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Por estas razones renunció el ministro de las Culturas, las artes y los saberes

Luego del agitado consejo televisado de ministros, Correa aceptó “no sentirse cómodo con el ejercicio” y percibir “un cambio de rumbo” del que no quería ser parte.

6 de febrero de 2025, 3:40 p. m.
Juan David Correa. Ministro de Cultura.
Bogotá Octubre 15 de 2024.
Foto: Juan Carlos Sierra-Revista Semana.
Juan David Correa, exministro de Culturas, en charla el 15 de octubre de 2024. | Foto: JUAN CARLOS SIERRA PARDO - REVISTA SEMANA

No deja de ser un golpe para quienes proyectaron un cambio sostenido en las viejas maneras políticas de este país, por parte este Gobierno, que uno de sus más respetados funcionarios en términos de seriedad y credibilidad, como lo ha sido Juan David Correa, se separe de su cargo.

No es sorpresa, tampoco. Luego de lo que para muchos fue un “reality gubernamental televisado” y para otros fue “una mirada transparente a la democracia”, es decir, luego de ese consejo de ministros sorpresivamente transmitido al país, que se planteó como un ajuste de cuentas del mandamás, pero que, además, le sirvió a los ministros y a las ministras como plataforma de descontento (por la eterna inclusión de Armando Benedetti en posiciones influyentes y la interminable mutación en funciones de Laura Sarabia), el remezón era de esperarse.

Ayer, por medio de una carta, Correa, que llevaba 18 meses en el cargo (asumió en agosto de 2023), extendió su renuncia irrevocable. Lo hizo reiterando el agradecimiento por poder trabajar en el primer gobierno progresista de Colombia. Como lo dijo a esta revista en su momento, “El sector cultural del país queda con un plan quindenial de Cultura, una reforma a la Ley General de Cultura, que espero pueda hacer curso en el congreso (pequeño detalle) y un fortalecimiento institucional en marcha”. Y miró a lo que el presidente Petro el encomendó: “la formación artística en colegios públicos de Colombia y los proyectos San Juan de Dios y Galeón San José”.

El exministro, editor, periodista y escritor habló hoy con mayor extensión y claridad, en los micrófonos del podcast A Fondo, conducido por la periodista María Jimena Duzán. Allí expresó lo que muchos ya habían pensado y expresado sobre su salida. En últimas, sucedió lo mismo que sucedió en 2023, en la Editorial Planeta, que Correa dirigió por años, y a la que renuncio cuando los dueños vetaron la publicación del libro La Costa Nostra, de la periodista Laura Ardila, sobre los clanes políticos y sus macabras influencias en la costa Caribe. Correa estuvo en total desacuerdo con sus jefes, y, en ese sentido, prefirió dar un paso al costado.

“Hay momentos en los que hay que tomar una posición”, aseguró en el podcast. Lo mismo dijo con sus actos cuando la editorial española censuró una de sus apuestas editoriales.

Antes de entrar en el por qué, que no es muy difícil de dilucidar, Correa recalcó que estos fueron “los 18 meses más estimulantes de mi vida” y agradeció una vez más la oportunidad de hacer más robusto a un sector que lo ha atravesado de manera personal y profesional de muchas maneras.

¿Por qué deja trunca su promesa de sentarse al final de este Gobierno a contrastar logros con planes y promesas? Así expresó que su posición: “Más allá de las alianzas que se hagan en política, no puedo invitar a un cambio cultural en Colombia si me siento con alguien, demandado por maltrato a las mujeres. ¿Cómo habló con los feminismos del país?”.

Correa piensa que hay que darle señales al país de que las cosas se puede hacer de manera distinta, “Uno tiene derecho a no estar de acuerdo con todo. Y no todo puede ser materia de un pacto”.

Es inevitable pensar que esta una derrota de los creyentes, una aterrizada para los idealistas. La política triunfó sobre la sensatez del proyecto. ¿Se puede de otra forma en Colombia? Correa, un idealista que se ha forjado el lujo de ser integro desde sus actos, parece pensar que la única manera es esta.

Duzán le preguntó a Correa sobre una reunión que él y otros funcionarios ya habían sostenido con el Presidente, hace unas semanas, aún en 2024, para hablar del tema de Laura Sarabia, que los inquietaba (no fluía). Correa no entró sobre detalles de lo que Gustavo Petro les explicó, por cuestiones de confidencialidad, pero sí dejó en claro que la llegada de Jorge Rojas (un hombre que describió de “de mayor dignidad y experiencia”) parecía ser una respuesta positiva a esa conversación.

Hoy, ni Rojas ni Correa siguen en el Gobierno.

Si Benedetti estuvo desde el principio, ¿por qué aceptó entrar al Gobierno? Le critican. Y él explica: “Cuando yo llegué, él ya no estaba. Y esa persona no nos representa a nosotros, no podemos (*como lo expresaron las mujeres del gabinete ministerial y otros tantos). Una cosa es hacer pactos políticos, otra es dejar entrar a gente que le ha hecho daño al cambio en Colombia”. Entonces consignó que, ingenuamente o no, él no es alguien que pueda tener como jefe a un hombre denunciado por violencia intrafamiliar (se haya retirado la demanda, o no).

Para Correa, el patriarcado, o se lucha o se frustra la reconciliación. Por dentro del Gobierno, vio que las formas no cambian. “Petro nos enseñó, a los de mi generación, a hablar con la verdad, y hoy no puedo ser incoherente con eso”.

Ante los embates de los machismos, que surgen por todos los rincones del planeta y toman fuerza con el regreso de Trump al orden global, ¿se necesitaba quizás otra manera de resistir y hacerse sentir? Solo el tiempo lo dirá. Pero Correa seguirá, desde donde ejerza su profesión a futuro, luchando por todo lo que aquí ha mencionado. Así lo ha hecho a lo largo de su trayectoria.

Sobre qué viene en el ministerio, estaremos informando. No sería extraño que, en este clima tan difícil para los feminismos del país, que la viceministra Yannai Kadamani, que funge como ministra encargada, se quede.