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¿Qué se conecta primero: el adaptador o el cable? Este error común al cargar el celular podría provocar un grave incendio

Aunque puede parecer un detalle menor, el orden en el que se conecta un cargador puede marcar la diferencia en términos de seguridad.

Valentina Castañeda Sierra

Valentina Castañeda Sierra

Periodista en Semana

29 de mayo de 2025, 5:36 p. m.
Si el cable está deteriorado o tiene problemas de aislamiento, puede representar un pequeño riesgo eléctrico para el usuario.
Si el cable está deteriorado o tiene problemas de aislamiento, puede representar un pequeño riesgo eléctrico para el usuario. | Foto: Getty Images

Aunque pueda parecer un gesto insignificante, el orden en que se conecta un cargador al teléfono móvil podría tener consecuencias importantes en el rendimiento del dispositivo y, en especial, en la durabilidad de su batería. Muchas personas conectan primero la cabeza al enchufe y luego el cable al celular —o viceversa—, de acuerdo con sus hábitos. Sin embargo, esta secuencia podría no ser tan irrelevante como parece.

De acuerdo con el portal especializado en tecnología Xataka, el orden en que se realiza esta conexión sí puede incidir en el desempeño del móvil. Más aún, hacerlo de forma incorrecta podría incluso representar un riesgo.

Para entender la mejor práctica, conviene revisar cómo funciona el proceso de carga. Un cargador se compone de un adaptador —que transforma la corriente alterna (AC) en corriente continua (DC)— y de un cable que transporta dicha corriente hacia el dispositivo. Al enchufar el cargador a la toma de corriente, comienza el flujo eléctrico hacia el extremo del cable que, posteriormente, se conecta al teléfono.

Los cargadores pueden calentarse durante el proceso de carga.
Los cargadores pueden calentarse durante el proceso de carga. | Foto: Getty Images

Cuando se conecta el cargador a la corriente antes de unirlo al dispositivo, el extremo del cable queda energizado, lo cual implica que está temporalmente expuesto a una pequeña cantidad de corriente. Aunque por lo general este proceso no representa un peligro inmediato, sí puede provocar chispas o descargas si entra en contacto con materiales conductores o con el dispositivo en condiciones inadecuadas.

La mayoría de los fabricantes de equipos móviles recomienda seguir una secuencia específica para reducir riesgos: primero conectar el cable al teléfono y luego enchufarlo a la corriente eléctrica. Esta práctica minimiza la posibilidad de descargas eléctricas y evita que el aparato reciba un pico inicial de energía, lo que a largo plazo puede dañar el puerto de carga o la batería.

La recomendación cobra aún más relevancia en el caso de los cargadores con tecnología de carga rápida —como los que emplean protocolos como Qualcomm Quick Charge o USB Power Delivery—, ya que estos sistemas ajustan dinámicamente el voltaje y el amperaje en función del dispositivo conectado.

Asimismo, la calidad de los accesorios utilizados es determinante. El uso de cargadores y cables genéricos o de baja calidad, carentes de componentes de seguridad adecuados, incrementa el riesgo de fallos cuando se conectan de manera inadecuada.

En situaciones de emergencia, como apagones o fenómenos climáticos severos, hay métodos para suministrar energía a los dispositivos mientras se reestablece el servicio eléctrico.
Usar el cargador de forma incorrecta puede causar accidentes. | Foto: Getty Images/Tetra images RF

¿Qué sucede si se realiza la conexión en el orden inverso?

Cuando se conecta primero el cargador a la corriente y luego al teléfono, el dispositivo puede experimentar lo que se conoce como una “carga en caliente”. Se trata de una transferencia repentina de energía al hacer contacto con un cable ya energizado.

Aunque los teléfonos modernos suelen estar diseñados para resistir este tipo de conexión, repetir la práctica con frecuencia puede acelerar el deterioro del puerto de carga e incluso derivar en fallas en la placa madre, especialmente si el equipo presenta defectos de fábrica.

Seguir el orden adecuado al cargar un celular no es un simple tecnicismo. Es una medida preventiva que puede prolongar la vida útil del dispositivo y reducir riesgos eléctricos, sobre todo en un contexto en el que los cargadores de alta potencia son cada vez más comunes.