Fotolibro
‘Mama Coca’: la planta, la tradición, el ritual, la apropiación, la droga, la prohibición, la gaseosa, el estigma
La fotógrafa y socióloga Nadége Mazars analiza los usos y abusos de Coca-Cola contra el uso centenario de las hojas de coca, centrándose en la comunidad Nasa, en el Cauca, que lucha por preservar lo sagrado.
En Mama Coca, el importante fotolibro que lanza esta semana, la fotógrafa y socióloga Nadége Mazars replantea la narrativa construida en torno a la coca y examina su prohibición, una planta que ha formado parte del patrimonio de las comunidades nativas sudamericanas durante miles de años.
Francesa, radicada en Colombia e investigadora de los fenómenos que atraviesan sus pueblos y sus montañas, Mazars destaca en este trabajo (publicado por Raya Editorial) la esperanza de construir un futuro diferente a través de las luchas indígenas en una región particularmente afectada por la violencia de los conflictos internos.
El fotolibro reúne una serie de fotografías tomadas en el departamento del Cauca, sobre la guardia indígena y los principales rituales del pueblo Nasa, con textos y archivos (de muchos tipos, necesarios para ofrecer un panorama completo). En este proceso y en este proyecto, el curador chileno Sergio Valenzuela-Escobedo jugó un rol relevante por su investigación y sus aportes desde el archivo.

En las comunidades Nasa, la coca sigue siendo muy utilizada y consumida, especialmente en la práctica de rituales. Es clave para las conexiones espirituales.
Se mastica durante la recolección de otras plantas, ya que la coca ayuda a identificarlas. Se sigue masticando durante la preparación y los rituales. Las hojas también se ofrecen al fuego.

La coca es esencial para reafirmar la identidad indígena tras los desastres humanos, sociales y culturales causados por el colonialismo. Se considera intrínsecamente vinculada a las comunidades. Por esta razón, las autoridades indígenas afirman que la consulta es un derecho fundamental en lo que respecta a su uso, en particular con fines industriales o de investigación científica.
Los guardias indígenas, por su parte, cuyas bastones no son armas sino la representación simbólica de la autoridad que les confieren las comunidades, organizan el cuidado del territorio y de sus habitantes. Se encuentran en primera línea de una terrible lucha contra el narcotráfico, que recluta a muchos jóvenes y menores de las comunidades indígenas a través de los grupos armados que operan en la zona.


El fotolibro presenta dos ejemplos de apropiación de la planta: el caso de Coca-Cola, que sigue utilizando la planta prohibida en su fórmula secreta mientras inicia procedimientos legales contra la empresa indígena colombiana Coca Nasa por su uso del término coca. Y el caso del narcotráfico y la violencia que sumió en el luto a las comunidades indígenas y su movimiento social.

Al desmantelar el doble lenguaje de la prohibición y la explotación económica, el fotolibro denuncia esta expresión del colonialismo que pretende apropiarse del patrimonio indígena.
Para contextualizar y resituar la profundidad histórica del discurso producido sobre la coca, es esencial la inclusión de documentos financieros, recortes de prensa, fotografías encontradas, correos electrónicos pirateados, gráficos bioquímicos, documentos oficiales de agencias como la DEA y la NSA, entre otros materiales visuales.

Estos elementos generan un diálogo polifónico con las fotografías, reforzado y enriquecido por la voz de la comunidad Nasa, cuya presencia recorre y da vida al libro.
Los textos, que incluyen un prólogo de por Aïda Quilcué, una senadora del pueblo Nasa, un artículo del historiador precolonial Damian Gonzales Escudero, notas explicativas, citas de autoridades espirituales y una declaración del artista, profundizan en el debate multiplicando las voces, amplificando las colaboraciones y cuestionando las representaciones.
*Puede conseguirlo en este enlace