, esto es un tema global. La posibilidad de que las oportunidades fuera del país estén incrementadas, como para decir nos vamos, porque allá vamos a cumplir nuestros sueños, no están dadas. Yo creo que ese contrapeso que genera que esa situación sea un fenómeno global, debería convertirse en un argumento: busquemos cómo nos quedamos acá y cómo hacemos a Colombia y a su sector productivo viable en medio de tantas dificultades que estamos asumiendo responsablemente, como es el incremento de las tasas de interés.
SEMANA: Si se encontrara con el presidente de la República, ¿qué le diría?
J.D.O.: Yo creo que unir, en este momento es importante. Y yo creo que unir con un propósito que puede ser la reactivación económica. Es la mejor forma de desideologizar la conversación entre el gobierno y sus visiones distintas en lo local o en lo regional. Hablar más claro y convocar a un comité plural para decir cómo vamos a reactivar la economía, con qué herramientas contamos, con cuáles compromisos del sector privado, de la sociedad civil. Esa conversación desideologiza, ese debate que estamos viendo en este momento y puede ser una oportunidad para que el gobierno entienda que más que opositores tiene gente que quiere recuperar la economía del país. Porque sabemos, es por la pobreza que no hemos podido resolver ese problema, por más de que nos inventamos transferencias sociales, por más de que las ciudades han sido más efectivas en sus políticas de integración social, la pobreza en Colombia se resuelve con trabajo.
Recuerde, desde pobres hasta los más ricos, en Colombia todo el mundo trabaja sin sesgos ideológicos. Es la mejor forma de que la economía se recupere. Sacamos a personas de la pobreza y ahí sí tengamos discusiones ideológicas sobre el modelo que queremos en el país.
SEMANA: Usted lo dijo sin mencionarlo: ese es el acuerdo nacional.
J.D.O.: Pero lograr ese acuerdo nacional, cuando sale el Ministerio de Hacienda con un discurso que los empresarios son culpables de la inflación y las personas del país dijeron: "Si vio, los empresarios". Siempre dándonos en el cuello, cuando en realidad, lo peor que le puede pasar a una economía como la colombiana es poner a luchar a los consumidores con los empresarios. Por algo muy importante, y lo vamos a confirmar cuando tengamos el cierre del año de cuentas nacionales por sectores institucionales. El marrano del ahorro, la alcancía del ahorro, tenía 16 monedas antes de la pandemia. En 2019, el ahorro era el 16 % del PIB. Los últimos datos, para 2022 consolidado, el marrano tenía 15 monedas, es decir, se perdió una pero qué pasó.
¿Por qué? Porque el sector empresarial está quieto en primera, esperando cuáles son las luces y las señales de confianza y de respaldo para poder enfrentar el principal inhibidor de crecimiento de la inversión que es la tasa de interés. Cuál va a ser ese coequipero, que es el gobierno nacional con sus astucias y sus herramientas.
Vamos a tener un problema crítico para ese acuerdo nacional si no escuchamos y si no nos centramos en lo más importante que es el empleo para reducir pobreza.