Puerto asís, Putumayo

Los siona, cinco siglos de resistencia en el Putumayo

Parques Nacionales Naturales trabaja en fortalecer las tradiciones culturales de esta etnia del Putumayo, amenazada por la minería y donde habitan cerca de 2.100 indígenas. La comunidad conformó una guardia de 300 cuidadores para defender su territorio

5 de agosto de 2019
Las 12 comunidades siona del Putumayo trabajan con Parques Nacionales para conservar su tradición y biodiversidad. | Foto: Manuela Cano (PNN)

A orillas de los ríos Putumayo, Piñuña Blanco y Cuehembí, en una densa y profunda selva de más de 13.000 hectáreas que hace parte de los municipios de Puerto Asís y Puerto Leguízamo (Putumayo), habitan los siona: un pueblo indígena que ha visto diezmada su población y conocimiento ancestral por la sed de conquista de los blancos durante los últimos cinco siglos.

Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), los primeros impactos de esta etnia iniciaron en el siglo XVI, cuando expedicionarios, buscadores de oro y encomenderos iniciaron la colonización en el piedemonte amazónico colombiano y ecuatoriano, lo que causó una huida de estos indígenas hacia el interior de la selva para mantenerse lejos del contacto, las enfermedades y la esclavitud.

Su aislamiento no los blindó de nuevas amenazas. Con el paso de los años aparecieron misioneros evangélicos, traficantes de esclavos, empresarios y personas vinculadas a la extracción y comercialización de productos forestales y oro. Luego, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el auge de la quina y el caucho en el Putumayo causó que muchos de los indígenas fueran masacrados o esclavizados en los puestos caucheros. 
 

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Enfermedades, esclavización, misioneros, caucheros y minería han disminuido a la etnia siona desde la conquista. Hoy luchan por conservar su cultura. ©Manuela Cano (PNN)


Hoy en día, cerca 2.150 sionas habitan en las selvas del Putumayo, distribuidos en 12 comunidades.


“Las misiones capuchinas fueron vistas por muchos de los pobladores como un refugio contra el régimen de las caucheras, lo que conllevó a que el modelo de poblamiento y la doctrina religiosa fueran introducidas en las comunidades indígenas. El tráfico de patrones y empresarios peruanos, colombianos y ecuatorianos propició una profunda destrucción de muchos de los grupos nativos, que fueron obligados a participar como mano de obra”, asegura la ONIC.

Hoy en día, cerca 2.150 sionas habitan en las densas selvas del Putumayo, cerca a la frontera con Ecuador, distribuidos en 12 comunidades, quienes siguen amenazados por el auge minero y petrolero de la región, al igual que por la existencia de artefactos explosivos (minas) puestos por los grupos armados ilegales.
 


Rescate ancestral

Ante esto, Parques Nacionales Naturales (PNN) decidió tomar cartas en el asunto para conservar las riquezas naturales y culturales presentes en esta región del Putumayo. Desde hace tres años, luego de firmar un acuerdo político de voluntades con los siona, la entidad trabaja en encuentros y acciones conjuntas de control y vigilancia, señalización y desarrollo de procesos comunitarios, los cuales han permitido avanzar en una gobernanza conjunta para la protección del territorio.

Hace pocas semanas, en el resguardo Piñuña Blanco de Puerto Asís, más de 100 líderes y autoridades tradicionales y políticas de las 12 comunidades de este pueblo indígena, también conocido como la gente del río de la Caña Brava, ganteyabain, ganteya, ceona, zeona, kokakanú o katucha-pai, participaron en el tercer encuentro cultural de los siona de Parques Nacionales, en el cual debatieron sobre el fortalecimiento de su espiritualidad y tradiciones culturales.
 


Mujeres, niños y jóvenes dialogaron sobre el rescate de la lengua materna Mai coca, al igual que el de sus bailes tradicionales e interpretaciones de instrumentos y ceremonias espirituales.
 




Milena Payoguaje, gobernadora del cabildo Bajo Santa Helena, enfatizó que ver a los niños danzar este tipo de muestras culturales “muestra un avance en los resultados de los anteriores encuentros y evita que la tradición ancestral desaparezca”.
 

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Con el apoyo de Parques Nacionales, los siona han fortalecido su estructura organizativa y gestionan iniciativas para proteger su cultura y ecosistemas. ©Manuela Cano (PNN)

Sin embargo, los siona aseguraron sentirse preocupados por la muerte de sus miembros más antiguos. En el último año, dos de los principales abuelos tradicionales yai-bain murieron, y con ellos gran parte de la memoria oral de la comunidad.


“Así ya no nos acompañen físicamente, los tradicionales deben pervivir en la espiritualidad para seguir direccionando la protección del territorio”

 
Sneyder Claros, uno de los líderes siona.

 




Después de tres años de la implementación del acuerdo político, que tiene como foco el manejo compartido con la comunidad de la zona del Parque Nacional Natural La Paya, para los siona el balance es positivo.

“Durante este tiempo hemos fortalecido la estructura organizativa de la comunidad. El relacionamiento interinstitucional ha permitido gestionar iniciativas para seguir protegiendo los ecosistemas y las prácticas culturales asociadas a la conservación de este territorio megadiverso”, concluyeron los más de cien líderes indígenas.
 

«Los sionas habitan en las densas selvas del Putumayo, cerca a la frontera con Ecuador»

 

Por su parte, Parques Nacionales afirmó que por el fortalecimiento de los procesos sociales del pueblo indígena en los últimos años, hoy en día la comunidad cuenta con una guardia indígena conformada por 300 cuiracua mai yija, cuidadores del territorio, “que se están preparando desde la espiritualidad y la disciplina para la defensa del territorio”.

El acuerdo político entre PNN y los siona es financiado por el proyecto GEF Corazón de la Amazonia del Ministerio de Ambiente, que busca implementar planes de acción para fortalecer la conservación del Parque Nacional La Paya.
 

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Más de 300 sionas del Putumayo conformaron una guardia indígena para cuidar el territorio. ©Manuela Cano (PNN)

Seres de la tierra

El pueblo siona, según información de la ONIC, desarrolló un modo de vida de convivencia con los seres de la tierra, algo que denominan airu (animales, plantas, aire, agua, viento y dueños y guardianes de los lugares sagrados), del cual obtienen los elementos para garantizar su subsistencia y desarrollo cultural, y les permite desarrollar un sistema ancestral y autóctono de ordenamiento.

“El territorio para nuestro pueblo representa toda la vida, que es la madre naturaleza. Aquí se cría y desarrolla la planta sagrada del yagé, la mejor escuela y medicina que concentra nuestra sabiduría. Sin territorio no se puede sobrevivir, de él depende la producción de la cultura y sobrevivir físicamente”, menciona un borrador del plan de vida siona elaborado por USAID.
 

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Más de 100 líderes siona participaron en un encuentro ancestral con Parques Nacionales en el resguardo Piñuña Blanco, ubicado en el municipio de Puerto Asís. ©Manuela Cano (PNN)

Para los siona, el yagé guía la vida de la comunidad, y es el medio que permite la comunicación directa con el ser supremo. “Esta tradición trató de modificarse por la religión católica, lo que conllevó a la incorporación de elementos de la tradición judeo-cristiana a los rituales tradicionales de los siona como el bautizo, primera comunión, matrimonio, fiestas patronales, navidad y misas funerarias”, menciona la ONIC.

Respecto a las religiones, la Organización Nacional Indígena de Colombia informa que aproximadamente 10 por ciento de la población siona es protestante. “Las prácticas protestantes han ocasionado problemas sociales, ya que imponen restricciones a la participación en actividades comunitarias productivas y recreativas”.

Los siona viven de la caza y pesca, actividades que complementan con la explotación maderera y fabricación de artesanías. También cultivan yuca, ñame, maíz y frutas.

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Las mujeres siona no están dispuestas a perder su tradición cultural. A sus hijos les enseñan sus bailes, danzas y creencias. ©Manuela Cano (PNN)