Crónicas de rock
Marty Friedman en Bogotá: el genio de la guitarra hizo magia de nuevo y revalidó sus lazos artísticos con Colombia
En esta crónica, todos los detalles del segundo paso del virtuoso músico por la capital, con su banda y también compartiendo la tarima de la Escuela Fernando Sor con la agrupación Apolo 7, de Zipaquirá para el mundo, con la que sigue colaborando.

En 2018, el prodigio de la guitarra Marty Friedman hizo su primera presentación en Bogotá; el escenario para el despliegue de virtuosismo del reconocido músico norteamericano fue la Escuela de Música Fernando Sor, y a ese abría de regresar... En aquella oportunidad, fanáticos de sonidos del metal de reconocidas bandas como Megadeth y Cacophony, así como del rock progresivo e inclusive el pop, se dieron cita para ser testigos de una performance que quedó grabada en sus memorias.
El aprecio por parte del público hacía Friedman y del artista hacia Colombia fue palpable. Tan así que entabló amistad con varios músicos locales y ha realizado colaboraciones con ellos. Marty aprecia, no solo el país y su gente, también su música y su cultura.
El 16 de junio de 2025, siete años después, Marty regresó a Colombia para cimentar aún más su estatus de leyenda; con 14 álbumes de estudio como solista y con múltiples colaboraciones con grandes músicos de Japón (país en donde reside hace varios años), el estadounidense vino para promocionar su más reciente trabajo Drama (2024). Acompañado por talentosos músicos de la nación del sol naciente, la expectativa por su presentación era muy grande. No era para menos; la precisión, la experimentación y la emotividad, hacen parte de este proyecto musical.
Desde horas de la tarde, la Escuela Musical Fernando Sor congregó a los fanáticos que pagaron meet and greet para compartir con el ídolo de la guitarra. Esos primeros en llegar esperaron con ansias a que el músico firmara sus objetos (discos, guitarras y más) y se tomara fotos con ellos dentro del recinto. La expectativa de verlo tocar crecía al ver la amabilidad que Friedman siempre muestra con sus fanáticos, incluso a pocas horas de presentarse.
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Después del espacio que se le dio a los fanáticos y de las pruebas pertinentes de sonido, se permitió el acceso al público sobre las 7 de la noche.
Como se mencionó antes, en su primera visita a Colombia Friedman cosechó amistades, una de ellas con la agrupación Apolo 7, con la cual ha colaborado ya en varias ocasiones. Ellos abrieron la noche de música y vale mencionar que se presentarán en la próxima edición del festival Rock al Parque, donde dejarán constancia sonora de su trayectoria y trabajo de años.
Sobre las 7:30 la agrupación colombiana interpretó canciones como “La Clase que Trabaja”, “Canto a la Vida”, “Heridas”, “Vamos a Brindar”, “La Revolución del Amor” y “Mejor Muérete”, por nombrar algunas, mostrando su propuesta cargada de fusiones de folclor colombiano y la rudeza del rock, que han ido evolucionando con los años. Es una banda joven, pero Apolo 7 demuestra madurez en el escenario, donde plasma sus composiciones elaboradas y sus mezclas únicas.
Los oriundos de Zipaquirá, Cundinamarca, se guardaban una sorpresa para sus fanáticos; sobre las 8 de la noche, de manera sorpresiva apareció el protagonista de la noche: Marty Friedman, quien compartió escenario con la banda para interpretar la canción con la que colaboraron juntos hace ya 5 años: “Eres Tú” (sí, se trata de una adaptación de la agrupación española Mocedades).
Y luego, otra sorpresa más; Apolo 7 interpretó junto a Friedman la primera canción del trabajo solista del artista, en la cual también colaboraron: “Dos Rebeldes”, del álbum Drama, es una canción hermosa y llena de romanticismo, y fue interpretada con mucho sentimiento.
Para despedirse, los músicos interpretaron una tercera y última canción al lado del virtuoso; la canción de cierre fue “Métale Bravura”, un tema que combina ritmos latinos y del rock, perfectamente equilibrados. Esta entrega final demostró porqué Friedman tiene tanto aprecio por los artistas, la cultura colombiana, y, sobre todo, por Apolo 7, que cada día se consolida como uno de los grandes exponentes del rock colombiano en la actualidad.
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Después de la presentación de Apolo 7, y sobre las 8:40 p.m. el recinto nuevamente abrió el espacio para Marty Friedman, pero esta vez acompañado por los músicos que lo acompañan en esta gira. Naoki Morioka en la guitarra, Wakazaemon en el bajo y Chargeeeee en la batería. La canción que dio apertura a la presentación fue “Deep End”, de su más reciente lanzamiento Drama. El público quedó extasiado ante esta primera canción, y no era para menos, el feeling, la nostalgia y el virtuosismo definen el sonido de las canciones de este álbum.
Enseguida interpretaron “Angel”, de su aclamado álbum Scenes (1992), la cual emocionó aún más a la audiencia que se preparaba para más sorpresas.
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Es bien sabido que Friedman es muy afín a la cultura oriental. Y vino la primera y única canción cantada e interpretada en japonés, “Waka Hyper” cantada por la bajista Wakazaemon, quien la compuso. El tema energizó al público, y dio paso a que, enseguida, Friedman interpretara el cover “Amagi-goe”, canción de mediados de los años ochenta originalmente interpretada por la cantante Sayuri Ishikawa.

Los covers no acabaron allí. Vino un momento muy emotivo de la noche; la banda interpretó el solo de la famosa canción “Tornado of Souls” del aclamado álbum Rust in Peace (1990) de Megadeth, en el que Friedman sumó una participación impecable que lo catapultó a la fama mundial. Al interpretar este fragmento, el músico transportó a los asistentes a aquella época en donde aportaba todo su talento a la reconocida agrupación estadounidense. Fue nada menos que sublime.
Los covers siguieron lloviendo; le llegó el turno a la canción “Kaze Ga Fuiteiru” (2012) de la agrupación de j-pop Ikimonogakari. Posteriormente, la banda interpretó las canciones “Tearful Confession” e “Illumination” del álbum Drama, seguidas por “Devil Take Tomorrow” y la poderosa y metálica “Elixir” (ambas del álbum Loudspeaker, de 2006). No sobra decir que el público navegó la noche extasiado ante el despliegue de Friedman y de sus músicos.
Enseguida, la banda interpretó “Tsume Tsume Tsume” (2013), canción de la agrupación japonesa Maximum The Hormone, y volviendo a las fibras más nostálgicas de su carrera solista, interpretó “Dragon Mistress”, de su primer álbum como solista Dragon’s Kiss (1988), uno aclamado por la crítica y sus fans.
Reafirmando aún más el amor y admiración de Friedman por la cultura y los artistas japoneses, él y su banda interpretaron una canción de Ikimonogakari; esta vez el tema fue “Kaeritakunatta Yo” (2008). Y descrestó la pulcritud y profesionalismo de los músicos, quienes ya alistaban su despedida… pero no podían irse sin antes hacer un solo en cada uno de sus instrumentos.
Para concluir la noche, Friedman ofreció unas palabras de afecto a su amigo y excompañero de banda en los ochentas Jason Becker (Cacophony) quien sufre de esclerosis lateral amiotrófica desde finales de los ochenta. Le dedicó “For a Friend” del álbum de Friedman Wall of Sound (2017), una canción emotiva y llena de energía. Con ella concluyó una esperada, hermosa y aclamada presentación para los fanáticos colombianos que han seguido la vasta carrera del músico.
En la tarde, en la noche, en cada uno de sus pasos, quedó más que demostrado por qué Marty Friedman es uno de los mejores y más versátiles guitarristas de la historia; no solo por su dominio y virtuosismo con el instrumento, sino por su versatilidad y adaptabilidad a diferentes corrientes musicales sin importar la latitud o complejidad de las composiciones. Ahí nace su intocable reputación en cada lugar del mundo en donde ha estado, y Colombia no es la excepción.
Después de una noche así, sus fans colombianos esperan que regrese, en el futuro en el que vive y al que los transporta, para seguir sorprendiendo a quienes aprecian de la buena música y viven en el sentimiento que esta genera.