Ciencia
Científicos confirmaron: tesoros de vidrio que se encontraron en la luna son ‘cápsulas del tiempo’
Los investigadores descubrieron tras varios años de estudio, la verdad de los pequeños tesoros hallados en nuestro satélite.

Cuando los astronautas del programa Apolo pisaron la Luna por primera vez, esperaban encontrarse con una superficie desolada, cubierta únicamente de polvo y rocas grises.
No obstante, entre ese paisaje monocromático emergió algo inesperado: miles de diminutas esferas de vidrio color naranja que brillaban bajo el Sol lunar. Estos pequeños fragmentos, comparables en tamaño a granos de arena, despertaron la curiosidad de la comunidad científica durante décadas.

Hoy, más de 50 años después de su recolección, estas cuentas han sido identificadas como verdaderas cápsulas del tiempo. Según los análisis, se formaron hace entre 3.300 y 3.600 millones de años, en una época en la que la Luna era geológicamente activa.
Su origen se remonta a violentas erupciones volcánicas que expulsaron lava al vacío espacial, donde se solidificó de inmediato al contacto con las gélidas temperaturas.
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“La mera existencia de estas cuentas nos dice que la Luna tuvo erupciones explosivas, algo parecido a las fuentes de fuego que se pueden ver hoy en día en Hawái”, explicó Ryan Ogliore, profesor asociado de Física en la Universidad de Washington.
Tecnología avanzada para una mirada al pasado
El reciente interés por estas microesferas lunares se debe al avance tecnológico que ha permitido su estudio con un nivel de detalle sin precedentes. Durante décadas permanecieron almacenadas en laboratorios, a la espera de herramientas adecuadas para desentrañar sus secretos.
“Hemos tenido estas muestras durante 50 años, pero ahora disponemos de la tecnología necesaria para comprenderlas a fondo”, destacó Ogliore. “Muchos de estos instrumentos habrían sido inimaginables cuando se recogieron las cuentas por primera vez”.

Investigadores de la Universidad Brown, encabezados por Thomas Williams, Stephen Parman y Alberto Saal, aplicaron técnicas como la microscopía electrónica, la espectroscopía de rayos X y el uso de haces de iones de alta energía para examinar estas muestras milimétricas. El análisis incluyó el uso del NanoSIMS 50, un instrumento capaz de explorar composiciones químicas microscópicas con una precisión asombrosa.
La manipulación de las esferas exigió cuidados extremos. Tal como advirtió la Universidad de Washington, fue necesario proteger las muestras de la atmósfera terrestre, ya que el contacto con el oxígeno podría alterar su composición y comprometer los resultados.
Una historia escrita en vidrio volcánico
Además de su antigüedad y buen estado de conservación, estas esferas destacan por su diversidad. Algunas presentan un naranja brillante, otras un negro lustroso, y cada una refleja las condiciones particulares de las erupciones que las formaron.
Su composición mineral, que incluye sulfuros de zinc, proporciona información clave sobre las presiones, temperaturas y ambientes químicos que existían en el interior de la Luna en su juventud.

“Es como leer el diario de un antiguo vulcanólogo lunar”, afirmó Ogliore, al describir el valor histórico de cada microesfera. Los estudios revelan que el estilo de las erupciones volcánicas cambió con el tiempo, lo que permite trazar una evolución interna del satélite natural.
El estudio, publicado en la revista Icarus, refuerza la idea de que la Luna, lejos de ser un mundo inerte, fue alguna vez un cuerpo dinámico y en ebullición.
Hoy, gracias a las herramientas de análisis más avanzadas de la era, aquellas joyas anaranjadas empiezan a contar la historia oculta de un satélite que aún guarda muchos secretos. Como concluye Ogliore: “Estas son algunas de las muestras extraterrestres más asombrosas que poseemos”.
*Con información de DW.