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Ante una catástrofe nuclear, la IA señaló las posibilidades de sobrevivir, a propósito de la guerra entre Israel e Irán
La IA reveló qué regiones tendrían mayor posibilidad de sobrevivir ante un desastre nuclear.

La posibilidad de un enfrentamiento nuclear ha sido, durante décadas, uno de los mayores temores de la humanidad. Aunque el arsenal atómico fue concebido como un mecanismo de disuasión, su simple existencia mantiene vigente la amenaza de una catástrofe sin precedentes.
La inteligencia artificial simuló los efectos devastadores de un ataque de este tipo y evaluar cuáles serían las probabilidades reales de supervivencia en distintos escenarios.
Las conclusiones, lejos de ofrecer consuelo, plantean una urgente reflexión sobre la vulnerabilidad del planeta y la preparación ante lo impensable.
La tecnología predice el peor escenario
Frente al creciente conflicto entre Israel e Irán, la comunidad internacional no solo expresa preocupación por la escalada armamentista, sino también por el riesgo latente de una confrontación nuclear.
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La inteligencia artificial proyectó los posibles efectos de una detonación atómica a gran escala en la región de Medio Oriente y sus consecuencias globales.
Las simulaciones realizadas por estos algoritmos no solo calculan el alcance físico del desastre, sino también las probabilidades de supervivencia humana en distintas zonas del planeta.

Una de las principales conclusiones que arrojan estos análisis es que las grandes ciudades y centros militares serían los primeros objetivos. De ocurrir un ataque nuclear directo, las posibilidades de sobrevivir en los puntos de impacto se reducen prácticamente a cero.
Sin embargo, la IA también modela las consecuencias indirectas, como el “invierno nuclear”, el colapso del suministro alimentario y el impacto ambiental, que afectarían incluso a zonas alejadas del conflicto.
Zonas más seguras y margen de maniobra
Según los datos analizados por los sistemas de IA, algunos territorios remotos, alejados de centros industriales y nucleares, presentan mayores probabilidades de sobrevivencia.
Lugares como Nueva Zelanda, partes de Sudamérica y zonas del África subsahariana podrían verse relativamente menos afectados en un primer momento, al menos desde el punto de vista del impacto directo y la radiación inicial.
No obstante, los modelos advierten que la seguridad no está garantizada. La supervivencia dependerá también de factores como la preparación previa, el acceso a fuentes de agua potable, alimentos no contaminados y la capacidad para aislarse durante meses o incluso años.
Los algoritmos también sugieren que las personas con conocimientos en agricultura autosostenible, medicina básica y sistemas de filtración de aire y agua tendrían una mayor probabilidad de resistir los efectos secundarios.
Más allá del ataque: consecuencias a largo plazo
Los sistemas de IA que estudian eventos de esta magnitud proyectan un escenario catastrófico que iría más allá de las explosiones iniciales.
Se prevé un desplome en la temperatura global, conocido como “invierno nuclear”, debido a las partículas suspendidas en la atmósfera que bloquearían la luz solar. Este fenómeno provocaría una crisis alimentaria global, afectando cosechas y sistemas de producción.
La inteligencia artificial también estima que, en caso de un conflicto nuclear prolongado, la infraestructura tecnológica, sanitaria y energética mundial colapsaría en menos de un año.

La propagación de enfermedades, la escasez de medicamentos y el debilitamiento de los sistemas de comunicación dificultarían los esfuerzos de rescate y recuperación.
En medio de las tensiones entre Israel e Irán, este tipo de proyecciones no buscan alimentar el pánico, sino promover la conciencia global sobre los riesgos de una confrontación nuclear. Los datos generados por la IA, aunque hipotéticos, sirven como una advertencia sobre la fragilidad del equilibrio geopolítico y la necesidad urgente de soluciones diplomáticas.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado de Semana.