PIB
Crecimiento económico en Colombia: consumo gana terreno mientras la inversión toca mínimos históricos
El consumo de los hogares alcanza el 76 % de la economía gracias a mayores ingresos, empleo y remesas, pero expertos advierten que sin inversión el crecimiento será insostenible.

En las últimas semanas, varios analistas ajustaron sus proyecciones de crecimiento económico para el segundo trimestre de este año. Algunos las elevaron, pocos las redujeron y el rango de estimaciones quedó amplio: entre 2 y 3,2 por ciento.
El dato que entregó el Dane este viernes sorprendió a algunos: 2,1 por ciento para los meses de abril, mayo y junio, por su serie original, y 2,5 por ciento, ajustada por efecto estacional.
“La economía crece de acuerdo con la tendencia desestacionalizada. Vamos en 2,5 por ciento y es el crecimiento trimestral más alto de mi gobierno. Cae la construcción, ojo, es el efecto de una alta tasa de interés real. La industria no petroquímica va muy bien, empieza a superar la agricultura”, dijo el presidente Gustavo Petro. Y lanzó un dardo: “Los datos controvierten a la Andi y su jefe único. Qué lástima tener un gremio que se llama industrial y está en contra del Gobierno que está disparando la industria real”.

La cifra se ubica por encima del 2 por ciento, en un marco de incertidumbre global y local, y el dinamismo lo entrega el consumo en particular.
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“En los últimos trimestres se observa una aceleración del consumo asociada a mayores ingresos reales, la reducción de las tasas de interés y la mejora de la confianza de los consumidores. Desde el tercer trimestre de 2024, el consumo de hogares crece a tasas superiores al PIB y actualmente se ubica en niveles que superan ampliamente su tendencia prepandemia”, afirma César Pabón, director de Estudios Económicos de Corficolombiana.
De acuerdo con cálculos de Camilo Pérez, jefe del área de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, el consumo de los hogares está pesando alrededor de un 76 por ciento de la economía, cuando antes de la pandemia esa cifra era cercana al 68 por ciento.
Durante el primer semestre, el consumo de los hogares creció casi un 3,8 por ciento, señala Daniel Velandia, economista jefe de Credicorp Capital, “lo cual es bastante destacable y muy cercano al promedio histórico, desde el año 2000”.
El impulso al consumo viene por diferentes frentes. Primero, por la dinámica en el mercado laboral, que ha mostrado las tasas de desempleo más bajas del siglo, al ubicarse en 8,6 por ciento en junio de este año, frente al 10,3 por ciento del mismo mes de 2024. Sin embargo, persisten dos hechos en materia de empleo: uno, que la informalidad sigue siendo muy alta, alrededor del 57 por ciento; y otro, que gran parte de los empleos que se han generado son del Gobierno, lo que, como dijo Roberto Junguito, presidente de la Organización Corona, en el Congreso de la Andi, “no es sostenible” y, además, presiona las complejas cuentas fiscales del Ejecutivo.

Segundo, es evidente que los hogares han tenido una ganancia de poder adquisitivo por los aumentos salariales superiores a la inflación. Y tercero, las remesas tienen un papel protagónico. Para 2024, totalizaron más de 11.700 millones de dólares, una cifra histórica, y en los primeros cinco meses de este año, mientras las ventas de petróleo sumaron 5.356 millones de dólares, la entrada de remesas totalizó 5.324 millones, convirtiéndose en uno de los principales generadores de divisas en el país.
Pérez destaca que los hogares han ahorrado. Es decir, según él, el gasto que se está dando en este momento, a pesar de que es mayor, les ha permitido ahorrar porque los ingresos crecieron. Y aunque el crédito de consumo se ha venido recuperando, lo ha hecho muy lentamente; incluso, los datos recientes muestran casi un estancamiento.
Sin embargo, hay otra cara de la moneda: la ganancia de participación del consumo en la economía se ha dado al tiempo con el retroceso de la inversión, que antes tenía una participación como porcentaje del PIB de entre 20 y 22 por ciento, pero ahora se ubica en cerca del 17 por ciento.

Según un análisis del BBVA Research, la formación bruta de capital fijo creció apenas 1,7 por ciento en el segundo trimestre, lo que indica que buena parte del aumento de la inversión total respondió a la acumulación de inventarios.
Para Pabón, persiste la preocupación por la debilidad de la inversión, lo que limita el potencial de crecimiento económico y, en cierto sentido, refleja lo que él llama una economía que “vive al debe”.
En una reciente entrevista con SEMANA, Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente de la junta directiva del Grupo Aval, fue enfático: “Un crecimiento que se basa en consumo, pero no en la inversión, es un crecimiento efímero”, advirtió.
¿Esto qué significa? En el corto plazo esta dinámica del crecimiento económico, impulsada por el consumo, es favorable, pero en el mediano plazo puede volverse insostenible: la inversión de hoy es el crecimiento de mañana. Para Pabón, resulta desfavorable desde una perspectiva estructural, ya que no amplía la capacidad productiva ni eleva la productividad total de los factores, al tiempo que expone a la economía a una mayor vulnerabilidad frente a choques en el ingreso real, el crédito o la inflación.
A su vez, Velandia estima que la inversión privada está rondando el 11 por ciento del PIB, ubicándose en los niveles más bajos desde finales de los 90, situación que estaría relacionada con altas tasas de interés y riesgos regulatorios en los últimos años alrededor de los sectores estratégicos del país. “Sin inversión no hay empleo y sin empleo no hay crecimiento, y ese es el riesgo que se está corriendo a futuro. Además, hay riesgos asociados al déficit fiscal: por ejemplo, que se dé una situación en la que se necesita tanto financiamiento para el Gobierno que potencialmente merma el financiamiento para el sector privado, poniendo presiones adicionales sobre la inversión privada”, dice Velandia.

Por otro lado, por sectores, el crecimiento ha sido heterogéneo y se manifiesta en el consumo al alza y la preocupación por la inversión. Por ejemplo, comercio, transporte y alojamiento marcan una buena dinámica, con un crecimiento del 5,6 por ciento, justamente por el mayor consumo de los hogares, mientras actividades artísticas y entretenimiento aumentaron 7,5 por ciento.
Pero sectores jalonadores de inversión muestran cifras en rojo: construcción con -3,5 por ciento, y explotación de minas y canteras -10,2 por ciento, renglones que en el pasado fueron los motores para la atracción y desarrollo de inversión.
El agro mantiene su tracción con un crecimiento del 3,8 por ciento y el gasto público se mantiene.
¿Qué se espera? Ahora la expectativa es lo que pueda generar la dinámica electoral en la economía. Algunos creen que se pospondrán algunas decisiones, que las condiciones financieras podrían ser restrictivas, que el desafío fiscal será mayor y que no habrá mayor claridad. A eso se suman los efectos de la incertidumbre global, los alcances en materia arancelaria y lo que viene para Colombia frente a una eventual descertificación. Los vientos siguen cruzados.