Cine
En ‘Furiosa’, George Miller y Anya Taylor-Joy reviven el tierrero devastado de ‘Mad Max’ en una fantástica precuela
El maestro australiano no decepciona y tampoco lo hace su protagonista. En esa tierra distópica, donde la esperanza es demencia y la desolación, la violencia y los motores son ley, las actuaciones rotundas de Taylor-Joy y Chris Hemsworth, y un titánico esfuerzo de producción, conjuran un fantástico complemento a la magistral ‘Fury Road’.
Si George Miller le propone volver al cine y experimentar una aventura de Mad Max, no lo dude. El estreno de Furiosa, esta semana, representa una nueva oportunidad de hacerlo. Y es una gran oportunidad. Si le gusta sentirse vivo, no la puede dejar pasar.
Es una precuela tan bien ejecutada que un impulso natural al terminarla es buscar Fury Road (2015), la película que continúa la cronología (y joya del séptimo arte de este siglo). Lindo será cuando, en algún momento, se muestre una después de la otra, y la que viene después, porque Miller no se detiene aquí.
Cine de cilindraje
El de Miller es cine de acción, sí, pero no es cualquier tipo de acción. Nace de un autor que descubrió que su visión resonaba en el mundo y jamás la traicionó, solo apostó por hacerla más y más magna, y más y más suya.
Pocas experiencias se acercan a impactar como lo hacen sus películas, por la adrenalina que causan y el envolvimiento que consiguen con una estética única, una especie de body horror que incomoda y cimenta ese universo. A esto se suma una trama que sigue a supervivientes en medio de situaciones extenuantes. Lo bueno para el público es que estas dan para secuencias asombrosas, de absurdas dimensiones, con varios planos de acción simultáneos, con cientos de vehículos y movimientos increíbles en el desierto eterno y sus parajes rocosos y sus dunas.
Todo esto estalla junto en la gran pantalla. En esas locaciones increíbles que Miller encuadra para potentes efectos. Sus movimientos de cámara son nada menos que osados, y, no es un detalle menor, su trabajo de sonido es de lo mejor que se haya escuchado en salas de cine. El esfuerzo de producción, por obvio que parezca decirlo en este punto, es literalmente gigante.
Hay una maquinaria en servicio de las ideas e historias de este señor, al que le ha quedado difícil decepcionar a su público (porque ha incursionado en cine infantil, con Babe; de animación y fantástico también, con Three Thousand Years of Longing, películas con las que rompe sus moldes y las expectativas de su público. Y se lo agradecemos.
Volviendo a la brutalidad desértica, sirviéndose de este arsenal humano y de recursos, Miller hilvana sus viajes frenéticos, divertidos y atrapantes, Y lo enmarca todo en un brutal posapocalipsis.
En el centro de su trama pone a sus personajes arquetípicos, sobrevivientes marcados por condiciones extremas. Héroes, mujeres y hombres, atropellados por la vida, pero resilientes (como lo fue Max, como lo es Furiosa), que aprovechan sus talentos forjados y algo de suerte para seguir buscando otro día más. A eso los obligan los pisotones del destino y de los dueños de su voluntad, es decir, de esos mencionados villanos despreciables, magnéticos e intrigantes que nos hacen seguir viendo.
Porque en este desierto de la devastación, el poder lo ejercen líderes grandilocuentes con dominio sobre los pocos recursos que hay (agua, alimento, gasolina y balas). Y se imponen desde la fuerza de las armas, desde muchos autos, motocicletas y vehículos tremendos con los cuales ejercen control y supremacía, y desde las creencias manipuladas. Es un viaje brutal, levemente angustiante, pero sobre todo cautivante y entretenido. El tiempo vuela en la acción de este yermo violento. Esa es su magia.
Este nuevo capítulo está a la altura de lo mejor que haya hecho Miller, porque no es Fury Road y no juega a serlo. Suma a la saga con total dignidad. En ella, el cineasta da muestra de todas estas virtudes mencionadas, que ha perfeccionado en el camino. Y también pinta un universo emocionalmente expandido con espacio para el humor irreverente, el corazón y la mínima esperanza de un futuro no horrible (que sabemos no es tal).
Tierra de guerreros
La aventura de Mad Max inició en 1979, con Mel Gibson como protagonista interpretando a Max, un policía buscando vengarse de una banda de motoristas (liderada por un demente) que arrasa a su familia. Dada su inusitada aceptación en Australia, pero sobre todo en el resto del mundo, Miller pudo seguir. La hizo saga con dos entregas más en los años ochenta (en 1981 y en 1985, con canción de Tina Turner a bordo), todavía con Gibson como punta de lanza. Y luego la dejó quieta por dos décadas.
Por esas películas iniciales llenas de ingenio, recursividad técnica y estética y tensos efectos psicológicos, Miller fue reconocido como un autor de culto. Pero fue la revitalización de su propia historia la que lo consagró. En 2015, con Fury Road, el director revivió su historia con nueva sangre y nuevo enfoque, más ambicioso, que le sirvió para crear una inolvidable experiencia cinematográfica.
La película ganó seis premios Óscar y contó con grandes protagonistas (que no se podían ni ver por fuera de la pantalla) como Charlize Theron, en el rol de Furiosa, y Tom Hardy, como Max. En esta entrega, a pesar de las contribuciones esenciales de Max, la verdadera protagonista es Furiosa, un personaje durísimo y tan interesante que no le pesa llevar la narrativa (Theron no la pudo haber interpretado mejor).
Con un viento de cola supremamente positivo, Miller se le midió a contar más de ese universo. En principio, mirando a los orígenes de esa mujer y al pasado de todo ese universo de personajes que desplegó en 2015.
Entonces, nueve años después, lanza Furiosa. Esta recrea de nuevo la locura arenosa de Miller, ese yermo en constante disputa, y se apoya en figuras de presente efervescente como Anya Taylor-Joy y Chris Hemsworth. En medio de esa recreación del universo y personajes que vimos desarrollados (es decir, que ya vimos vivir o morir) en Fury Road, los protagonistas consiguen grandes resultados relatando ese primer episodio.
Taylor-Joy se demuestra una absoluta estrella, y no era fácil lograrlo. Le exigía pararse en un personaje tan estimado y lanzarse de cabeza a la cuasi tortura física de seis meses de rodaje. Ahora, no lo hace sola. Alyla Browne interpreta a la Furiosa más niña, que es raptada de su tierra de paz, y también deja una actuación memorable. Marca la mirada del personaje, el sello de la película.
Retorno rotundo
En la era del descreimiento, se alcanzó a dudar de George Miller. Cuando se reveló el tráiler de Furiosa, se dijo que el australiano se había traicionado al apelar mucho a los efectos por computado (CGI). Y si bien lo hace en algunas irrelevantes oportunidades (sobre todo vistas a lo lejos), su sello de autor está más que vigente. En la mayor parte de su desarrollo, Furiosa se siente como esas películas hechas con las manos y los ojos, a punta de ingenio y bravura.
En sus dos horas y media, Furiosa ofrece un intenso abordaje visual, recreado vívidamente desde la suciedad de una supervivencia entre salvaje y religiosa. Conocemos la historia de Furiosa desde niña, en ese lugar verde, con agua y sentido comunal. La vemos salir de ahí a la fuerza, de niña, por cuenta de los pandilleros liderados por Dementus (Chris Hemsworth). Desde ahí, Furiosa vive con el sueño de regresar a su hogar, aunque se le cruza, a lo largo de décadas, el tema urgente de sobrevivir. Desde ahí, mira con total sentido de alerta y prevención.
Otro sello de Miller en esta saga es esa mirada a los cuerpos, casi mutantes, llenos de cicatrices, gigantes, enanos, en un escenario de vida y muerte, de corporeidades puras e impuras.
La acción aquí no es incesante como en Fury Road, porque necesita narrar más universo, no solo un incidente fundamental. Pero no se engañen, Furiosa no suelta. Su ritmo y su grandilocuencia bizarra demuestran que Miller triunfa, una vez más, manteniéndose fiel a sí mismo. Su ambición se basa en un gran esfuerzo de producción. Su liderazgo se expresa en el dominio de la historia, el manejo de la cámara, de los protagonistas y de los momentos que los moldean.
Esta precuela también se apoya en escenas cruciales en varios escenarios del yermo, parte de las pujas de poder: la ciudad de las balas; la ciudad de la gasolina; y la ciudadela en las alturas, en la que Inmortan Joe (al que conocemos terrorífico desde Fury Road) gobierna con sus mitos y leyendas. Vemos, además, la construcción del mítico camión de guerra que necesita Inmortan Joe para ir por la gasolina, que maneja en principio un personaje llamado Praetorian Jack y que eventualmente manejará Imperator Furiosa. Estos detalles son geniales.
Dos al frente
Lo que entrega Anya Taylor-Joy en el protagónico es excepcional. Como lo dice Miller en las notas de producción, su actriz principal demuestra una total entrega, sin miedo físico alguno, que para este rol tan exigente le sirve poderosamente. Mucha de su actuación, casi toda, se basa en su cuerpo y en su mirada de hierro, porque en ese desierto cualquier emoción es debilidad.
En una rueda de prensa en México de la que formamos parte, la actriz (nacida en Miami, con raíces argentinas) aseguró en su español que sabía a qué se enfrentaba en este rol, y que “de no haberlo sufrido, me hubiera sentido robada”. En efecto, Taylor-Joy no tiene licencia de conducción, porque la vida no le da tiempo, pero en esta producción aprendió mucho sobre conducción y motores. Quedó tan atrapada por este mundo de autos, que seguirá practicando para ser conductora de dobles.
Ante el peligro de tanta acción, aseguró que “me daba como risa, me lo pasé bárbaro”. Para ser un rodaje tan sucio y duro, de seis días a la semana por seis meses, ese es un gran balance. Desde su debut en la gran película que es The Witch, asegura que en el set le divierte estar sucia o cubierta de mugre y sangre.
Le preguntamos sobre cómo veía a su personaje, Furiosa, entre las mujeres icónicas del cine de acción. Aseguró que, como muchas otras protagonistas mujeres, forjadas a la fuerza, estos personajes “dan muestras de una gran resiliencia, que hace falta para levantarse después de que algo o alguien te aplasta”.
Ante comparaciones con personajes como Sarah Connor (Linda Hamilton), Ellen Ripley (Sigourney Weaver) o la princesa Leia (Carrie Fisher), añadió: “Las admiro a estas mujeres que vinieron antes. Yo camino sobre hombros de gigantes, porque ellas abonaron el terreno”. Eso aplica, claro, también para Charlize Theron, que dejó en Furiosa un personaje icónico, del cual Taylor-Joy nos revela ahora el origen de tremenda manera.
Por su parte, Hemsworth entrega en Dementus un antagonista de alto poder físico e influencia al frente de su pandilla de forajidos motorizados (la marca Mad Max) y marcado por una irreverencia interesante e inesperada, que hace juego con sus dientes. Aquí el guapo de Hollywood se separa de esa imagen para entregar a un demente poderoso al frente de una pandilla masiva de motociclistas amenazantes y sedientos de conflicto. Ese hombre no temerá retar a Inmortan Joe y cree tener algo para enseñarle a la niña que raptó de su hogar.
Pero ella no le perdonará jamás ese hecho. Por eso, como Max en 1979, buscará su revancha.