Vehículos
Sector de las motocicletas en Colombia enfrenta un desafío crítico: la informalidad en la compraventa de vehículos usados
Existe una alarmante brecha entre las nuevas matrículas (816.513 en 2024) y los traspasos formales de motos usadas (588.090 en 2024), lo que subraya un vasto mercado informal que genera incertidumbre y riesgos de fraude.

Las motocicletas representan el 62% del parque automotor en Colombia, siendo una herramienta vital de autoempleabilidad y movilidad para millones, especialmente en estratos socioeconómicos bajos y con una creciente participación femenina.
Sin embargo, enfrenta un desafío estructural crítico: la informalidad predominante en la compraventa de vehículos usados. A pesar de su innegable impacto positivo en la economía y la sociedad, la disparidad entre los nuevos registros y los traspasos formales de motos de segunda mano revela una brecha que expone a compradores y vendedores a riesgos significativos.
Las motocicletas se han convertido en un pilar fundamental de la economía, la movilidad y la igualdad para millones de colombianos. Cifras oficiales de RUNT y ANDI-Fenalco lo confirman: el parque automotor asciende a 19.86 millones de vehículos, de los cuales el 62% son motos (12.33 millones), evidenciando su dominio. Este vasto parque automotor, que crece constantemente, se alimenta con datos de abril de 2025 (ANDI-Fenalco) que muestran 80.766 nuevas motos registradas ese mes, y un crecimiento acumulado del 29.20% entre enero-abril de 2024 y el mismo periodo de 2025.

Para millones, la moto es una herramienta socioeconómica esencial. Un estudio de la ANDI (Septiembre de 2024) revela que el 91% de los compradores de motos nuevas pertenecen a estratos 1, 2 y 3, con ingresos entre 1 y 3 salarios mínimos. Las motos son una opción que permite la autoempleabilidad y el sustento familiar (el 56.2% son empleados y 17% independientes), ofreciendo una solución de movilidad ágil, eficiente y económica. El 77.3% las usa para sus desplazamientos diarios.
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El crecimiento del mercado de motos se vincula a una profunda transformación social, como destaca Walther Carvajal, CEO de WCAR, el fenómeno de la moto se ha convertido en un tema de igualdad social y de género.
El mismo estudio de la ANDI indicó que el 29.4% de los usuarios son mujeres. “Cada vez el país es más motero”, afirma Carvajal. “Ya no solamente son los hombres los que están comprando motos, sino que cada vez son más y más mujeres las que se están metiendo en este mundo”. Este cambio refleja cómo la moto empodera y genera autonomía.
A pesar de este impacto positivo, el dinámico mercado de motos enfrenta un desafío estructural crítico: la alarmante informalidad en la compraventa de vehículos usados.
La falta de reglas claras expone a compradores y vendedores a riesgos y pérdidas significativas. Como demuestran los datos oficiales de RUNT para 2024, mientras se matricularon 816.513 motos nuevas en el país, solo se realizaron 588.090 traspasos de motos usadas. Esta disparidad resulta preocupante: si bien entran cientos de miles de motos nuevas anualmente al parque automotor que eventualmente serán usadas, la cifra de traspasos formales es notablemente inferior a lo que se esperaría de un mercado de segunda mano tan vasto. Walther Carvajal estima que las transacciones formales en motos usadas “no llegan ni al 5%”.
Esta informalidad genera riesgos: para el comprador, peligros como vicios ocultos, fallas mecánicas, fraudes documentales y un historial desconocido. Para el vendedor, implica vulnerabilidad a estafas o la responsabilidad por trámites incompletos. En este escenario de alto riesgo, la confianza es el bien más escaso, y se vuelve imperativa la necesidad de un tercero que brinde verificación.