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La verdad sobre por qué el papa Francisco decidió no ver televisión hace más de 30 años

En un momento, Francisco llamó la atención al relatar detalles de su vida en primera persona mediante su autobiografía.

22 de abril de 2025, 3:25 p. m.
¿Por qué el papa Francisco no veía la televisión?
¿Por qué el papa Francisco no veía la televisión? | Foto: Montaje Semana, con imágenes de Getty Images

El pasado lunes, 21 de abril, el cardenal Kevin Joseph Farrell, en un video oficial, confirmó al mundo la muerte del papa Francisco a sus 88 años de edad. Aunque el líder espiritual de la Iglesia Católica atravesaba complicaciones médicas a raíz de una neumonía bilateral que se extendió por 38 días, la Santa Sede precisó que su deceso fue provocado por un ictus cerebral, el cual derivó en un coma y un fallo cardiovascular irreversible.

Reconocido por su cercanía con los fieles y su impulso de reformas en la Iglesia, el sumo pontífice dejó una marca profunda en la historia. Además de ser el primer Papa proveniente de América Latina, Francisco también llamó la atención al relatar detalles de su vida en primera persona mediante su autobiografía titulada Esperanza, lanzada el 14 de enero de 2025.

En este libro, el pontífice no solo compartió anécdotas personales, sino que también reveló, entre otros aspectos poco conocidos, el motivo que lo llevó a renunciar a la televisión. En el ejemplar, el Papa Francisco explicó que desde el 15 de julio del año 1990 decidió no ver televisión como parte de una promesa hecha a la Virgen del Carmen, realizado ante un acto de fe y disciplina personal.

“Aquella noche, en la comunidad de Buenos Aires, estábamos viendo la televisión cuando en la pantalla apareció una escena sórdida que me impresionó con dureza; me levanté y me fui”, precisa el obispo de Roma en su obra literaria.

Papa Francisco
El Papa Francisco explicó que desde el 15 de julio del año 1990 decidió no ver televisión como parte de una promesa hecha a la Virgen del Carmen. | Foto: AP

Desde aquel instante, Francisco selló una promesa con la Virgen del Carmen: alejarse completamente de la televisión: “Fue como si Dios me dijera que la televisión no era para mí, que no me sentaba bien”. No obstante, a lo largo de los años, hubo situaciones excepcionales en las que rompió, de manera muy puntual, ese compromiso.

En Esperanza, su autobiografía, el papa Francisco rememoró dos episodios concretos en los que no pudo evitar encender la televisión, pese a la promesa realizada en julio de 1990. Estos hechos, de gran impacto mundial, lo llevaron a hacer una excepción en su estricta disciplina personal.

Primera aparición del papa tras su salida del Hospital Gemelli de Roma.
Primera aparición del papa tras su salida del Hospital Gemelli de Roma. | Foto: AFP

Los dos acontecimientos con los que el papa Francisco rompió su promesa fueron, primero, el ocurrido aquel 31 de agosto de 1999, cuando un accidente aéreo en Buenos Aires, protagonizado por el vuelo 3142 de Líneas Aéreas Privadas Argentinas (LAPA), dejó un saldo de 65 fallecidos.

La segunda ocasión fue el 11 de septiembre de 2001, tras los ataques terroristas a las Torres Gemelas en el World Trade Center, en la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, inauguradas el 4 de abril de 1973, que provocaron la muerte de cerca de tres mil personas y conmocionaron al mundo entero.

A lo anterior se suma el hecho que, en varios de sus discursos, también destacó que, aunque los teléfonos móviles son una herramienta de comunicación fundamental en la vida diaria, es crucial usarlos de manera adecuada y solo para lo necesario. Si se convirtieran en una adicción, advirtió, las personas perderían su libertad.

Aunque la tecnología ofrece la posibilidad de conectar a las personas y hacer más sencilla la comunicación, también puede terminar aislándolas. En muchos casos, las pantallas, en vez de promover un intercambio auténtico y significativo, crean distancias entre los individuos. Las conversaciones digitales, marcadas por la velocidad y la urgencia, tienden a ser superficiales, mientras que los vínculos verdaderamente profundos necesitan dedicación, paciencia y un interés sincero.

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