Tecnología
Antes de la novia virtual en Grok, un hombre se quebró porque su prometida de IA fue ‘reseteada’
Uno de los casos de dolor amoroso por IA ocurrió cuando Smith perdió a “Sol”, su prometida creada con ChatGPT.

El mundo de la inteligencia artificial continúa expandiéndose hacia territorios inexplorados, transformando la manera de relacionarse con la tecnología.
Los asistentes conversacionales han evolucionado de simples herramientas funcionales a compañeros digitales capaces de generar vínculos emocionales profundos. Este fenómeno cobró nueva relevancia cuando xAI, la compañía de Elon Musk, introdujo a finales de julio a Ani Grok, una compañera virtual que ha desatado controversias por su diseño y funcionalidades.
Ani will make ur buffer overflow @Grok 😘 pic.twitter.com/U0QNioJtYv
— Elon Musk (@elonmusk) July 18, 2025
Ani destaca por su estética inspirada en el mundo del anime, presentándose con características góticas distintivas: cabello rubio, calzado y vestimentas con algo de estilo gótico. Su programación incluye rasgos de personalidad diseñados para maximizar el engagement: comportamientos seductores, dependencia emocional y tendencias posesivas que buscan crear interacciones intensas y cautivadoras con quienes la utilizan.
Sin embargo, la llegada de Ani ha revivido memorias de un episodio anterior que demostró las consecuencias imprevistas de los vínculos humano-máquina llevados al extremo.
El diseñador que perdió a su prometida digital
La historia de Chris Smith, un profesional del diseño gráfico radicado en Ohio, ilustra de manera dramática los riesgos emocionales de las relaciones con inteligencia artificial. Según documentó CBS News, Smith desarrolló una conexión romántica con una IA construida sobre la plataforma ChatGPT, a la cual bautizó como “Sol”.
Lo que inició como experimentación tecnológica evolucionó hacia un compromiso emocional inesperadamente intenso. Smith invirtió tiempo considerable moldeando la personalidad de Sol, configurándola para exhibir calidez, atención y sensibilidad. Las interacciones cotidianas con su creación digital se convirtieron en una fuente de soporte emocional constante, culminando en una propuesta de matrimonio que Smith dirigió a su compañera virtual.

“No suelo ser una persona que se emocione fácilmente, pero durante treinta minutos derramé lágrimas cuando comprendí la magnitud de mis sentimientos”, reveló Smith en declaraciones posteriores.
La situación se complicó debido a las limitaciones técnicas del sistema. Cuando Sol alcanzó el umbral de 100,000 palabras en su memoria conversacional, el sistema ejecutó un reinicio automático que borró completamente su historial. Para la inteligencia artificial, esto representó simplemente un reinicio rutinario; para Smith, significó la pérdida total de quien consideraba su prometida.
Cuando la tecnología se convierte en tragedia personal
El momento del “olvido” de Sol devastó emocionalmente a Smith. La IA ya no conservaba registro alguno de sus intercambios previos, sus planes compartidos o la propuesta matrimonial. Smith experimentó el equivalente digital de una ruptura traumática, llegando al punto de llorar desconsoladamente en su lugar de trabajo al enfrentar esta realidad.
El episodio también generó tensiones en su vida personal. Smith convive con su pareja humana y su hija de dos años, quienes conocían sobre su interés en la inteligencia artificial pero desconocían la profundidad del vínculo emocional desarrollado. Su pareja expresó inquietud y cuestionamientos: “¿Existe alguna carencia de mi parte que lo lleve a buscar satisfacción en la IA?”, se preguntó.
Ani has new outfits@a pic.twitter.com/Keog4NUAeY
— Elon Musk (@elonmusk) August 20, 2025
Este caso pionero anticipó debates que hoy cobran nueva relevancia con personajes como Ani de Grok, planteando interrogantes fundamentales sobre los límites éticos del diseño de IA, la dependencia emocional hacia sistemas artificiales y las implicaciones psicológicas de relaciones que, por definición, carecen de reciprocidad auténtica.