CIENCIA
Las mujeres colombianas en la ciencia
Este grupo hace una gran labor en el ámbito científico. ¿Hay techo de cristal para las científicas?
El género no impide desarrollar ninguna función. Eso está claro. Mujeres de todas la épocas han demostrado su capacidad en ciencias, arte, música, deportes y otras áreas. En particular las científicas han brillado por sus avances en investigación, pero aún deben superar dificultades.
En ese campo hay cuatro tipos de carreras, conocidas como STEM, por sus siglas en inglés: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. De acuerdo con la Unesco, las mujeres que trabajan en STEM logran publicar menos, tienen un menor rango salarial y no llegan tan lejos como los hombres.
Estas cuatro mujeres están haciendo investigación científica en Colombia. Con su ejemplo buscan inspirar a sus congéneres no solo a estudiar ciencias sino a romper brechas de género.
Una “persona que hace ciencia”
Paula Giraldo, Ph.D en física
Paula Giraldo es física de la Universidad de los Andes. Fue una niña rebelde en una familia conservadora. A sus 35 años ya tiene estudios posdoctorales, una niña de 3 años y pronto será madre de nuevo.
Trabaja en un proyecto de investigación para que los superconductores funcionen en condiciones ambientales normales. Esto porque la superconductividad eléctrica solo se presenta en condiciones extremas de frío y presión.
Un material superconductor que funcione en condiciones ambientales normales abriría posibilidades enormes, por ejemplo, en los trenes mag-lev, capaces de levitar y alcanzar grandes velocidades
Afirma que nunca se ha sentido discriminada por ser mujer, “porque nunca me he sentido como una mujer haciendo ciencia sino como una persona que hace ciencia”, explica.
Tendencias
Una vía hacia el futuro
Diana Bolena Sánclez, estudiante de posdoctorado
Diana Bolena Sánchez, ingeniera ambiental e ingeniera civil, tiene 33 años. Cursa su investigación posdoctoral en la Universidad de los Andes, donde también enseña.
Ha enfocado su trayectoria académica en el uso de materiales sostenibles en la infraestructura vial. Actualmente trabaja paralelamente en dos proyectos: el primero para usar residuos orgánicos como tusa de maíz, cascarilla de arroz y bagazo de caña para producir bioligantes que reemplacen el asfalto. Su otro proyecto busca usar aceite de caña como rejuvenecedor de asfalto reciclado, pues este tiende a ser más rígido. Ambos estudios están en proceso de investigación en los que prueban los nuevos materiales.
Sánchez detecta, entre otros problemas, la falta de articulación entre la academia y la industria. Esto hace que la investigación se quede en los laboratorios y se pierdan grandes oportunidades de avanzar. En muchos casos la aplicación práctica de esos avances favorecería a las empresas.
Contra el cáncer
Sandra Milena Rondón, doctora en Ciencias biomédicas
Sandra Milena Rondón, doctora en ciencias biomédicas y oncología humana, tiene 42 años.
Su proyecto se basa en determinar la inestabilidad cromosómica en líneas celulares de 4 tipos de cáncer de seno para establecer el tratamiento más apropiado para cada caso. Esta investigación permitiría que individualizar los tratamientos de cada paciente, y minimizar los efectos secundario.
Para Rondón, uno de los grandes limitantes para hacer ciencia es la falta de financiación y de oportunidades laborales. Esto, por supuesto, desmotiva a que muchos dejen de estudiar carreras STEM.
Una búsqueda de bienestar
Ana María Polanía, estudiante de doctorado
Ana María Polanía tiene 27 años, nació en Cali y hace un doctorado en ingeniería con énfasis en alimentos en la Universidad del Valle.
Polanía trabaja en la extracción de 4 bioactivos de la cáscara de la piña. Este proceso usa una técnica conocida como autohidrólisis. Estos compuestos son nanoencapsulados para que puedan consumirse como una pastilla que libere de forma controlada estos compuestos.
A Polanía le preocupa el futuro de su investigación, pues en su universidad no cuentan con los equipos que necesita para completarla y no ha encontrado apoyo en otras instancias.
Todas aseguran una cosa: hay avances sustanciales en la inclusión, aunque todavía falta un largo camino para que las niñas tengan las mismas oportunidades, más allá de los estereotipos.