Región del Catatumbo

Especial fotográfico | Por las venas destapadas al corazón del Catatumbo

Este reportaje gráfico es una mirada a una región en conflicto donde, pese al cruce indiscriminado de las balas, florece la esperanza, se fortalece la cultura que le quita jóvenes a la guerra y deja al descubierto maravillas de la naturaleza a las que pocos pueden llegar. Así es la vida en una de las zonas más complicadas y biodiversas de Colombia.

22 de julio de 2019
Un campesino baja su mula por la vereda Campo Alegre, Convención, Norte de Santander | Foto: Santiago Ramírez Baquero

En cada curva se abre una nueva imagen de la región del Catatumbo. Cualquier cosa que se haya oído o visto antes se difumina entre matorrales, acento campesino e historias que día a día se escuchan entre calles y veredas. En definitiva, el brote de esperanza que hay en los habitantes es más fuerte que el sonido de las balas.

Esta mirada, subjetiva y personal, es un esfuerzo pequeño por intentar mostrar otra cara de una de las zonas con los paisajes más bellos y los municipios coloniales más coloridos de Colombia, eso sí, sin dejar a un lado la evidencia de que la institucionalidad es ausente, y que en caso de encontrar la paz en el Catatumbo el país descubriría un tesoro escondido en medio de montañas que pareciera que tocan el cielo, de caminos que llegan a lo impensado, y de sonidos que laten con ritmo en cada catatumbero.


 


 

El primer capítulo Vivir en medio del fuego cruzado es una historia sobre el día a día en esta región, donde se evidencian la ausencia del Estado, la tensión por los grupos armados, la alta militarización que viven varios municipios y las enormes extensiones de cultivos de coca. Sin embargo, muchos campesinos de rehúsan a expandir los cultivos ilícitos y siguen con la tradición de sembrar café, yuca, plátano y demás productos para alimentar las plazas del país. 

La segunda parte, titulada Riqueza cultural catatumbera, muestra una mirada a las esperanzadoras muestras de la expresión catatumbera. La danza campesina y las casas de la cultura donde enseñan distintas artes funcionan como centros donde los jóvenes escapan del conflicto. Además, la riqueza arquitectónica brilla en pueblos que parecen congelados en el tiempo y hacen que sus visitantes sientan que están en espacios de otro siglo.

Y finalmente, Los Estoraques, esculturas rocosas de otro mundo, muestra un reportaje gráfico lleno de paisajes en blanco y negro donde predominan enormes formaciones rocosas que la naturaleza ha regalado a los colombianos. Esta área protegida única es la más pequeña del país pero sin duda, una de las más llamativas. Un lugar que de verdad desconecta a los viajeros.


 

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