TRABAJO
El alza en el salario mínimo 2025: vea lo que sucede en las empresas privadas después que se establece
Un estudio del Observatorio Laboral de la Universidad Externado concluye que, tras el aumento del salario mínimo, los empleadores del sector privado adoptan medidas para reducir costos en la nómina formal.
Algo sucede en las empresas con la nómina –salarialmente hablando– después de que el Gobierno define el incremento en el salario mínimo. Los números se mueven, pero no todos al ritmo del 9,5 por ciento, que fue el aumento decretado para este año, tras no lograr un acuerdo entre empleadores, sindicatos y el Ministerio de Trabajo.
Es claro que el sector privado busca rentabilidad, para lo cual procura acomodar los costos que le genera producir los bienes. El de la nómina es solo uno, que representa cerca del 30 por ciento del total, pues también juega lo que valen las materias primas, las cuales se impactan si sube el dólar y si se requiere importarlas.
También pesa mucho en la producción el precio de la energía, y una de las mayores facturas la pasa el costo del crédito, pues las compañías necesitan de la banca para invertir y Colombia ha presentado una de las tasas de interés de referencia (las que establece la junta del Banco de la República) más altas a nivel regional, lo que a su vez se traduce en costos financieros elevados para el sector productivo.
En otras palabras, el gasto en nómina es apenas un pedazo –y pequeño– de la torta completa, pero, eso sí, les puede permitir quizás un mayor margen de maniobra, en comparación con otros costos que resultan más difíciles de controlar.
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El Observatorio Laboral de la Universidad Externado revisó qué hacen las empresas cuando aumenta el salario mínimo y ese es justamente el título de un documento elaborado por los investigadores Stéfano Farné y Andrés Escobar.
Por bajar costos
La conclusión hallada apunta a que los empresarios buscan estrategias para hacer que el costo total de producción en sus compañías no se eleve tanto debido a los aumentos del salario mínimo, que es un referente con el cual se mueven muchas otras piezas del rompecabezas del mercado laboral y de la economía.
Es así como la investigación, basada en una pesquisa a los microdatos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares, del Dane, revela que entre 2021 y 2024 las compañías del sector privado aumentaron la participación de los trabajadores que devengan solamente un salario mínimo, del 30,8 por ciento al 37,5 por ciento.
Aunque pasar de pagar 1.300.000 pesos en 2024 a 1.423.500 pesos en 2025, sin incluir el auxilio de transporte, a esa cantidad de personas que reciben ese salario en el sector privado, no es poca cosa, pero, especulativamente, podría ser más costoso hacer aumentos a sueldos más altos.
No en vano, la contracción se ve en el porcentaje de trabajadores formales, con jornada laboral completa, que devengan más de un salario mínimo y menos de 10 millones de pesos. Allí, la cifra pasó de 67 por ciento en 2021 a 58,1 por ciento en 2024, según el estudio.
La búsqueda de estrategias para reducir costos, mantenerse en el mercado y no despedir gente, e inclusive ampliar la planta de personal cuando sea necesario, ha sido la tendencia en los últimos años.
No se trata de bajar la producción de las empresas, lo que restaría aún más las posibilidades de crecimiento a la economía colombiana, algo que para nada le conviene al sector privado. Prueba de ello es que, de acuerdo con las estadísticas del Dane, revisadas por Farné y Escobar, el empleo asalariado formal, con jornada de tiempo completo, se expandió en 2,5 por ciento en el último año, lo que, a juicio de los investigadores, “es una buena tasa de crecimiento” frente a aumentos de la población en edad de trabajar, de 1,4 y 1,5 por ciento anuales, y a las alzas generosas del salario mínimo.
Entre tanto, es una constante que el salario promedio aumente en una cifra distante a la del mínimo, algo que, sin embargo, no tiene una evidencia clara, por la dificultad para medirlo.
“En 2022, cuando el salario mínimo aumentó en 10,1 por ciento, el salario promedio de los trabajadores formales de empresas del sector privado creció solo 8,9 por ciento. Y así sucesivamente: en 2023, el primero aumentó en 16 por ciento, mientras que el segundo lo hizo en 13,8 por ciento, y en 2024 la diferencia fue aún mayor, 12,1 por ciento versus 6,5 por ciento”, expresan los investigadores en el documento. Farné, por su parte, agrega que “probablemente si el salario mínimo hubiera crecido menos, tendríamos más asalariados”.
El empleo público, qué decepción
Si bien se habla en Colombia de un mercado laboral estático o con leve dinamismo, “ese modesto comportamiento no se debe a la evolución del empleo asalariado en las empresas privadas (que está aumentando puestos de trabajo), sino que se justifica por la decepcionante evolución del empleo público y de los trabajadores por cuenta propia”, concluyen los investigadores. En el empleo público, lo que sucede es que disminuyen funcionarios, pero aumentan los contratos de prestación de servicio.
Es decir, los empresarios han puesto lo suyo por mantener y hasta elevar el empleo, sin que eso signifique que no busquen cotejar las cifras para reducir costos por la vía de la nómina salarial, para tratar de subir o al menos mantener la rentabilidad. La tendencia entonces ha sido tomar decisiones alrededor de los aumentos de sueldos: aplican el incremento obligatorio en el salario mínimo, pero al resto del personal, cuando mucho, le suben la mitad o a veces nada.
Así las cosas, el incremento en el salario mínimo se configura como un contrapeso que explica el hecho de que no se haya perdido el poder adquisitivo de los trabajadores, porque, en general, pese a que los aumentos en las remuneraciones superiores al mínimo e inferiores a 10 millones de pesos, solo equivalen a la cifra de inflación o a menos de lo que sube esa variable, el salario real en el caso del mínimo, que es la resta entre el incremento establecido y la inflación causada en el año, se ha movido en escala ascendente, cuando no hay fuertes crisis, como la de la pandemia de covid-19.
“En Colombia, en los años 2021 y 2022, el salario mínimo aumentó 3,5 y 10,1 por ciento, respectivamente, pero la inflación lo hizo a una tasa mayor de 5,6 y 13,1 por ciento, provocando una importante contracción de su valor real. En los años sucesivos, entonces, había margen para aumentar el poder adquisitivo del mismo, incrementando su valor por encima de la inflación causada y de la productividad del año anterior, sin provocar impactos negativos sobre el empleo. Esto fue lo que pasó en 2023 y 2024, cuando el salario mínimo aumentó en 16 y 12,1 por ciento”, señalan los investigadores en el documento.
Percepción versus realidad
Aun con aumentos del salario mínimo que suenan altos, en los últimos años, los colombianos perciben que, desde enero, la plata no les alcanza. Desde el inicio de año todo sube y el aumento se esfuma. En parte, porque a mayor costo en la producción, los empresarios tienen varios caminos, según lo menciona el investigador Carlos Díaz, consultor de UNI Global en Colombia.
“Trasladar el incremento a los precios finales, asumir el costo en los márgenes de ganancia o distribuir el impacto entre precios finales y márgenes de ganancia”, son las alternativas. Elegir entre esas tres opciones tiene efectos distintos en la inflación, que, de subirse, afecta el consumo, el cual es el motor del crecimiento para los que producen bienes. Por esas razones, las alzas en el interior de la nómina salarial se hacen con pinzas.
En el caso del poder adquisitivo del salario mínimo, en términos reales, ha aumentado en casi el 50 por ciento, incluido el auxilio de transporte, entre 1995 y 2024.
Lo cierto es que el salario, a juicio de Díaz, no debería ser visto como un costo, sino como “una fuente de demanda de la economía.
El incremento de los salarios aumenta la capacidad de compra, pero esto, por sí solo, no garantiza un aumento en el empleo y la producción nacional si no hay inversión, tanto pública como privada”, concluye.