Letras

‘Los tres mundos’ de Santiago Posteguillo: así empieza su épica nueva entrega sobre Julio César

El español, un fenómeno de la literatura histórica en habla hispana, culmina así la que llama su ‘Trilogía del Ascenso’, el primer ciclo que le dedica a Julio César y siempre da de qué hablar.

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30 de octubre de 2025, 12:54 p. m.
‘Los tres mundos (Serie Julio César 3)’
‘Los tres mundos (Serie Julio César 3)’ | Foto: 1 Jeosm / 2. Ediciones B

Si en Roma soy yo se conocieron los orígenes de Julio César y en Maldita Roma se asistió a su ascenso político, en este nuevo trabajo del escritor español Santiago Posteguillo, Julio César se enfrenta a uno de los mayores desafíos históricos de todos los tiempos: conquistar las Galias, un territorio hostil a Roma, vasto, inmenso y, a ojos de los enemigos de César, un lugar inconquistable que muy probablemente termine marcando su tumba.

El trabajo nace de la documentación rigurosa y se cuenta con un ritmo galopante que suele caracterizar su escritura. En él, Posteguillo narra el sufrimiento y la épica de la guerra de las Galias, pero también se extiende a ver la lucha política fratricida en Roma, y viaja al exilio con el faraón Tolomeo XII, expulsado de Egipto en compañía de su hija, la joven y mítica Cleopatra.

En el 58 a. C., Roma, la Galia y Egipto eran tres mundos distintos que, sin saberlo, iban camino de un único destino. La Galia, Roma y Egipto, entre estos tres mundos legendarios hay una colisión inexorable de en la que culmina la Trilogía del Ascenso, el primer ciclo de la serie del español sobre Julio César.

Cortesía de Ediciones B y Penguin Random House, compartimos el inicio de la obra.

Con una rigurosa documentación y un ritmo soberbio vivimos el sufrimiento y la épica de la guerra de las Galias, pero también presenciamos la lucha política fratricida en Roma y viajamos al exilio con el faraón Tolomeo XII, expulsado de Egipto en compañía de su hija, la joven y mítica Cleopatra.
Con una rigurosa documentación y un ritmo soberbio vivimos el sufrimiento y la épica de la guerra de las Galias, y mucho más... | Foto: Ediciones B

Prooemium

Roma 58 a. C.

Los senadores Craso, Pompeyo y César dominaban Roma. Habían establecido un pacto, conocido como el triunvirato, mediante el cual controlaban las votaciones en el Senado uniendo sus fuerzas contra las de Cicerón, Catón y el resto de sus enemigos políticos. Pero en el año 58 a. C., Craso estaba más atento a sus negocios, Pompeyo a su vida privada y César ausente en la Galia. Los tres promovieron que Clodio, fiel partidario de su facción política y que disponía de la mayor banda de sicarios de la ciudad, fuera elegido tribuno de la plebe para que, desde ese cargo, ejerciera un poder absoluto sobre Roma. Clodio promulgó leyes acordes con los intereses de los tres poderosos senadores, y éstos, por su parte, no cuestionaban los métodos que Clodio pudiera estar empleando, absorbidos como estaban cada uno de ellos en sus asuntos. Que los cónsules de aquel año fueran Lucio Calpurnio Pisón y Aulo Gabinio era irrelevante, pues el poder del Senado estaba bloqueado.

El tribuno Clodio, y nadie más, regía los destinos de todos en la ciudad de Roma.

El todopoderoso tribuno sabía que, mientras no fuera en contra de los intereses de Craso, Pompeyo o César, podía hacer lo que quisiera.

Cualquier cosa.

Parecía el momento oportuno para una venganza personal.

Y Clodio tenía cuentas pendientes.

La Galia* 58 a. C.

César había resuelto la crisis de la migración de los helvecios de los Alpes a la Galia expulsándolos tras la batalla de Bibracte, pero la situación en la región estaba muy lejos de serenarse: el rey germano Ariovisto había iniciado una invasión en toda regla de gran parte de la Galia. Con un ejército de cuarenta mil guerreros y ciento veinte mil colonos germanos ya al sur del Rin, su plan de establecerse en la región de forma permanente estaba en marcha. Los galos, una vez más, en esta ocasión mediante el líder de los eduos, Diviciaco, habían solicitado la ayuda de Roma para detener esta nueva invasión de su territorio. Y Roma en la Galia era lo mismo que decir Julio César. De esta manera, el procónsul se vio implicado en una segunda campaña militar de final incierto: el ejército germano no era una simple migración de guerreros con sus familias, sino una trituradora militar que había derrotado a los galos en varias batallas campales. César intentaba evitar el choque frontal de las legiones con aquella apisonadora armada hasta los dientes, pero Ariovisto no era un rey proclive a negociar nada, y menos sobre un territorio, la Galia, que él consideraba suyo por derecho de conquista.

César avanzaba hacia el norte.

Ariovisto hacia el sur.

Egipto 58 a. C.

El faraón Tolomeo XII, padre de la joven Cleopatra VII, había sido depuesto del trono de Egipto por una conjura urdida por su consejero Potino, un eunuco veterano asesor de la corte tolemaica, asistido por la mayor parte de la élite sacerdotal. El detonante del complot había sido la cesión de la isla de Chipre por parte de Tolomeo XII a Roma. La ciudad del Tíber, con sus ojos puestos en Asia desde la derrota de Mitrídates del Ponto y las conquistas de Pompeyo en aquella parte del mundo, anhelaba la anexión de más y más territorios. Egipto era la joya más preciada, pero, por el momento, Roma iba apoderándose sólo de territorios dependientes del faraón. Tanto el pueblo de Egipto, agitado por los sacerdotes, que alimentaban un nacionalismo egipcio que defendía la independencia absoluta del reino del Nilo de Roma, como el propio Potino vieron en esta cesión de Tolomeo XII un signo de gran debilidad. Ni el pueblo ni los sacerdotes acertaban a comprender que militarmente Egipto ya no podía oponerse a un poder como el de Roma y que, en consecuencia, la línea de negociar cesiones y sobornar a senadores romanos, iniciada por Tolomeo XII, era la única salida posible para alargar la independencia del legendario reino. Potino, más astuto, más clarividente, sí podía ver esto, pero el viento en Alejandría soplaba en favor de los nacionalistas egipcios y decidió unirse al complot que depuso a Tolomeo XII y situó en el trono a su hija mayor, Berenice. Ésta era un títere en manos de los sacerdotes, pero una marioneta que, al poco tiempo, manifestaría tener sus propias ideas.

Tolomeo XII se refugió en el exilio, primero, en Grecia y, luego, por fin, en Roma misma, donde buscaba comprar suficientes voluntades en el Senado romano como para poder retornar al trono de faraón con el apoyo militar romano a cambio de más cesiones territoriales y un flujo incesante de trigo hacia la capital de la inmensa República.

Su hija pequeña, Cleopatra, lo acompañaba en aquel exilio.

En el 58 a. C., Roma, la Galia y Egipto eran tres mundos distintos que, sin saberlo, iban camino de un único destino.

El autor

Santiago Posteguillo, doctor europeo por la Universidad de Valencia, es en la actualidad profesor titular en la Universidad Jaume I de Castellón. Ha estudiado literatura creativa en Estados Unidos, y lingüística y traducción en diversas universidades del Reino Unido.

Tras el éxito imparable de 'Roma soy yo' y 'Maldita Roma', Santiago Posteguillo con esta novela sobre la conquista de las Galias por Julio César.
Santiago Posteguillo nació en Valencia, España, en 1967. | Foto: Jeosm

Posteguillo recibió el Premio a las Letras de la Generalitat Valenciana en 2010, el Premio Barcino de Novela Histórica de Barcelona en 2014 y, en 2018, fue galardonado con el Premio Planeta por su novela Yo, Julia, a la que siguió Y Julia retó a los dioses, en 2020. Es el autor más vendido de novela histórica en lengua española con más de 5 millones de lectores.

Y tras el éxito rotundo de dicha saga, con libros como Roma soy yo y Maldita Roma, así continúa el ambicioso proyecto literario de dedicar una serie de novelas a la vida de Julio César.