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Fósil de un ‘pájaro ártico’ reveló cómo vivían aves, depredadores y presas hace 30.000 años

Un fósil inusual en Prades demuestra cómo aves y depredadores compartían espacios durante la glaciación.

12 de abril de 2025, 3:26 a. m.
El descubrimiento de un ‘pájaro boreal’ en Cataluña evidencia un clima gélido en el sur de Europa.
Imagen del Pinsano de los pinos (Pinicola enucleator), una especie propia de los bosques árticos del norte de Europa. | Foto: Mario Marqueta

La identificación del Pinicola enucleator, conocido como “camachuelo picogrueso”, en el noreste de la península Ibérica constituye una prueba extraordinaria del drástico cambio climático que afectó esta región hace más de 30.000 años.

Esta especie, actualmente restringida a los bosques árticos del norte de Europa, fue hallada en excavaciones llevadas a cabo en la Cova del Cudó de Mont-ral, en las montañas de Prades (Tarragona), como parte de una investigación dirigida por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA).

Evidencia de un clima extremo: el Evento Heinrich 3

El estudio, publicado en la revista Geobios, documenta la presencia de este ave boreal, extinguida hace más de 24.000 años en esas latitudes, lo que indica que los ecosistemas mediterráneos experimentaron condiciones climáticas mucho más frías y secas que las actuales.

Según el IPHES, se trata de “una prueba directa de la presencia de especies árticas en latitudes meridionales”, en un entorno dominado por bosques abiertos con características propias de la tundra.

Durante el final del Pleistoceno, el hemisferio norte fue escenario de varios episodios de enfriamiento abrupto conocidos como Eventos Heinrich. Uno de los más intensos, el Evento Heinrich 3, ocurrido hace aproximadamente 30.000 años, transformó radicalmente el paisaje del sur de Europa.

La presencia de un ave extinta en Tarragona permite reconstruir la vida de depredadores y presas prehistóricas.
La investigación, publicada en la revista Geobios, ha sido liderada por Mario Marqueta (en la imagen), investigador predoctoral FI-AGAUR en el IPHES-CERCA. | Foto: IPHES-CERCA

La investigación liderada por el predoctoral Mario Marqueta (IPHES-CERCA), con participación de la Dra. Rosa Huguet, el Dr. Josep Maria Vergès y la Dra. Carmen Núñez-Lahuerta (UPV/EHU), ha logrado reconstruir con precisión ese escenario a través del análisis del registro fósil.

“El registro fósil de aves en las Montañas de Prades ha permitido reconstruir con precisión este escenario. La presencia del ‘camachuelo picogrueso’, una especie que actualmente solo habita las zonas árticas del norte de Europa, indica que el clima a la zona era mucho más frío y seco, con bosques abiertos y condiciones típicamente boreales”, señalan los investigadores.

El análisis se basó en más de 450 restos de aves encontrados en dos cavidades: la Cova del Cudó y la Cova dels Galls Carboners. A través de un examen tafonómico detallado, se identificaron señales de cómo se acumularon los restos y qué depredadores intervinieron en su depósito.

Depredadores, presas y nidos: un ecosistema revelado por los huesos

En la Cova del Cudó, predominan restos de Passeriformes, aves pequeñas cuyo 41 % presenta marcas de digestión. “Estos datos indican que rapaces nocturnas como el Duque o el Búho cornudo, y diurnos como los halcones, utilizaban la cavidad como lugar de alimentación y reposo”, explican los responsables del estudio.

Por su parte, en la Cova dels Galls Carboners, la mayoría de los huesos pertenece a palomas inmaduras (Columba livia), lo que sugiere que esta podría haber funcionado como una zona de cría.

“Las marcas de dientes presentes en muchos huesos indican una alta presión de depredación por parte de pequeños carnívoros como el zorro o el lince ibérico, que aprovechaban la vulnerabilidad de las crías en los nidos”, añaden los investigadores.

La aparición de un ‘pájaro ártico’ en España confirma que el clima era más seco y boreal hace 30.000 años.
La investigación se ha centrado en dos cavidades cercanas a Mont-ral: la Cova del Cudó y la Cova dels Galls Carboners, con un total de más de 450 restos de aves analizadas. | Foto: Mario Marqueta/Geobios

Este hallazgo representa un caso poco documentado de depredación sobre crías de aves en ese periodo y ofrece nuevas perspectivas sobre las estrategias de caza y la interacción entre especies en ecosistemas antiguos.

“Con estudios tafonómico como este podemos entender mejor no solo el clima del pasado, sino también el comportamiento de los animales que vivían y sus relaciones ecológicas”, afirma la Dra. Rosa Huguet.

Para Mario Marqueta, autor principal del estudio, los hallazgos en las Montañas de Prades constituyen “un archivo natural excepcional que nos permite reconstruir con gran precisión cómo eran los ecosistemas durante uno de los periodos más fríos del Pleistoceno”.

Y concluye: “La presencia de especies boreales en estas latitudes demuestra hasta qué punto los enfriamientos climáticos globales transformaron los hábitats del sur de Europa”.

*Con información de DW.