Tecnología
Los nombres de personas que tienen mayor probabilidad de ‘desaparecer’ en el futuro, según la inteligencia artificial
ChatGPT señala que, aunque algunos nombres desaparezcan, esto no significa que se olviden, sino que se transforman con el tiempo.

La evolución de los nombres propios refleja de forma directa los cambios sociales, culturales y lingüísticos de la humanidad. Mientras algunos logran trascender generaciones, muchos otros se desvanecen con el paso del tiempo. Hoy en día, el uso de la inteligencia artificial permite anticipar qué nombres podrían desaparecer en las próximas décadas.
Gracias al análisis de grandes bases de datos sobre tendencias y comportamientos sociales, los sistemas de IA han identificado patrones que revelan qué nombres tienden a caer en desuso. Modelos como ChatGPT destacan factores clave como la disminución abrupta en su frecuencia de uso y una percepción social negativa o anticuada.
En los países de habla hispana, nombres como Eustaquio, Hermelinda, Aniceto o Ciriaco muestran una marcada reducción en su uso. De mantenerse esta tendencia, podrían desaparecer hacia el año 2050. Aunque en su momento fueron comunes, hoy suelen percibirse como excesivamente antiguos, difíciles de pronunciar o poco atractivos desde una estética moderna.

La preferencia actual por nombres breves, sonoros y de resonancia internacional también influye en esta transformación. En ese contexto, nombres como Basilisa, Toribio o Segismunda parecen destinados a desaparecer en las próximas generaciones. Incluso otros más frecuentes en décadas pasadas, como Eduviges o Benigno, muestran señales de declive.
La IA también considera variables históricas. Nombres asociados a figuras controvertidas o periodos conflictivos tienden a ser abandonados. Es el caso de Adolfo o Benito, cuya pérdida de popularidad no se debe a su sonoridad, sino a las connotaciones negativas que evocan, según lo indican los análisis semánticos y contextuales.
Este fenómeno no se limita al ámbito hispanohablante. En el mundo anglosajón, nombres como Bertha, Dorcas o Elmer prácticamente han caído en desuso. En Alemania ocurre lo mismo con Günther o Hildegard.
El principal motivo es el cambio en las preferencias estéticas, que hoy se orientan hacia nombres modernos, globales y fácilmente pronunciables en distintos idiomas. La globalización y la influencia de las redes sociales han acelerado esta tendencia.

Sin embargo, la inteligencia artificial también detecta la naturaleza cíclica de ciertos patrones culturales. Algunos nombres que hoy parecen anticuados podrían experimentar un resurgimiento en el futuro. Ejemplos como Matilde, Aurora o Hugo, que volvieron a ganar popularidad tras décadas de olvido, respaldan esta posibilidad. Según modelos predictivos, ciertos nombres en desuso podrían vivir un “renacimiento” dentro de medio siglo, especialmente si se vinculan a figuras mediáticas o movimientos culturales de peso.
En definitiva, la inteligencia artificial no solo permite registrar los cambios sociales contemporáneos, sino también anticipar el futuro de elementos profundamente arraigados en la identidad cultural, como los nombres propios. Su desaparición no implica necesariamente olvido, sino transformación.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de Semana.