Cine
Tony McNamara: “Los Roses muestra cómo la aleatoriedad del mundo es difícil de sobrellevar para una relación”
Guionista fantástico detrás de producciones como ‘The Favourite’ y ‘Poor Things’, McNamara actualiza la historia de un matrimonio en contravía para este el siglo XXI. Hablamos con él de su inteligente y oscura comedia adulta, protagonizada por dos gigantes.

Si se ha seguido su carrera, se sabe que este australiano tiene un tono único, irreverente y mordaz y suele entregar trabajos fantásticos. Esto ha probado tanto en cine, en películas aclamadas como The Favourite y Poor Things, protagonizadas por Olivia Colman y Emma Stone respectivamente, como en streaming, con una serie imperdible como lo es The Great, liderada por Elle Fanning.
En esta ocasión, McNamara estuvo a cargo de actualizar la adaptación de un clásico ochentero, La guerra de los Rose, dirigida en 1989 por Danny DeVito y liderada por Michael Douglas y Kathleen Turner. Para esta versión siglo XXI, además de a McNamara, el estudio reclutó a un director cómico de amplio recorrido, Jay Roach, y le consiguió un reparto cargado de talento: Olivia Colman, Benedict Cumberbatch (ambos de capacidades dramáticas y comicidad probadas), acompañados de actores de vena cómica como Kate McKinnon (Saturday Night Live), Andy Samberg (Brooklyn 99) y la siempre genial Allison Janney (I, Tonya). Al respecto del estreno de esta semana, esto nos dijo el excepcional guionista.

SEMANA: Los Roses reinventa la película La guerra de Los Rose (1989), a su vez basada en la novela original de Warren Adler. ¿Por qué volver a esta historia en 2025?
Tony McNamara: “El concepto de matrimonio evoluciona constantemente dentro de la sociedad y sentí que había evolucionado mucho desde la primera película. Nos interesaba explorar eso. Hay aspectos que siempre están presentes en un matrimonio, sea en uno de hace 200 años o en uno actual. Pero hay algunas cosas dentro de nuestra sociedad que lo hacen diferente y que desafían su propia existencia. Así que nos pareció un terreno interesante, que me permitía desviarme radicalmente de lo que se había hecho antes.
Creo que esta película es muy empática con las personas que están intentando sostener un matrimonio, de una manera que tal vez la anterior no lo era. Esta película juega mucho con la idea de lo difícil que es el matrimonio; cómo puedes esforzarte muchísimo, pero el azar a veces lo arruina todo. Nunca se habla demasiado de eso, de cómo la aleatoriedad del mundo puede ser difícil de sobrellevar para una relación. Nos interesaba entender cómo hacen las personas para mantenerse unidas. La primera película quizás hablaba más sobre cómo esta pareja (de Oliver y Barbara Rose interpretados por Michael Douglas y Kathleen Turner) se separa; la nuestra probablemente habla más de por qué las personas se separan”.
SEMANA: Háblenos de su pareja, Theo y Ivy Rose, interpretados por Benedict Cumberbatch y Olivia Colman...
T.M.: Él es arquitecto y ella es chef. Ambos son británicos y cuando se conocen, se mudan a los Estados Unidos para hacer realidad sus sueños y tener una mayor libertad creativa. Luego se enfrentan con ciertas realidades y tienen hijos. Alguien debe cuidar de los niños y alguien tiene que traer dinero a la casa: esas cuestiones básicas con las que todas las parejas casadas tienen que lidiar empiezan a aparecer en sus vidas.
SEMANA: ¿Qué los atrae? Porque ambos son fuertes en lo que quieren...
T.M.: Los une, de cierta manera, su ambición, que es también lo que hace muy difícil que puedan permanecer juntos. Ambos son muy creativos y ambiciosos. Y eso es algo duro dentro de un matrimonio que está formado por dos personalidades tipo A.
SEMANA: La carrera de Theo colapsa justo en el momento en el que la de Ivy despega, y ahí la dinámica cambia radicalmente...
T.M.: Yo quería invertir las circunstancias. Al principio, Theo está en un buen momento y tiene lo que desea: validación personal y profesional. Está a punto de dejar su marca y convertirse en un arquitecto estrella. Mientras tanto, Ivy está viviendo una especie de vida a medias, cuidando de los niños y dirigiendo su pequeño restaurante que no es un gran éxito. Y entonces quise que la aleatoriedad de la vida diera vuelta todo eso. Elegí sus respectivas carreras porque tanto la cocina como la arquitectura son carreras absorbentes, casi adictivas, pero también profundamente personales. Si bien creo que esto también es relevante para nuestro rubro. Muchos de nosotros en la película estamos casados con actores [*McNamara está casado con la actriz australiana Belinda Bromilow], o somos actores casados con guionistas y productores y nuestras carreras tienen altibajos. Eso sucede en muchísimas actividades, pero quizás es más pronunciado en la nuestra. De repente, Theo debe enfrentar el desafío del fracaso, pero Ivy también enfrenta el desafío del éxito. Cruzan esa línea en un instante. Es algo rápido y dramático.
Elegí sus respectivas carreras porque tanto la cocina como la arquitectura son carreras absorbentes, casi adictivas, pero también profundamente personales
SEMANA: Ese intercambio de roles, como pareja, los pone patas arriba...
T.M.: Él se convierte en un fracaso de la noche a la mañana cuando una horrible tormenta que tiene lugar el día de la presentación de su nuevo edificio hace colapsar la estructura debido a una falla técnica. Al mismo tiempo, esa tormenta desvía el tráfico hacia el restaurante de Ivy, donde un reconocido crítico gastronómico de la ciudad de San Francisco acaba yendo a cenar. Así que, al día siguiente, ella recibe una excelente crítica y se convierte en una estrella culinaria, mientras que él se convierte en el hazmerreír de todos. Si bien Theo se vuelca por completo a sus hijos y a ser un amo de casa, e intenta dejar todo atrás, el hecho de no poder cumplir su verdadera ambición lo carcome. El pequeño detalle de que va a morir siendo un perdedor y objeto de burla, lo atormenta. Ese pequeño detalle. Y ella, probablemente, adora su nuevo éxito más de lo que debería.
Hay una línea en el guion en la que ella dice: “Tengo una necesidad un poco insana de agradar a los demás, de tener la aprobación del público”. Es porque ella creía que ya había dejado atrás esos sueños, y de repente, vuelven a aflorar. Tanto Ivy como Theo están atrapados en escenarios diferentes, con sus propias psicologías de las que no pueden salir. Lo que me gusta de ellos como pareja es que siguen intentando salir de ahí, pero, a menudo, de formas tontas, sin enfrentar realmente la verdadera esencia de sus problemas. Y al final todo eso les pasa factura. La tragedia de todo esto es que son simplemente dos personas que quieren expresarse a sí mismas, pero están atrapadas juntas y tratando de hacerlo dentro del matrimonio. Y no saben cómo metabolizar todo eso en una relación sana.

SEMANA: Un par de actores de mucho peso dan vida a este guion, ¿qué decir de Benedict Cumberbatch y Olivia Colman?
T.M.: Yo sabía que se trataba del proyecto de Benedict y Olivia cuando me uní al proyecto. No suelo escribir con las voces de un actor o una actriz determinados en mi mente. Pero conocía los ritmos de Olivia por su trabajo en The Favourite (que McNamara escribió, y por la que Colman obtuvo un premio Óscar a mejor actriz). Lo que fue genial de contar con Olivia es que es una actriz dramática brillante. Y yo sabía que quería que el guion se volviera oscuro. No exactamente como ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, pero en esa línea. Y Olivia y Benedict, no han hecho nada juntos antes. Cuando eso sucede, nunca sabes cómo irá a ser la química, sin importar quiénes sean los actores. Pero ya en su primera escena, quedamos todos como: “Cielos, es como si hace años estuviesen casados”. Tenían un ritmo y una conexión. Fue una sensación increíble.
SEMANA: ¿Cómo son Theo y Ivy como padres?
T.M.: Ambos son buenos padres, cada uno con su ligera idiosincrasia. Ivy es muy despreocupada: “Coman todo el azúcar que quieran, hasta vomitar”. Y cuando Theo se convierte en el padre más dominante, es mucho más estructurado y parecería ser un mal padre, en el sentido de que los empuja a ser buenos atletas —siempre exigiéndolos al ciento por ciento, y sin poder evitarlo— pero luego descubren que eso, justamente, es lo que estos niños adoran. Él se siente frustrado y ella está trabajando todo el tiempo, así que no tiene tiempo para tomar el control.
Como suele suceder, el caos de los hijos tapa muchos de los problemas en un matrimonio. Están siempre allí, hasta que, en un momento dado, ya no lo están. Y cuando eso finalmente sucede, es un shock porque Ivy se da cuenta de que se ha perdido su infancia. De repente se encuentran solos en esta hermosa casa, pero guardan todo este resentimiento por cómo llegaron a ese punto.
SEMANA: La casa es imponente, la construyó Theo, la ha pagado Ivyy juega un papel clave...
T.M.: En este punto de la historia, Theo podría lidiar con su ego, volver al trabajo y aguantarse. Ivy, por su parte, podría no abrir una franquicia de su negocio. Ambos podrían ser versiones menos exitosas de sí mismos frente al mundo. Pero ninguno de los dos quiere hacer eso. A esa altura, ninguno de los dos quiere dejar de lado su ego en pos de su matrimonio. Y creen haber encontrado la solución perfecta: construir esta ridícula casa. Creo que ambos piensan: “Que la casa sea nuestra salvación, y no enfrentemos lo que realmente sentimos el uno por el otro. En lugar de confrontar nuestros egos y deseos, volquémonos por completo a algún proyecto externo”.

SEMANA: ¿Entonces qué significa esta casa para ambos?
T.M.: Yo elegí la carrera de arquitecto para Theo precisamente para que la casa cargara un profundo significado personal. Es su redención, y ella la pagó. De alguna manera, es el clímax de sus ambiciones. Tenía que significar algo a un nivel más profundo. Además, está el otro aspecto de que Theo quiere reinventarse ante los ojos de Ivy. Siente que no solo el mundo piensa que es un perdedor, sino que ella también lo piensa. Hacia el final, uno de ellos dice: “De hecho, ha sido casi divertido, de repente, estar enfocados el uno en el otro”. Y mientras la construyen, logran tener la atención del otro, que es lo que venían buscando desde hace tiempo. Están tratando de decirse: “Estoy herido. ¿No lo ves?”.
SEMANA: Es en ese espacio tiene lugar una cena que Theo y Ivy organizan para sus amigos, y quizá es el clímax cómico. ¿Cómo concibió esa escena?
T.M.: Adoro escribir escenas de cenas. Es una de mis cosas favoritas. No había planeado hacerlo, pero fluyó muy rápido. Simplemente pensé: “Quizás deberían dar una cena”, y luego la escribí de un tirón en una tarde. Lo que hace que las cenas sean geniales es que concentran todo en un mismo ámbito que es muy íntimo, pero también público al mismo tiempo. Intentas mantener la compostura, pero no puedes, y estás bebiendo demasiado, y los problemas de todos quedan expuestos. Esta escena me pareció una muy buena forma de usar la casa y sus egos para mostrar dónde están realmente el uno con el otro en ese momento. Hay una fachada en toda cena formal, y lo bueno de una cena entre amigos es que se presta de forma natural a despedazar eso.

SEMANA: Jay Roach ha dirigido desde Austin Powers hasta La familia de mi novia, pero también ha realizado dramas como El escándalo y Trumbo...
T.M.: Jay es perfecto para esto. Es una leyenda de la comedia, ha hecho algunas de las mejores comedias que existen. Pero además tiene un gran corazón y una sensibilidad especial para el drama humano. Entendió de inmediato de qué se trataba esto. Tiene un enorme respeto por el guion, y lo fuimos mejorando constantemente en los meses previos al rodaje. Es un artista respetuoso que adora las personas creativas, y lo que aportan esas personas. Sobre todo, sabe exactamente dónde está la comedia en esta historia. Fuimos muy afortunados de contar con él.
SEMANA: Su guion se apoya mucho es en la brecha cultural entre ingleses y norteamericanos...
T.M.: Yo soy australiano, pero vivo en Londres y paso mucho tiempo obviamente trabajando en los Estados Unidos, con estadounidenses. Me pareció interesante combinar esa forma casi excesivamente articulada de hablar de los norteamericanos frente a la parca expresividad de los británicos. Sentí que era una situación graciosa para plantear esa sensación de “pez fuera del agua”. Y, como australiano, para mí fue una oportunidad de escribir sobre dos culturas a las que estoy muy ligado, pero de las que también me siento algo separado. Ese ingenio rápido de Theo y Ivy es muy británico, que es una cultura que se vale mucho del humor, la agudeza y el sarcasmo. Pero, al mismo tiempo, ese tipo de humor los mantiene alejados de su vida emocional, y nosotros pudimos usar eso.
SEMANA: ¿Qué nos dice esta película sobre el estado del matrimonio en el mundo moderno?
T.M.: Creo que nos dice que en una sociedad que insta a las personas a tener una vida familiar plena y una carrera exitosa, es difícil alcanzar ambas cosas cuando tienes todas estas otras presiones. ¿Por qué muchas veces no se puede lograr eso? El mundo de hoy es diferente al de las décadas de 1960 o 1970. Sólo en términos económicos, la vida era un poquito más fácil, en ese entonces. Había menos mensajes diciéndole a la gente lo que debían ser y cuán importante era ser o hacer algo especial. Se podía vivir una vida razonablemente buena y feliz. Y si estabas casado y tenías hijos y eso iba bien, era suficiente. Mientras que todos estos mensajes que Theo y Ivy tienen, como artistas, son muy diferentes. Hay un elemento del sistema capitalista que tironea a las personas y las separa, en términos de cómo intentamos estructurar nuestra sociedad. Y eso no ayuda demasiado a un matrimonio feliz.

SEMANA: ¿Qué le gustaría que el público se lleve de su película?
T.M.: Quiero que el público quiera que Theo y Ivy estén juntos pero que reconozca lo difícil que es eso. No creo que, como audiencia, uno quiera que de repente empiecen a ser amables entre sí. Sobre todo porque hacerlo de otra manera no sería tan divertido, y además no saben cómo hacerlo, lo cual es parte del problema. Queríamos hacer una comedia adulta inteligente que se vuelve oscura. Siento que no hemos tenido muchas así en los últimos tiempos. Y queríamos hacer una comedia realmente buena sobre el matrimonio, con una mirada honesta sobre lo duro que es eso. Queríamos hacer algo con lo que la gente pueda identificarse. Sé que todos lo deseábamos mientras la estábamos haciendo.