Rosmery Turbay, vicerrectora de Bienestar en la Universidad de la Costa.

Rosmery Turbay trabaja por una educación que transforma realidades

Esta abogada isleña hace todo lo que está en sus manos para que jóvenes de estratos 1, 2 y 3 terminen su formación y cumplan sus sueños de movilidad social.

Redacción Semana
27 de junio de 2025

Su compromiso es que cada joven que entre a la Universidad de la Costa, en Barranquilla, no solo tenga acceso al conocimiento, sino a una vida mejor. Formada como abogada en la Universidad del Norte, pudo quedarse en el Derecho, pero sintió un llamado más profundo: traducir su conocimiento en oportunidades para otros.

Nació en la isla de San Andrés y creció consciente de la diversidad y de los problemas de las comunidades más vulnerables. Hija de servidores públicos, desde la adolescencia empezó a ayudar a su madre en los procesos de contratación estatal que evaluaba, a entender la ética del servicio y a asumir la responsabilidad de trabajar por los demás, y eso ha hecho, durante casi 15 años, desde la educación.

Habla con pasión de los muchachos de estratos socioeconómicos 1, 2 y 3 que llegan con grandes sueños, pero también con muchas necesidades. Jóvenes que serán, en muchos casos, los primeros profesionales de su familia; que estudian de noche porque trabajan de día; que no tienen para el transporte, que buscan oportunidades para no rendirse.

Para ellos ha construido una red de apoyo sólida y amorosa: planes de nivelación académica, acompañamiento psicológico, tutorías, seguimiento personalizado, cultura y deporte. Incluso, hay apoyo para que sus madres también generen ingresos y ayuden a financiar la universidad de sus hijos.

No se trata solamente de evitar la deserción, sino de transformar realidades. “Por ejemplo, David, hijo de miembros de la Asociación de Pescadores de Santa Verónica, estudió Ingeniería porque gracias a un convenio con la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca pudo obtener una beca. Él es hoy uno de los tres agentes turísticos de las playas de Juan de Acosta. Combinó su carrera con su amor por el mar, y sacó adelante una escuela de kitesurf ”. Cada una de estas historias de movilidad social la recuerda como si fuera la de un familiar.

Cree en las universidades, claro, pero también en la educación técnica y tecnológica, en las certificaciones cortas, en una formación más pertinente para un mundo cambiante. Fomenta una educación superior que no solo forme profesionales, sino ciudadanos capaces de leer su contexto, de construir país desde cualquier rincón. Cree que el futuro de la educación no es solo digital, sino profundamente humano.

Más que una directiva universitaria, es un agente de cambio. Ejerce un liderazgo motivacional, como ella misma lo define, y cree que la verdadera transformación social comienza cuando alguien te mira a los ojos y te dice: “Sí puedes”.

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