Libro
Maternidad, identidad y sororidad: una charla sobre ‘Camino de regreso’ con su autora Rebeca Marsa
Con una obra obra que se sumerge en las complejidades de la adolescencia y la juventud, aspira a abrir un diálogo sobre los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones.

Con el propósito de abrir un diálogo sobre los desafíos que enfrentan las nuevas generaciones, Rebeca Marsa presenta Camino de regreso, una obra literaria que se sumerge en las complejidades de la adolescencia y la juventud.
El libro, que surge de una profunda inquietud por abordar temas como la sexualidad, la construcción de la identidad y la búsqueda de propósito, promete ser una herramienta valiosa para jóvenes, padres y educadores, ofreciendo una perspectiva honesta y conmovedora sobre el camino hacia el autodescubrimiento en un mundo en constante cambio.
En Camino de regreso, Rebeca Marsa se adentra con sensibilidad en el complejo viaje de la adolescencia y la maternidad. Al respecto, reproducimos esta charla con su autora acerca de esta historia que lleva al lector a la vida de Luisa, una joven que se ve confrontada con un embarazo inesperado, y ante el evento, cuestiona su futuro, su identidad y las expectativas de la sociedad. Esto dijo.
¿De qué manera la maternidad no deseada moldea la vida de Luisa, la protagonista de Camino de regreso?
Rebeca Marsa: La adolescencia es una etapa de gran vulnerabilidad. Es un momento crucial en la construcción de la identidad, caracterizado por la exploración, la búsqueda y la construcción de una visión propia. Durante esta etapa, se toma distancia de la tutela parental para vivir nuevas experiencias y establecer nuevos vínculos. Se afianzan los cimientos de la autoestima y se forja una visión de futuro. El antes niño se proyecta ahora como un sujeto independiente, descubre sus gustos, intereses, motivaciones e inclinaciones afectivas, y construye sus valores.
En suma, se desliga de la imagen paterna y comienza a definirse a sí mismo. Este proceso, complejo y exigente, es fundamental para el desarrollo personal, emocional y social de los jóvenes. Sin embargo, cuando ocurre un evento de alto impacto, estas dinámicas se ven profundamente afectadas. En este sentido, la maternidad (inesperada e indeseada) representa para Luisa un salto al vacío. Se siente arrancada de sí misma, sin tiempo ni espacio para descubrir quién es o qué desea. Sobredeterminada por su condición de madre, siente que desaparece como individuo. Obligada a pasar, sin transición, de niña a madre, asume un rol adulto sin haber transitado plenamente por la adolescencia, sin haber conquistado su independencia ni afirmado su individualidad. Para ella, esto resulta sumamente violento. Este es el marco que explora la novela.
Además, Luisa ve frustrada su educación, restringidas sus posibilidades de trabajo y absolutamente limitada su autonomía personal y económica. Tristemente, el caso de mi personaje no es aislado; de hecho, es todo lo contrario. Según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, las mujeres que tienen su primer hijo en la adolescencia tienen tres veces menos probabilidades de acceder a estudios universitarios y sus ingresos pueden ser hasta tres veces menores que los de las mujeres que son madres después de los 20 años (esto considerando únicamente variables socioeconómicas).
Esta situación es alarmante si se tiene en cuenta que, en América Latina, aproximadamente 1,6 millones de niñas y adolescentes entre 10 y 19 años dan a luz cada año. En particular, en Colombia, la tasa de natalidad en adolescentes de entre 15 y 19 años es del 20%

¿Cómo es el viaje que realiza la protagonista en búsqueda de su identidad?
R.M.: Es un viaje accidentado, cargado de furia y enojo. Se manifiesta en un malestar permanente y en un afán, si se quiere, autodestructivo. Es un viaje en el que el personaje trata de explicarse a sí mismo las causas que la llevaron a su situación actual. No fue la marginalidad, la pobreza ni la ignorancia (las causas que con mayor frecuencia se asocian al embarazo no deseado).
Se trata de otras circunstancias que Luisa intenta comprender para dejar de odiar y, con ello, salir de su estancamiento. También es un camino de regreso que la lleva a un lugar diferente del que partió, lo que le permite entender que la vida está en constante cambio, que nunca nos bañamos en el mismo río, no solo porque las aguas fluyen, sino porque nosotros mismos somos distintos tras cada experiencia nueva.

¿Cómo está representada la sororidad en la novela? ¿Qué papel juega en la lucha de Luisa por su autonomía?
R.M.: La novela explora la relación entre dos mujeres muy distintas en términos de educación, edad y experiencias vitales: una joven citadina de familia acomodada y una mujer migrante, pobre, proveniente del mundo rural. A pesar de sus diferencias, construyen una hermandad simbólica que sería imposible en otro contexto.
En esta relación, una de ellas se convierte en mentora, guía y soporte afectivo de la otra. Se trata de una relación práctica, sin reflexión teórica o elaboración política, basada en el ejercicio de la solidaridad y el apoyo, que, en principio, podría parecer unilateral, pero no lo es. A través del vínculo que construyen, ambas experimentan procesos de sanación emocional. De esta manera, la novela establece que la sororidad no es solo un concepto, sino más bien un sentimiento que trasciende fronteras culturales, generacionales y económicas. Es un pacto entre mujeres y, en última instancia, entre seres humanos.
¿Qué nos dice la novela de la idea tradicional de la paternidad a través de las relaciones de Luisa con su padre?
R.M.: El autoritarismo es una forma de ejercicio del poder basado en estructuras jerárquicas, verticales y dominantes, en las que la autoridad se impone de manera unilateral, sin espacio para el diálogo ni para la toma de decisiones compartida. Este modelo de poder ha sido promovido históricamente por el patriarcado, tanto en la esfera política y social como en el ámbito familiar.
En este sentido, el padre de Luisa sostiene un régimen autoritario, erigiéndose como una figura de autoridad que impone normas y decisiones, reproduce las desigualdades de género e instaura la obediencia ciega y la violencia como forma de control. La exclusión se convierte en el castigo impuesto a Luisa por desafiar el orden patriarcal.
No obstante, como punto de inflexión, la falta de coherencia y las profundas contradicciones del padre terminan por socavar su legitimidad y, en consecuencia, su capacidad de control y dominación. Por otro lado, podría pensarse que estos patrones autoritarios de relación han cambiado y que solo persisten en contextos muy tradicionales. Sin embargo, aunque en algunos sectores han cedido o se han flexibilizado, aún subsisten en buena parte de la sociedad. Incluso en familias con una economía paritaria, donde se supondría un manejo compartido de la autoridad, prevalecen modelos autoritarios que afectan negativamente la formación y el desarrollo de los miembros de la familia, en especial de las niñas y las mujeres. Este es un tema de gran relevancia en la actualidad, sobre todo en un momento en el que el autoritarismo parece resurgir con fuerza en la sociedad.
¿Cómo se refleja la realidad social colombiana en los personajes con los que se cruza Luisa en el inquilinato?
R.M.: El inquilinato es una forma de vivienda compartida y, al mismo tiempo, una de las muchas estrategias de supervivencia adoptadas por quienes no cuentan con los recursos para acceder a viviendas independientes. En estos espacios se construyen microcosmos donde confluyen diversas problemáticas de la sociedad colombiana.
Cada personaje encarna una historia desde una perspectiva humana que se aleja de los prejuicios para presentar individuos complejos, vistos como personas concretas que enfrentan la vida cotidiana con las dificultades propias de sus contextos particulares, inmersos en la lucha por la supervivencia. En la novela se vislumbra el impacto del paramilitarismo, la violencia rural, el desplazamiento, la indigencia, la informalidad y la religiosidad. Estos fenómenos no son tan solo anécdotas individuales, sino expresiones de desigualdades estructurales que atraviesan generaciones que responden a dinámicas económicas, políticas y sociales profundamente arraigadas en el país. A menudo, estas problemáticas son vistas como simples datos estadísticos o como realidades incómodas que se prefieren ignorar.
En la obra es posible percibirlos desde una perspectiva más concreta y sensible, a través de personajes, que encarnan estas problemáticas desde su cotidianidad, con sus miedos, afectos y firmas de resistencia.