Ciencia
Los reptiles no eran como nos los imaginábamos: un fósil de hace 247 millones de años podría reescribir la historia
El Mirasaura grauvogeli cambia lo que se sabía sobre la evolución de los reptiles.

Un equipo internacional encabezado por el Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart ha descrito una nueva especie de reptil arborícola que habitó la Tierra hace aproximadamente 247 millones de años. El descubrimiento, publicado en la revista Nature, presenta al Mirasaura grauvogeli, también conocido como “Reptil Maravilla de Grauvogel”, como un ejemplar completamente desconocido hasta ahora.
Esta criatura no solo añade una nueva pieza al rompecabezas de la evolución de los reptiles, sino que obliga a replantear su imagen tradicional.
Lo que distingue al Mirasaura es la presencia de una cresta dorsal compuesta por apéndices cutáneos de estructura compleja, similares en forma a plumas, aunque sin su ramificación característica. Estas estructuras, que crecían desde la piel, nunca se habían documentado en un reptil tan antiguo. Según los investigadores, probablemente tenían una función de exhibición entre miembros de la especie.
Estructuras complejas que preceden a los dinosaurios
Este descubrimiento transforma la comprensión sobre la evolución de las estructuras dérmicas en reptiles. Hasta ahora, se pensaba que elementos complejos como las plumas eran exclusivos de las aves y sus ancestros dinosaurios más directos. Sin embargo, los análisis genéticos y morfológicos sugieren que la capacidad de desarrollar estos apéndices podría haberse originado mucho antes.
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“El descubrimiento de apéndices cutáneos tan complejos en un grupo tan antiguo de reptiles arroja nueva luz sobre su evolución. El Mirasaura es incluso más antiguo que los dinosaurios y no está estrechamente emparentado con ellos”, explica el doctor Stephan Spiekman, autor principal del estudio. “Estudios de biología del desarrollo muestran que la base genética del crecimiento de apéndices cutáneos complejos, como las plumas, probablemente se originó en el Carbonífero, hace más de 300 millones de años. El Mirasaura proporciona la primera evidencia directa de que tales estructuras se formaron en las primeras etapas de la evolución de los reptiles, en grupos no estrechamente emparentados con las aves y los dinosaurios extintos”.

Esta revelación marca un giro en tres décadas de investigaciones que comenzaron a cuestionar la visión clásica de los reptiles como animales escamosos y lentos. La aparición de dinosaurios emplumados en China, a fines de los años 90, ya había provocado un cambio en la forma en que se entendía la relación entre aves y dinosaurios. Ahora, con Mirasaura, las fronteras entre ambos linajes vuelven a desdibujarse.
“Mirasaura grauvogeli nos muestra lo sorprendente que puede ser la evolución y su potencial. Produce repetidamente estructuras similares, completamente independientes entre sí, pero también estructuras tan diferentes que pueden distinguirse. Mirasaura desarrolló una alternativa a las plumas en una etapa muy temprana de la historia de la Tierra, mucho antes de los dinosaurios, algo inesperado y que estimulará el debate y la investigación”, señala Rainer Schoch, paleontólogo y jefe del Departamento de Paleontología del Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart.
Un cuerpo adaptado a la vida en los árboles
Gracias a tecnología avanzada como la imagenología por sincrotrón realizada en el Sincrotrón Europeo (ESRF), los investigadores lograron reconstruir el cráneo del Mirasaura. El análisis reveló un cráneo abovedado, grandes órbitas oculares orientadas hacia adelante, y un hocico estrecho casi sin dientes, características similares a las de un ave. Los científicos consideran que estas adaptaciones le permitían extraer insectos de cavidades pequeñas en los árboles.

El Mirasaura pertenece al grupo de los drepanosauromorfos, reptiles inusuales del Triásico conocidos por su morfología especializada. Poseían extremidades anteriores prensiles, una larga cola que funcionaba como una tercera extremidad, y en algunos casos, una garra en forma de gancho al final de la cola para colgarse de las ramas. Su cuerpo largo, parecido a un barril, y su habilidad para aferrarse a los árboles recuerdan más a los primates modernos que a los reptiles tradicionales.
Este nuevo descubrimiento no solo redefine la imagen de los reptiles prehistóricos, sino que también abre una nueva vía de estudio sobre cómo y cuándo surgieron las estructuras dérmicas complejas. La historia de la evolución, una vez más, demuestra ser más rica y sorprendente de lo que se pensaba.
*Con información de Europa Press.